Desde el Estado Sucre

Yo comprendo a Yon

Hay un empeño en los sectores sifrínos de la oposición en cometer siempre las mismas estupideces. Es como si tuvieran un libreto; y detrás de él a Delia Fiallo.

Ocurrió con la actriz Estrella Castellanos, cuando en febrero de 2003 Liliana Hernández e Isa Dobles le montaron aquel show de la violación “roja, rojíta”. Ella salía del Centro Plaza, en la avenida Francisco de Miranda de Caracas, y allí la agarró un grupo de hombres feos, “esdientáos”, con franelas rojas, y la sometieron hasta meterle, según sus lágrimas, “la estaca bolivariana”; mientras gritaban:”¡Uh, ah, Chávez no se vá!...”. (No creo que alguien, en su sano, ni insano, juicio, se haya comido esa vaina).

A Enrique Mendoza también lo "violaron", pero esta vez con una paliza de padre y señor mío que le ameritó una “curíta” en la mejilla. (¡Váya usted a saber!...).

Con Diana Carolina Ruíz, ancla de Globovisión, ocurrió algo parecido: Unos guardias nacionales horribles (porque no hay guardia nacional que no sea “horrible”) la agarraron a coñazos de atrás pa´lante: El muy zángano de Leopoldo Castillo mandó a poner de retroceso el videofilm, y allí aparecía Diana Carolina “empujada y golpeada”, cuando fue todo lo contrario. Un truquíto muy chimbo, por cierto.

Ahora nos viene Yon Goicochea (¡tan boníto él...!) con esa rumba de golpes en el tabique nasal. Yo sinceramente no entiendo.

Ya me imagino a toda esa camada de estudiantes insulsos de la Ucab, “la Simón”, “la Metro” y “la Santa”, atosigando sus celulares llamando a la familia de Yon en solidaridad con su desgracia. (Quien escribe se graduó de abogado en la Universidad Santa María, y puede dar fe de que la fábrica de cerebros allí quebró).

Se lo vengo diciendo a mis amigos escuálidos: Hasta cuando ustedes no entiendan que este país cambió, seguirán jodidos. Ya este pueblo, que en otrora sólo fue “chusma”, “horda, “tierrúo”, “esmueláo”, “mono”, etc., aprendió a salir en televisión y a gritar a los cuatro vientos su arrechera. Y si ustedes creyeron que se comía esos cuentícos “deliafiallescos” de la muchacha pobre que se conquistaba al muchacho rico, era porque no tenía más que ver. Ahora vé al Ché Guevara, a Eduardo Galeano, a las madres de Plaza de Mayo, a los Sin Tierra de Brasil, a los indígenas de Bolivia, a los indocumentados de Francia, a los zapatistas de México, a los guerrilleros de Colombia, a Mao Tse Tung, a los miserables de Estados Unidos, a los libertadores de Vietnam, a los mineros de Chile, etc.

¡Otra realidad, míjos; que sólo fue posible por el milagro de la revolución bolivariana!... Así que déjense de pendejadas y maduren, porque ya estamos cansados de esta oposición boba. O tendremos nosotros mismos que asumir el papel. ¡Qué bolas!...

(jeramedi@yahoo.es).


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Jesús Meza Díaz


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