Son tiempos difíciles, lapsos de vida

Nota inicial: Es grato escribir de política inventando
que ella se incomoda dentro de parámetros bucólicos.
Por eso converso contigo o, mejor aún, hablo conmigo,
intentando comprometerme con lo que digo:
Principio elemental de la consecuencia revolucionaria

Vivimos lapsos difíciles; traspiés áridos, silenciosos y sordos en un espacio sin la interlocución indispensable. Son estaciones, lugares o zonas secuestradas, referencias donde se asfixian las expectativas populares. Alguien, algunos, pero más pocos que muchos ¡no importa! asumieron luego de las vicisitudes del 27-F, 4-F y 27-N; después de la Asamblea Constituyente, del golpe de abril, del criminal paro petrolero y de las elecciones del 2006, que el bravío pueblo de Bolívar sólo puede jugar el papel de gritar ¡uh, ah, Chávez no se va!  Esos, que son escasos y limitados ante un líder que va por más unido a un imaginario colectivo y popular, presumen que controlando algunas instancias de poder; con un poquito o mucho de chantaje y dos o tres gestos de clientelismo se podría transitar por entre un apetecible chavismo sin Chávez; de un chavismo tan exquisito que tampoco cuente con olor de pueblo.

Algunas personas viven precariamente su existencia: Son sujetos que colocados en puestos para la toma de decisión revolucionaria, se creen con el poder suficiente para atropellar, negociar o ser vocero de la quinta república.

Obstáculos existen, se crecen: Hace rato sabemos que la oligarquía conoce un solo código de comunicación y convivencia – someter, dominar-esa camarilla de la explotación recrea la realidad desde el temor. Goza de importantes aliados, de seres dispuestos a morder la mano de la hija o el callo de la abuela por un puesto más alto en la jerarquía.

Se ha ido configurando un estado de ser, una referencia, una falsa conciencia desde donde un degenerado “revindicando” la revolución asalta los productos del MERCAL; los insumos de Misión Robinson o los utensilios médicos del Centro de Diagnóstico Integral.  Es así como un día nos topamos con la hermana de toda la vida, revolucionaria para más señas que no encuentra un módulo de Barrio Adentro abierto que atienda a su hermano moribundo; seguimos transitando una dolencia mayor al dolor que sentimos cuando nos llevaron a Ángela en Cantaura o al flaco Sergio en la esquina el Chorro. Es rabia y frustración, es descubrir que unos grandes carajos, que seguramente la vivían bien en la cuarta, ahora la viven mucho mejor en la quinta.

Así vamos descubriendo el despoblado ser del tiempo y la esterilidad del espacio. De repente una voz escuálida nos dice ¡No te preocupes, eres tu y tus preocupaciones! Es una señal entupida. Mis inquietudes y las tuyas son este pueblo acurrucado en la miseria y unos bastardos engrandecidos con una botija de real, viático, una camioneta cuatro por cuatro, una casa de playa o la cuenta bancaria escondida.

El tiempo pasa, es látigo hundido en la piel, grito molesto, indigno y la memoria se cualifica.

Es verdad, dolorosa verdad, los de ahora no somos los mismos. Los que nos batimos en la escarbada quebrada o en la empinada cuesta; los que en la pre-adolescencia ya conocíamos el color de la peinilla descansando en el lomo o las patadas de la guardia nacional en las costillas, esos parecieran no ser los mismos.

En nada nos parecemos al ministro X, al gobernador Y o a el alcalde Z. El sueño de nuestro mundo es otro. El arcoiris de compañeros, hermanas y camaradas que se fueron regando la última sonrisa que sus cuerpos agotados podían dar; seres que admiramos por la sencillez que los acompañaba, a pesar de que toda la maquinaria del enemigo los persiguiera; existencias que no tenían prisa para escuchar nuestros cuentos, la leyenda del otro o la desesperación de la vieja madre llorando su dolor en la esquina, es más, personajes de los cuales hemos olvidado sus nombres para asirnos a sus convicciones y recuerdos.

