Este 16 de diciembre se dará otra batalla, donde pugnan las masas por imponer cada una su voluntad, batalla de lo más pacifica que no solo habla del nivel político del pueblo venezolano, sino que convence al mundo de la alta actividad democrática que vive nuestro país desde que las mayorías decidieron emprender el sendero de la revolución. Es esta constante lucha democrática la que está generando, junto a los planes del gobierno revolucionario, las transformaciones culturales que han de llevar a Venezuela, a convertirse en la gran potencia latinoamericana, ya que no solo se trata de ser los propietarios de la mayor reserva petrolera, una de las primeras reservas gasíferas y una de las reservas ferríferas, del mundo, solo por mencionar algunas de las riquezas que detenta nuestra geografía y que hoy gracias a Chávez, el venezolano históricamente olvidado tiene acceso a ellas, no, esto se trata de manejarlas con la mayor consciencia posible por parte del pueblo al que el comandante Chávez, le ha inculcado el sentido de pertenencia que en tiempos de la cuarta república no existía, de allí que fueran enajenadas y no pasara nada, puesto que había una absoluta y forzada ausencia de ideales, los cuales habían sido reprimidos al comienzo, y a todo lo largo, de los gobiernos puntofijistas ante la necesidad de una masa indiferente a su fortuna material y así poder disponer de ellas a su antojo gobiernos cuyo único propósito era servir al imperialismo norteamericano.
De las masas que pugnan en las mesas electorales, una tiene su instrumento, la otra solo tiene aspiraciones sin formas definidas, guiadas por resentimientos instigados por los poderes facticos teniendo a los medios de comunicación como instrumentos de alta eficiencia en dicha tarea. El instrumento principal de la gran masa revolucionaria, la de mayor número de comulgantes, es el comandante Chávez, un ser extraordinario que ha puesto su salud en riesgo, al extremo, que hoy se encuentra al borde de la muerte y aun en este momento nos pide que sigamos adelante, que la revolución no solo depende de un hombre, nos dice, que ya es el pueblo el que tiene la disposición de sus propios destinos, ahora, siendo el pueblo quien se gobierna, siendo el pueblo quien decide que planes debe ejecutar el gobierno, ¿existe la posibilidad de volver a los tiempos de la democracia representativa, es decir, de la enajenación de la autoridad del pueblo, de su poder?, si, es posible que eso suceda, si el proceso revolucionario no mantiene la uniformidad de su plan en el territorio nacional, de manera que es sumamente necesario mantener los espacios ya ganados, no solo por mantenerlos en el mapa de la revolución; más bien es para profundizar en ellos este proceso que garantiza que al pueblo se le entregue lo que le pertenece, es decir, la autoridad que le ha de dar una absoluta disposición de sus riquezas, donde el estado juegue el papel que le corresponde como mandatario de un mandante y no como soberano de un súbdito que era el caso de la cuarta república.
Anzoátegui no es ajeno a esta lucha, es más, es Anzoátegui, la plaza más importante de la revolución, no solo venezolana, sino latinoamericana que aspira que en los momentos más difíciles en la salud de nuestro héroe sepamos valorar su sacrificio y permitamos seguir profundizando en socialismo que nos ha dado las riendas del gobierno y que se puede profundizar con los instrumentos que más se adecuan a nuestras necesidades, en nuestro caso es Aristóbulo Istúriz, como lo es Arias Cárdenas en el Zulia, o Tarek el Aisami, en aragua esa parte del corazón del comandante Chávez que debemos engranar para logar un país que quiere superar de una buena vez el viejo sistema que durante tanto tiempo le depauperizó, un país que quiere ser socialista a plenitud y en el cual las palabras del Che Guevara, tienen sus teatros de operaciones.
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