El plan de gobierno de la oposición en Guayana, sigue los pasos de los separatistas de importantes regiones energéticas en Bolivia. Conquistar gobernaciones es solo un pretexto para luego financiar los conflictos que estimulen los planes divisionistas. Por eso Andrés Velásquez es el candidato opositor contra todo pronóstico. Su financiamiento viene desde el Zulia gracias al adeco Manuel Rosales, quien a su vez recibe financiamiento presuntamente del narcoparamilitarismo colombiano. El hecho de que el ex ministro colombiano Araujo, vinculado en investigaciones a narcotraficantes y paramilitares, estuviese protegido en el Zulia por el actual gobernador, genera sospechas no solo de cómo el país ha sido penetrado económica y políticamente por el paramilitarismo colombiano, sino de cómo la oposición comienza armar sus planes al estilo de la bancada uribista.
En Bolívar por ejemplo, han intentado los conflictos en todos los sectores laborales. En el caso de salud, existe una señora adeca que siendo jefa de post grado de la Universidad de Oriente (UDO) manipula a los médicos residentes para generar conflictos, ni hablar del terrorismo hacia algunos estudiantes de medicina a través de materias que sirven de filtraje y chantaje económico. Un negocio ilegal y redondo que permite la autonomía universitaria. Ello explica como el doctor Omar Suarez y el presidente del Colegio de Médicos, cambian de opinión de la noche a la mañana con respecto a la decisión del Ministerio de Salud, al asumir la nómina del Instituto de Salud Pública. No es casualidad que la hermana de la adeca de la UDO, fuese la directora del ISP en la gestión de Andrés Velásquez.
Los planes separatistas son escondidos torpemente a la opinión pública. La oposición quiere captar votos indecisos, pero también simpatizantes del presidente que en las regiones no obedecen líneas partidistas, sencillamente porque no fueron favorecidos con las candidaturas. El PPT y el PCV juegan una estrategia peligrosa si continúan facilitando los planes de una oposición irracional. Pero en política no hay decisiones ingenuas, por el contrario, el olfato les dice que pueden ir sembrando una revolución más superficial en la que se pacte con sus cogollos.
Por su parte Rojas Suárez, quien lo que no tiene de pendejo, lo tiene de terco, se comunica a través de los medios con dos indirectas: es necesario la autonomía y es posible la unidad antes del 23N. Curiosamente Corina Machado, de SUMATE, a pocas horas de hacerlo el capitán, habló de exigir autonomía. Lo de Rojas Suárez es un patético “no me dejen por fuera que yo estoy con ustedes en el plan divisionista y estoy dispuesto a negociar mi candidatura”, pero si en algo son expertos en Acción Democrática es en la traición, la exclusión y la sinvergüenzura.
La descentralización, un concepto político manejado en los 80, que ayudó a crear Leyes especiales para las distribución de recursos a las regiones, saltando la burocracia administrativa del Estado, ahora es tergiversada por una especie de autonomía gubernamental en la que no se rinde cuenta al Estado, porque además de que el mismo no sirve en el mundo capitalista, el presidente es Hugo Chávez. Sin embargo, la verdadera autonomía es odiada por la oposición. Si el Estado financia supuestos empresarios, lo llaman inversión, pero si financia modestos proyectos a la comunidad organizada, lo llaman populismo. Las Mesas Técnicas de Agua, los Consejos Comunales son metodologías políticas, obviamente; pero también jurídicas y administrativas, que están dando soluciones a los ciudadanos, sobre todo a los más necesitados. Eso es autonomía y no la propuesta vende patria de la nueva parapolítica opositora venezolana.
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