Entonces quién, con qué historia, moral, sacrificio o naturalidad podrá cabalgar ese camino de desprendimiento, amor y solidaridad con los mejores hijos de este pueblo. Quién, de todos esos sosos que salen en representación de la revolución bolivariana, estará a la altura de un Noel Rodríguez ofreciendo la vida por sus convicciones o de un Divasson, sabiendo lo que es el alto precio a pagar por el compromiso revolucionario.

Las épocas y los lugares no son los mismos, el peligro, la amenaza más perversa no viene desde el mundo del imperio o de los escuálidos, su guarida esta cerca, esta en la casa, come con nosotros y sabe fingir la sonrisa más roja y comprometida jamás conocida. El enemigo no anda de paseo, esta activo, es ese que te dice: Chávez se esta extralimitando; es aquel que coloca a su hermana en un importante cargo de la administración pública y luego, junto a algunos amigotes, decide invertir las asignaciones para vivienda en una mesa de negocios para ganar intereses. El enemigo es el cercano y querido camarada que inmerso en corrupción de Mercal, Cultura o Vuelvan Caras, te ve a la cara y espera de ti simpatía y solidaridad, él creé que se la esta comiendo enquistando miseria y deshonor sobre las grandes mayorías populares.

Son momentos espinosos, es la insolencia del perverso, agotamiento de la paciencia donde vastos sectores de la patria Bolivariana observan como las mentalidades de antes, con ropajes de ahora, siguen repitiendo el nefasto esquema de burla, abuso y expoliación del pueblo. Son instantes difíciles, pero aún así, que entiendan los tránsfugas que seremos incansables como la espalda de este pueblo soportando dolor, penas y desdicha. Existiremos de manera vertical, como la necesidad que impone la sobrevivencia digna y, sobretodo, de nosotros nunca se dirá que fuimos presas fáciles del cansancio, pues la revolución cuando es verdadera no se fatiga: La impunidad no anidará alrededor de la nueva realidad a construir; no ha de sobrevivir la prepotencia, la influencia, palanca o chantaje. En verdad queremos ejercitarnos en la altura de la emancipación, porque desde hace un buen tiempo aprendimos que la libertad se sintetiza en:  mirar a los otros que nos interpelan, sentir la presencia de nuevos seres y vivir la promesa del futuro.

Son tiempos deseables o indeseables, espacios donde inquietamos las mejores intenciones de la imaginación. Fase necesaria para que este pueblo que aprendió a escribir su historia, la pueda ahora narrar libremente. Estación de vida y amor.

PD. Pero no todo es pesares, también vivimos cosechas en que se le arrancan hechos concretos a la utopía. Es así como nos refrescamos recordando los comentarios sobre Matías Camuña, su alegría y consecuencia o las acotaciones de mis hijas incorporadas a la reserva; es el relato de un grupo de ancianas agrupadas en las misiones, en fin, un pueblo movilizado. Y en ese orden de ideas disfruto escuchando las referencias sobre el alcalde de Carora inventando una constituyente para revitalizar la democracia, la participación y el protagonismo popular. Me alegro al conocer las andaderas de Carlos, quijote incansable, tratando de cumplir la tarea asignada por el viejo Carlos, de apellido Marx: Liberar a la clase obrera de la explotación. Entonces doy rienda suelta a mi imaginario y por allá, donde Alcasa y Carora se dan la mano escucho al flaco Sergio Rodríguez desplegando su hermosa sonrisa desobediente, coleándose por entre el viejo Lanz, y el alcalde de Carora para gritar: ¡Traidores! ¡Inconsecuentes! y ¡pro-imperialistas! ¡NO PASARAN!

Otra PD. El día 12 de abril el camarada Carlos hará uso de un derecho de palabra en la Asamblea Nacional sobre la situación en Alcasa. De seguro revindicará a los trabajadores de esa empresa y al pueblo del Estado Bolívar, pero también, conociéndolo como lo conocemos, armará un peo y denunciará los atropellos y tropelías de bandas, sectas, cofradías que se disfrazan de chavistas y junto a otros se regodean con potencias extranjeras en función de continuar expoliando nuestras riquezas y soberanía. Todos a acompañar a Carlos el día 12 de abril.

¡SOLO EL PUEBLO SALVA AL PUEBLO!


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Luis Villafaña


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