Estas elecciones pueden considerarse una de las más relevantes en el último siglo y medio de Colombia. Perdió hegemonía el bipartidismo. Pero más que ello, que se venía gestando desde las últimas tres elecciones presidenciales, es la actuación de la izquierda el fenómeno nuevo.
El Polo Democrático, Marcha Patriótica, Partido Comunista, Unión Patriótica, Alianza Verde y los Progresistas de Gustavo Petro, constituyen una gama variada; en esta representación están las fuerzas que más ha atacado la oligarquía colombiana. La Unión Patriótica es uno de los casos que sufrió el asesinato de unos 4 mil a 5 mil de sus dirigentes y militantes.
La decisión izquierdista de apoyar a Santos buscaba evitar que se hiciera gobierno el sector uribista que torpedea la paz negociada en Colombia. Estamos ante una muestra de pragmatismo y madurez política en función del objetivo estratégico de buscar la paz, para adelantar las banderas de cambio. Es comprensible que en algunos sectores no haya aceptación del acuerdo electoral.
Los voceros izquierdistas han manifestado que el acuerdo no llevaba implícito el apoyo al nuevo Gobierno de Santos y por tanto no va tras cargos en el gabinete y terminaba el día de los comicios.
Pero, aunque la izquierda buscará un espacio mayoritario dentro del pueblo colombiano, se requiere la legalización de la paz en el congreso si esta es decidida y eso será posible con nuevos acuerdos de la izquierda y el Gobierno. Aparece una nueva realidad política sobre todo para la izquierda de Colombia.
Santos ganó en Cúcuta, se cae esa especie del dominio uribista en frontera. También en Arauca y La Guajira. El PSUV y el Polo deben diseñar acercamiento con fuerzas amigas y chavistas del lado colombiano. En el Táchira Santos ganó en el Piñal y arrasó en La Fría ciudades donde hay buen trabajo y siempre triunfa el chavismo; en San Cristóbal lo contrario, ganó el uribismo.