El acaparamiento y bachaqueo ocurre en todo el país, su volumen en 18 estados es superior al de las entidades fronterizas. Las fronteras descuellan en estos momentos contrabandeando gasolina hacia Brasil, Caribe y Colombia, más algún ganado en pie a Colombia que a veces retornan como importación.
Hay algunos efectos no buscados en las ciudades fronterizas y algunos cambios podrían ser estructurales.
Cúcuta es una sobre determinación venezolana, su economía se comporta según decisiones de Caracas, no de Bogotá. En el bienio 79-80 el empleo cae en Colombia mientras Norte de Santander ascendía con Venezuela que disfrutaba aun, su alto ingreso de divisas, generado por el embargo petrolero árabe del año 1973. Luego, el 19 de febrero de 1983, viernes negro, cuando Caracas devalúa el dólar, esa decisión hizo caer la demanda de los venezolanos en las ciudades fronterizas colombianas, cerraron cientos de empresas, en Cúcuta 50.000 personas quedaron sin empleo.
En la actualidad, son más de 70 mil los desempleados en Cúcuta, la tasa nacional es de 8.9 % y en esa ciudad se ha movido entre el 18 y 20 %.Se repite la historia, debido al tipo de cambio, los tachirenses no van a comprar, por ello muchas empresas han cerrado.
En San Cristóbal es distinto, no hay crisis, cada día se registran cien nuevas empresas. Hasta la gobernación contribuye con ese movimiento, varias de sus direcciones regionales ahora son compañías mixtas. Hay boom de construcción de locales para micro empresas, la inversión oficial, como la de particulares nativos y la proveniente de Cúcuta, generan crecimiento económico, pero la ciudad es la de más alta inflación de Venezuela, la teoría dice que el crecimiento estimula la inflación, en el caso tachirense eso y otros factores pueden alejar el desarrollo.
Si no hay inversión para ejecutar planes de desarrollo, cuando se modifique el actual tipo de cambio, podría cambiar la situación y San Cristóbal sufrir el derrumbe, Cúcuta volvería a su actividad de ciudad de servicio para los venezolanos, pero con unidades económicas ausentes.
Por cierto la postura ante Colombia, impide ver que en las ciudades; La Línea -Brasil- y Santa Elena de Uairen -Venezuela- ocurre igual. La pequeña ciudad brasilera ha tenido una fuerte desaleración económica.
Este artículo no es conclusivo, busca generar reflexión sobre el presente y futuro de una realidad compleja y solo sugiere el diseño de una política fronteriza, que junto a la seguridad, contemple lo económico y toda la vida material, cultural y familiar con el otro lado, incorporando a los dos pueblos hermanos, lo que el Presidente Chávez llamaba la integración social.
A veces Caracas y Bogotá y muchos fronterizos, no captan, que la frontera debe mirarse en conjunto.