En su programa de radio el Gobernador del Estado Sucre en funciones expresó una genérica y ambigua afirmación en el momento de presentar a un grupo de hip-hop. Más allá de los hechos no pretendió su conductor establecer conexiones entre personajes y circunstancias, como tampoco presentarla como una secuencia neutra y objetiva, simplemente el relató desde su óptica tratando de establecer el hilo que las unió: "Enrique Maestre amante del Vallenato, Luis Acuña de la Burriquita y Edwin Rojas del hip-hop". Me ha parecido adecuada utilizar una modalidad así, para estos comentarios sobre la diversidad cultural que pretenden llamar la atención sobre la fantasiosa e inútil ilusión globalizadora que se pretende dar a esta disciplina, tan amada y arisca.
De este banal incidente surge la necesidad de preguntarse: ¿qué es lo que lo convierte en vanguardia cultural? Pues, exceptuando una genérica y ambigua afirmación sobre una práctica caracterizada por una sensibilidad híbrida, versátil, paradójica, tolerante y muy distanciada del purismo modernista, no hay en él un signo clarificador. Pero, en todo caso, el discurso errático, en el momento de presentar a un grupo de hip-hop, viene a cuerpo porque pudo utilizar los espacios comunicacionales para difundir en qué consiste su purismo modernista que caracteriza al grupo hip-hop como expresión cultural, sus intérpretes y su público, como su distanciamiento de la cultura popular. Porque en realidad, al margen de lo anecdótico, si para algo deben servir los espacios radiales y televisivos, es para hacer y mostrar lo que él imagina como vanguardismo cultural regional venezolano.
En fin, complejo y pequeño mundo este del viejo arte de señores, estableciendo líneas y conductas, lleno de anónimos y esforzados practicantes y multitud de seguidores que copan el escenario con fuegos fatuos y delicadas epidermis. Selecto mundo donde el talento, la arrogancia y la fragilidad mental conviven dentro de una disciplina confusa, de azarosa y contradictoria práctica, ligada inevitablemente a programas y circunstancias externas que se le imponen al cultor y rodeada de charlatanes que no ven, o tal vez no les importa ver. Al parecer, el preocuparnos por los aspectos cotidianos de la cultura me parece que cobra mayor relevancia en un estado como el nuestro. Pero, evitemos, de una vez, los comentarios sarcásticos, llenos de insulsas suspicacias, explicando claramente lo que motivó este escrito es, en definitiva, la amargura producida por el trabajo de nuestros cultores regionales. En consecuencia, la herida duele, y me quejo pues lo considero injusto.
Digo que presté particular atención a la reunión con los cultures después del desprecio por todo aquello que huela a pueblo, a mal gusto, a cosas viejas y del pasado, porque es evidente que en esos debates siempre aflora lo que en los papeles oficiales no se dice: las convicciones y los prejuicios que determina la lectura definitiva que el hoy gobernador le da a los acontecimientos del mundo objetivo. Sin pretender eludir el asunto planteado y asumiendo las consecuencias de esta respuesta, voy a utilizar la ocasión para dejar claro una posición crítica sobre el asunto de la infeliz declaración como mecanismo ad hoc en la pretensión de proteger aquellos bienes que, considerados como poseedores de valores culturales significativos, se encuentran amenazados por esta circunstancia. Y, quisiera que usted señor gobernador entendiera que, esa posición oficial está determinada por el resentimiento.
Sin duda, seguro estoy, que el entonces gobernador en funciones y candidato, hoy gobernador, ducho en el hic-hop, aceptaría que existe una buena dificultad para calificar –como él lo hizo-, una particular expresión de la actividad humana como representativa de nuestros más altos valores culturales regionales. Pues, siempre tal afirmación quedaría sujeta a la pregunta inevitable: ¿a quienes nos referimos cuando hablamos en primera persona del plural? Porque, en definitiva, esas expresiones totalizadoras se han demostrado sustentadas, más que en criterios técnicos o científicos inobjetables, en el conjunto de valores, creencias e imágenes que hemos conformado como representativas del mundo que observamos: IDEOLOGÍA LA LLAMAN.
