Son los mismos de siempre; ni siquiera se cuidan en guardar las formas.
Viven en un mundo irreal en el cual sus opiniones y discursos tienen
algún efecto en la conciencia y el accionar del pueblo.
Como si los venezolanos careciéramos de memoria y pudiéramos creer que
pudieran ser sinceros alguna vez, hoy se rasgan las vestiduras en defensa
de una constitución a la que llamaron “la mal nacida”.
Con desfachatez propia de orates y desesperados se oponen a que sea
reformado el texto constitucional que derogaron en aquella fiesta
fascista de 2002; pero bien temprano dejaron al descubierto su
estrategia, si es que a eso se puede llamar estrategia.
Menospreciando la inteligencia de este pueblo pretenden aprovechar la
coyuntura para recuperar parte del espacio político perdido, a través de
la convocatoria a una constituyente.
Saben que no tiene oportunidad alguna de impedir que se haga la reforma
constitucional propuesta por el Presidente y saben, también, que es
imposible que obtengan mayoría en una asamblea constituyente; pero les
viene como anillo al dedo la convocatoria de la misma.
Lanzaron el anzuelo pensando que el pueblo podía respaldar una propuesta
que en teoría legitimaría la reforma constitucional, mediante la
participación de la oposición. Sin embargo, a la propuesta “se le ven las
costuras” por todos lados.
El objetivo es que cese el funcionamiento de la Asamblea Nacional y se
convoque, una vez aprobada la reforma constitucional, a nuevas elecciones
parlamentarias.
Tendríamos que ser inocentes a la enésima potencia para caer en un trampa
tan burda. Unas nuevas elecciones parlamentarias significarían el retorno
de la oposición a un escenario de lucha que abandonaron por su torpeza e
incapacidad. Mal puede el chavismo enmendarle la plana a unos políticos
que sólo utilizarían el parlamento para torpedear, montar shows y ganarse
un sueldo respetable.
La penitencia de una oposición carente de ideas es estar ausente del
parlamento hasta el 2010. Eso se lo ganaron a pulso y lamentablemente
para ellos, apenas comienza.
arellanoa@pdvsa.com