(Perro es perro así se forme en Roma)

Mi perro Gos D´ Atura se orina de rabia

Mi perro de raza Gos D´ Atura por ser inteligente de temperamento catalán y aún cachorro, lo mandé a Roma a educarse con la ayuda de las limosnas que pasé por debajo de la mesa domingo tras domingo finalizada la misa y, un buen empujón de mi familia rica por haber demostrado tener capacidad perruna y laborioso rendimiento en los actos religiosos que se practicaban en mi pueblo natal: Santa Trinidad de las Misericordias y, como su oficio era de pastoreo, me aferré en mi condición de diácono disciplinado de las creencias cristianas del salvador de los pobres y lo hice pastorcillo de arrogancia con la ayuda de su formación romana, por lo cual lo bauticé como el perro Cardenal Urosa, nombre que le vino al pelo, dejándome noches de desvelos pingües en revisar y estudiar ochocientos manuscritos de perros infieles como desleales que resaltaran en los falsos testamentos su digna actividad –pensando que ponerle en su yo pecador de animal- que estuviera a la altura de sus cualidades y destrezas no manifiestas para que no lo confundieran fuera del altar con un cuadrúpedo pueblerino “cacri”, callejero con criollo.

Transcurridos los años, entre sus debilidades de talante corporales y olfativas está la de elegir a su dueño o amo y en un santiamén me desconoció como su antiguo compañero del cogobierno patronal, es decir, traicionó nuestro juramento de rezos aleatorios que hacíamos juntos en convivencia “nada para los ricos y todo para los pobres” y se unió a los pitiyanquis y traidores de la revolución y de la iglesia y se fue con el primero que le comprobó su cuadriculada conciencia y, el sermón que ayudaba a dar en latín lo desfiguró en inglés y todo el día se la pasa ladrando en lenguaje político rebuscado. Yo por mi parte como castigo ímprobo, no como ni duermo, rezando permanentemente el credo por los dos, a ver si enderezo un poco de su averno abyecto en que se sumió, pues ya no imprime su bella sonrisa en italiano como antes lo hacía y más bien babea como un sapo bembón por el caradurismo en que se transformó.

En cada desfogo que coge -se orina de rabia- por la baja difusión de sus ideas infestadas de hipocresía y preñadas de indiferencias divinas que gotean en la maldad hacia el otro, el que lo tiene hace años, loco de bolas. Así se comporta mi perro Cardenal Urosa, lamiéndose la vida de perro rabioso que lleva por dentro.


estebanrr2008@hotmail.com


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Esteban Rojas


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