No lo dicen ni lo explican de palabra. Lo que tampoco hace falta, porque la dictadura terrorista de Fedecámaras, apoyada en un solo bloque por los partidos de la oposición y por la CTV, en el poco tiempo que tuvieron en sus manos el Poder dijeron muy elocuentemente cuales eran sus siniestras intenciones, tanto en lo político como en lo económico.
En lo político, como quedó demostrado, Fedecámaras y sus secuaces
lo que se proponían, como en efecto empezaron a hacerlo, era eliminar
todo vestigio de legalidad que les impidieran hacer lo que literalmente
les diera la gana; hacer con el país, sin restricción ninguna, lo
que mejor les pareciera. Por eso habían instaurado un régimen absolutista,
un régimen que, al igual que el de Luis XIV, quien acuñó la frase
“El estado soy yo”, hubiera convertido a todos lo venezolanos en
verdaderos vasallos, en siervos carentes de los más elementales derechos,
incluyendo el de la vida, que ya es mucho decir. Esto último lo decimos,
porque si fueron capaces de derrocar un Presidente elegido por el pueblo,
si tuvieron la impudicia y la avilantez de clausurar la Asamblea Nacional,
el Tribunal Supremo, la Fiscalía y el Poder Ciudadano, si participaron
en la elaboración del plan de los francotiradores, que llenó de sangre
las calles de Caracas, ¿qué les podía impedir, inescrupulosos como
son, que volvieran a lo mismo, esto es, a robarse íntegras las reservas
de divisas y la renta petrolera? ¿Qué eliminaran todas las conquistas
sociales que en lucha contra ellos, precisamente, han logrado los trabajadores?
¿Que anularan todos los contratos colectivos y que privatizaran la
salud y la educación, incluyendo la educación superior? ¿Quién o
qué les hubiera podido impedir la comisión de estos desmanes? ¿Quién
hubiera salido a protestar sin que a punta de patadas y garrotazos fuera
conducido a la cárcel? ¿Quién hubiera podido impedir que la tortura
y el asesinato político se hubieran vuelto a entronizar en Venezuela?
Nadie, porque lo único que hubiera podido servir de freno a los criminales
desafueros y desmanes de un gobierno, son las leyes y las instituciones,
y Fedecámaras, los Partidos y la CTV las habían eliminado.
Y en cuanto a lo económico, las intenciones de los golpistas de la
CTV y el organismo empresarial eran las de entregar el país a la voracidad
del capital foráneo. Y en esta orgía desnacionalizadora no habría
habido una sola empresa del estado ni ningún servicio que no hubiera
sido privatizado. Lo que aparte de provocar despidos masivos en esas
empresas, se hubiera inducido una recesión que ríete de la provocada
por el neo-liberalismo en Argentina y en otros países de Latinoamérica.
A la luz de esto, cabría preguntar una vez más: ¿qué podría ganar
un empresario con la ruina de su país? Nada. Entonces, ¿por qué los
integrantes de Fedecámaras, en vez de trabajar por la recuperación
de Venezuela, se empeñan en hundirla en una debacle sin precedentes?
Sencillamente, porque ni son empresarios ni tienen país.
Ahora, cuál es el plan. Simple, tratar de silenciar las denuncias que
sobre las innumerables fechorías que a cada rato cometen los integrantes
de esta mafia se hacen. Como, por ejemplo, las que perpetra el sector
inmobiliario contra sus incautas e indefensas víctimas. Hechos como
estos, según ellos, no se deberían denunciar, porque de hacerse,
y un zancudo llega a picar a algunos de estos estafadores –se muere
el zancudo-, entonces el gobierno sería el responsable de inducir este
alevoso atentado.
Nota: Mensaje
a los coterráneos de Maracaibo
Como tú sabes, maracucho, maracucha, acaba de comenzar la campaña
electoral para elegir al nuevo Alcalde de nuestra ciudad. En este sentido,
quiero recordarte que en virtud de su estirpe de gladiador, descendiente
del General Urdaneta y de Ana María Campos, un nacido en esta tierra,
y menos si es chavista, no se rinde ni acobarda ante las dificultades.
Por el contrario, lucha hasta el final, se empina sobre ellas, porque
sabe que de su lado está la razón, y contra la razón y la verdad,
no hay quien pueda, y menos los corruptos y sinvergüenzas.
Petkoff, recuerdas cuando al frente de un grupo de hombres armados asaltaste
el tren del Encanto y asesinaste a varios guardias nacionales? Tú debías
estar pagando casa por cárcel, porque estos delitos no prescriben.
Y en cuanto a los asaltos de bancos para obtener recursos para la guerrilla,
¿qué me tienes que decir? Sobre estos y otros delitos, vejete, tú
tienes mucho que contar.
Alfredoschmilinskyhotmail.com