Para quienes somos neófitos en esto de la economía del café, el libro El Mercado del café oro, del escritor venezolano Orlando Ramírez nos, abre la posibilidad de entender el papel que la economía agrícola y muy particularmente la del café ha jugado en el desarrollo en los cambios socio políticos de nuestro país.
Después de devorar cada una de las paginas de esta investigación referida al rubro café desde su introducción al país entre los años 1730 y 1732 por el misionero José Gumilla y finalmente tener acceso a toda la estadística año por año en volúmenes y valor en bolívares hace que el interés sea cada vez mas fuerte sobre esta materia, sobre la cual ha cabalgando si se quiere la propia historia de nuestra patria.
Planta aromática que se extendió a lo largo y ancho de la Venezuela colonial, desde el Orinoco a los valles de caracas, Aragua, se abrió mas luego paso hacia estas tierras fértiles de los Andes Venezolanos donde hizo huella en su gente, en su economía, al extremo que del poder generando por la economía del café, surgió la unificación de un país, al que después de haber logrado su independencia política, parecía mas bien una confederación de pequeñas republiquitas, donde los caudillos locales hacían a su antojo lo que mas convenía a sus interés particulares y familiares o tendencias según al partido político al que perteneciere.
Aquí es bueno que se afirme con la justeza meridiana la verdad, que de no haber sido por la posición económica del Gran Estado de los Andes lograda, Indudablemente a través de los ingresos aportados por la producción del grano de café, el esfuerzo humano e inteligente de los conductores de la Revolución Restauradora, no hubiese sido seguramente el que hoy narra la historia contemporánea.
Es la economía del café, la que abre las puertas a la inversión extranjera; con la Presencia activa de los carteles cafetaleros de Alemania ubicados en e Maracaibo, Táchira y Cúcuta, centros que servían de puentes para la exportación del aromático producto hacia tierras europeas mayormente. En este punto, no se puede dejar de lado, que aun a finales del siglo XIX, Venezuela siendo una República en formación, con muchas dificultades en todos los órdenes. Razón por la que los capitales foráneos no arriesgaban en absoluto en las noveles naciones Latinoamericanas, es sólo con el empuje de la producción del café en el occidente del país que los consorcios alemanes inyectan o invierten sus capitales, en ese negocio tan rentable. Movimiento económico foráneo que abre la posibilidad de la existencia de múltiples redes ferroviarias entre Táchira-La Fría y Zulia-Encontrados y Colombia- Cúcuta y, buscando la llegada al lago de Maracaibo y por ende la salida al mar para llegar a los mercados europeos. De allí el tren que surcaba los espacios geográficos de La Fría, San Félix; Orope, Boca de Grita, Puerto Santander, San José de Las Palmas. Encontrados en el Zulia, Medio de transporte masivo, rápido y económico que ayudaba como es de suponer al desarrollo integral de esta zona occidental de Venezuela.
Esta realidad de una economía floreciente en base a la producción del café y en menor grado del cacao, hizo que en un momento tan crítico, como el que deparaba a finales del siglo XIX a una República que llevaba casi 70 años totalmente disgregada por las guerritas intestinas de cada uno de los caudillos Regionales; le abrió la posibilidad a un político de nuevo cuño y a un empresario como Cipriano Castro, y Juan Vicente Gómez , de entrar en la historia patria como los integracionistas que lograron unificar un país que encontraron hecho añicos; por la sin razón de las pasiones políticas y la corrupción de los personeros de turno que les había correspondido conducir la insipiente patria que estaba a punto de entrar al siglo XX enfrascada en una guerra civil que apuntaba a la secesión entre regiones componentes de un mismo país conocido como Venezuela, de manera tal que de no haber sido por la postura y toma del gobierno nacional por los andinos en ese glorioso año de 1898.
Por eso en estos nuevos tiempos, cuando el Táchira anda buscando esa posibilidad que ayer perdió por culpa de quienes irresponsablemente condujeron en los últimos 40 años el país (léase Adecos y Copeyanos), tenemos en la memoria descriptiva de la historia del café del profesor Orlando Ramírez, una fuente de saber que da espereza de reivindicación del gentilicio andino en los albores del nacimiento del siglo XXI, donde por razones mas que lógicas tendremos que redefinir el rol estratégico, tal cual se hizo hace más de 100 años, cuando correspondió decidir a los tachirenses de entonces lo que mejor convenía a la patria. En este orden de ideas, no debemos dejar de lado que el Táchira cuenta con un elemento estratégico interno como son sus manantiales de agua, sus tierras fértiles y por ende su potencial producción de hortalizas, papa y otros rublos que abastece en grado importante el consumo interno del país.
La investigación plasmada en este libro, permite entender que estamos a tiempo de ponernos de acuerdo en la definición de lo que fuimos, somos y queremos ser en adelante, en tanto que habitantes de esta altiplanicie andina bautizada como Táchira.