Salí inconforme y con mis angustias del evento que este jueves 29-11-12, los profesionales y técnicos del PSUV Anzoátegui organizaron y que contó con la presencia y oportuna participación de Aristóbulo Istúriz. Confieso ahora, que no logro tener muy claras las palabras que debería usar para no dejar una mala sensación. No se estuvo a la altura de la circunstancia y pienso que Aristóbulo espera un importante aporte que no se concretó.
Fue una extraordinaria oportunidad para demostrarle al camarada Aristóbulo, que aquí en el estado Anzoátegui se tiene la capacidad profesional y técnica suficiente para montar y ejecutar una gestión revolucionaria. Fue una oportunidad que lamentablemente desaprovechamos. Califico el evento así –oportunidad lamentablemente perdida-, no tanto por la poca calidad y e inconsistencia de lo que se le presentó, sino porque en este estado hay suficiente capacidad para haber estructurado un excelente propuesta y por actuar bajo el criterio cupular y desechar la participación activa de los profesionales; la propuesta o la presentación no fue más allá de una clase de geografía regional. Pudo haber sido una interesante propuesta aún actuando bajo ese criterio cupular.
Antes de iniciarse el acto; Aristóbulo pidió que nos sentáramos, porque el evento no tenía la condición de mitin. Esto era una buena señal, porque el mensaje que Aristóbulo enviaba al grupo era atractivo y retador. Entendí que con esta precisión de no ver al acto como un mitin; Aristóbulo nos decía: Díganme cuáles son los problemas y precísenme qué debemos hacer para atender las necesidades que tienen las comunidades. Si el problema los confrontan las personas en sus comunidades: díganme cómo acerco el poder a las comunidades. Eso entendí, cuando sin haber comenzado el acto, Aristóbulo pidió que despejáramos el área para ver y escuchar la propuesta.
Creo que lo leí en un artículo ya publicado en un medio o en Aporrea. Se nos decía; lo que somos y potencialidades que tenemos, deben ser o son un ingrediente o insumo para sobre esas dos situaciones, haber plasmado lo que deberíamos ser. Este “debería ser”, tenía que plasmarse o concretarse con objetivos que respondieran a los problemas y potencialidades que tenemos. Así se nos sugiero en un artículo que pude leer mu recientemente.
Una vez establecidos lo que deberíamos ser –objetivos- pasar seguidamente a establecer un conjunto de estrategias en las cuales debía aparecer dos aspectos esenciales y transversales, que si hemos tenido la oportunidad de oír lo que nos ha dicho el camarada Aristóbulo, era fácil de detectar y utilizar.
La insistencia de Aristóbulo sobre el poder popular no es un lugar común o es un slogan para llenar un vació. Aristóbulo está convencido de la importancia de esta herramienta que llamamos Poder Popular.
Afortunadamente, intervino Aristóbulo y les confieso que al oírlo, imaginariamente en vez de Aristóbulo, me hice la idea que Aristóbulo era Luis Beltrán Prieto Figueroa. Se me vino la imagen de prieto Figueroa, porque en su época, Prieto visualizó a la escuela como una importante herramienta para pasar de una sociedad de casta a una sociedad de sujetos: ciudadanos y ciudadanas. Aristóbulo en este encuentro, nos asomó la importancia que tienen la educación y la escuela para él y para el proceso de cambio. Asomó esa importancia, pero también dijo: Una escuela sin papa no sirve. Al decir esta frase, Aristóbulo insiste en su tema estratégico para la revolución: El pueblo. Esta revolución necesita de un pueblo ¡pila! El mensaje se detiene en ese espacio para quedarse ahí. Poder Popular y Educación es una ecuación perfecta. Son dos temas que están conectados y los que somos y deberíamos ser, tiene en esa ecuación la energía requerida.
Creo oírle decir, que la escuela era necesaria pero no suficiente. Hace falta la papa. En esa frase se concretó lo extraordinario de ese evento, que afortunadamente Aristóbulo pudo salvar. Aristóbulo con esta intervención y con otras ideas plasmadas en su intervención, tapo los huecos que dejó el “equipo” de los profesionales y técnicos de Anzoátegui por no ser más amplio en su trabajo.
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