Me pregunto: ¿Serán más altos, o más nuestros, los valores de la imaginaria guaiqueríes sobrevivientes de la conquista española? ¿O sus consecuencias el despojo de sus tierras, el mestizaje y la aculturación que modificaron en forma drástica la trayectoria evolutiva de su cultura, sus formas de vida tradicional y su territorio? No piense usted señor gobernador que le estoy pidiendo que, en vez de preocuparse por que "el Estado Sucre enfrenta un aumento progresivo de la población en edad de trabajar, un descenso en la capacidad de empleo y una modificación importante en el subperfil de Estado empleador que ha dado paso cierto a la modalidad de empleo informal", lo haga por los indígenas o por las expresiones culturales populares. Por eso entiendo que a usted le preocupe todo aquello que huela a pueblo, a mal gusto, a cosas viejas y del pasado, a menos que esté pensando, como parte de su plan de gobierno, en socializar la cultura hip-hop para convertirlo en una música que sea, de verdad, obligatorio para todos los ciudadanos del Estado Sucre.
Pero en fin, cada quien está donde le corresponde, o donde le interesa, estar. En todo caso, para que la preocupación que le anima no sea sólo un dolor de cabeza que quieren traspasar a algún ente oficial al que, ahora, se le exigirá cumplir con su deber; es bueno apuntar al centro del problema, que no está, de ninguna manera, en la formalidad de un documento de aclaratoria. Para que efectivamente la preocupación patrimonial vaya más allá de una élite musical o etnológica y se convierta en un sentimiento colectivo, hay que hacer muchas más cosas que sacar una aclaratoria.
El caso actual del Área de Interés Histórica de la ciudad de Cumaná, lleno de monumentos nacionales y por lo tanto de declaratorias patrimoniales, pisoteadas por gobernantes regionales que, a trocha y moche, levantaron una intervención deleznable desde todo punto de vista –para rendir un estereotipado homenaje a los 500 años de colonialismo español-; nos debe llenar de congoja y nos debe alentar sobre la inutilidad de acciones oficiales si los valores que se pretenden defender no son realmente interiorizados como valores culturales de todos.
Por lo de Cumaná, sometido a los avatares de un gobernante prepotente y un Alcalde de mirada corta que sonríe complacido frente a advenedizos proyectistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Por lo de un Área de Interés Histórica que se está cayendo a pedazos entre las rencillas de autoridades y representantes de la comunidad, mientras las apetencias burocráticas se devoran esos restos y las autoridades, como siempre, apuntan a objetivos desenfocados. Por el triste destino de muchos bienes patrimoniales, tangibles e intangibles que sortean un mundo de ignorancia, maltrato y negociaciones.
Es aquí donde la inexistencia de estudios genera uno de los puntos débiles del Área de Interés Histórica de la ciudad de Cumaná y, difícilmente, se contara con argumentaciones sólidas para afrontar la defensa de la ciudad; porque el ciudadano común no tiene ni voz ni voto en la construcción o destrucción, todo se hace en el entendido que eta es una hacienda y los gobernantes sus propietarios, sin que exista cosa ni que se parezca a una consulta a la opinión pública. En la ciudad de Cumaná las estatuas, fuentes y demás monumentos se mudan al capricho de los jefes: se puede echar abajo el Convento colonial de San Francisco para construir una gallera o talar todos los árboles del Parque Guaiquerí para poner una venta de perros calientes.
Por todo esto, le pido señor gobernador, en nombre del glorioso pueblo del Estado Sucre, que trabajemos no en formalidades aclaratorias sino en lo que creemos firmemente que debe ser nuestro norte de ahora en adelante: el esfuerzo de creación de una conciencia colectiva, elaborando planes integrales de conservación y desarrollo que encaucen los impulsos públicos y privados dirigidos a utilizar el patrimonio cultural como estrategia para mejorar localidad de vida. Pienso que esta es la tarea. Después vendrán las aclaratorias.