La firme determinación del Presidente Chávez de avanzar hacia formas de organización política y territorial del pueblo para disminuir la brecha entre los problemas y las soluciones en el marco del real ejercicio del poder popular, ha generado la aceleración de los procesos necesarios para la concreción de las Comunas. La visión de desarrollo territorial de la revolución bolivariana es muy clara y dista mucho de la perspectiva idealista de lo que significa la asociación de los pobladores para luchar por un destino mejor. La Comuna es la expresión de la aspiración del pueblo de participar de forma protagónica en el diseño e implementación de políticas públicas, de resolver de manera autogestionaria en gran medida los problemas que les aqueja, de impulsar de manera endógena proyectos de corto y largo alcance, de tener corresponsabilidad en la construcción de la patria socialista. La comuna, desde la perspectiva de la geografía humana, es una construcción inteligente, científica, sustentada en las potencialidades del ámbito territorial comunal; en Venezuela debe ser una creación de los pobladores expresando la convicción que tienen de su poder transformador.
El poder popular tiene grandes oportunidades en este proceso revolucionario y se expresará ejerciendo el gobierno, para lo cual puede resolver y decretar sobre la esencia misma de la vida comunal : darle “la vuelta a la tortilla”, es decir subvertir el orden de las cosas donde el pueblo sea quien convoca y no el eterno invitado, tomar decisiones propias que han estado en otras manos, confrontar problemas de manera corresponsable para su pronta solución, establecer condiciones de vida en comunidad, decidir su plataforma educativa, científica y productiva, desarrollar iniciativas que protejan el ambiente, asumir competencias hasta ahora de las Alcaldías y Gobernaciones como la distribución de agua, el transporte, la recolección de desechos sólidos, tóxicos y peligrosos, el mantenimiento de la vialidad y demás infraestructura, enfrentar el problema de la inseguridad con la propia gente organizada; es decir, ahora sí existe la real posibilidad del gobierno del pueblo y para el pueblo. Claro está, que los pobladores en asamblea tendrán antes que nada decretar y concretar la organización de la comuna o sea decidirse a ser gobierno y asumir el control de su propio destino y en red con otras comunas conformar el Estado Comunal.
Ahora bien, como de lo que se trata es de derrumbar el sistema capitalista y construir el socialismo bolivariano, es fundamental también posesionar un nuevo sistema de valores, para lo cual es indispensable que el pueblo en comuna decrete e impulse la transformación del sistema educativo y ponga coto a procesos transculturizadores que lesionan la identidad nacional y el gentilicio local. Existe entonces la necesidad de diseñar verdaderas propuestas educativas para formar al nuevo republicano, a los maestros emancipadores y demás profesionales patriotas comprometidos con el desarrollo de las comunidades. Tiene que haber una educación para el desarrollo de la comuna, una educación para la ciudad y otra educación agrocomunitaria, con una base común como son los principios y valores de la democracia, la paz, la justicia, la solidaridad, la igualdad, la responsabilidad social, el amor, la fraternidad, la cooperación, la tolerancia, el bien común, la valoración social y ética del trabajo.
El pueblo empoderado y ejerciendo su soberanía cambiará la correlación de fuerzas entre el poder constituyente y el poder constituido. Este desafío de la revolución bolivariana no lo enfrentaremos invocando experiencias históricas que en nada se parecen al proceso venezolano, solo será posible si avanzamos izando la bandera representada en nuestra Constitución y la acción decidida, audaz, entusiasta pero con fundamentos científicos y criterios responsables de las comunidades organizadas. Tenemos patria, programa y líder; nos faltan las comunas para que la ruta hacia el socialismo sea segura.
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Profesor Titular.UCLA