Todo parece indicar que Carlos Mata Figueroa ganará la gobernación del estado Nueva Esparta, más allá de los deseos que uno tenga de que sea así. Morel salió a caminar las calles, los barrios, los sitios que el mismo olvidó por tantos años. La maquinaria, que antes le era suficiente, luce como el autobús del que fue su candidato en las presidenciales, a medida que pasan los días más gente se baja, advierten el barranco próximo, los daños del salitre; además, en un autobús, por muy grande que sea, no caben tantos; claro, que antes a él no le importaba: montaba a los suyos y el resto lo miraba pasar, pero ahora hay cansancio, mucho y, también, mucha esperanza en Mata Figueroa, en el matiz trasparente, la humildad y el hablar directo de genuina margariteñidad con el que ha llevado su campaña.
Muchos empleados de la gobernación, unos miles, donde hay muchos docentes, están esperando en silencio el 16 de diciembre para decirle que las dádivas de última hora, son necesarias para muchos de ellos y por eso no se desprecian, ya no equivalen a un voto; que las bolsas de comida nunca se pueden comparar con Mercal o Pdval porque estos últimos no humillan a nadie, que las casas de cultura sin presupuesto se van deteriorando y a nadie benefician, que dedicarle más tiempo a sus gallos y a sus negocios siendo gobernador es una burla, un acto supremo de egoísmo, una acción, ciertamente criminal, más aún en un estado con un potencial tal alto y unos 600 mil habitantes que podría estar irradiando bienestar y felicidad. Él debe saberlo, se lo dice el oficio que ha ejercido toda su vida, el de jugador, de apostador incesante, pero todo apostador necesita otro, un ingenuo que no perciba la rapidez de las manos, las espuelas envenenadas. La gente se cansó del juego. Compró dos diputados al Consejo Legislativo que llegaron allí con los votos nuestros y cedieron ante el poder y el dinero; hoy son despreciados por los margariteños y cochenses y vagan por ahí como almas en pena.
Lo llaman maestro; otros, los adoradores perpetuos y los que medran con él, profesor. Sin embargo, cuando tuvimos un programa en Radio Margarita, pedimos a los usuarios y usuarias que, si habían sido alumnos de él, llamaran para nosotros conocer por lo menos uno y… nadie llamó. Por eso le importa muy poco la situación de los docentes adscritos a la gobernación.
Hace algunos días, se bajaron unos cuantos empresarios y otros se pusieron en la puerta, quizás esperando que baje la velocidad del autobús, precaución de empresarios; las viejas matronas margariteñas, a pesar de las vallas donde aparece Morel con una de ellas, ya perdieron las cuentas de las promesas incumplidas y aquí, a dios gracias, mandan las mujeres y cuando tienen más edad mandan más.
Solo me falta ver, para reafirmar el triunfo de Mata Figueroa, los saltos de los llamados aquí en Margarita bailavalses, esos que bailan hoy con uno y mañana con otro, pasándose del morelismo-corruptismo para apoyar a Mata. Vi a uno en el comando de campaña, bajo silencioso, cabizbajo, se fue rapidito, no escribió en la prensa, se supo perdido, su buhonería verbal no atrapó a nadie; pero hay otros más osados.
Fíjense que se puede escribir un artículo con fe y esperanza en el triunfo del candidato de Chávez sin mencionar para nada a la dirigencia del Psuv en el estado, no hace falta, no hacen falta, algunas veces hasta entorpecen y restan. Carlos Mata lo sabe, pero sobre todo, lo sabe el pueblo.
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