Menos mal para los pueblos, que los procesos revolucionarios en procura de la adaptación del Socialismo a los tiempos y a la idiosincrasia de cada parcela de la humanidad, van decantando de traidores parte del componente que hace palanca motora. Sólo que las purgas para la limpieza no drenan cuando la palanca que mueve el purgante, la dejamos en manos de poderes omnímodos, como fue el caso de la Unión Soviética bajo el régimen estalinista, después que murió Lenin. Régimen aquel que dista una inmensidad del sistema de gobierno transparente y progresista de Hugo Chávez Frías.
Uno de esos dos “bacalaos” en oriente, el más liviano pero con más osamentas y espinas, lo decantó, por fin, el pueblo de Antonio José de Sucre. Y decimos por fin porque ¿quién de nosotros que conocimos a ese bacalao como el joven médico de los hijos de los camaradas aventados a las montañas de Sucre por Rómulo Betancourt, se iba a imaginar que Ramón Martínez pactaría con los adecos contra el proceso revolucionario, camino al socialismo, dado y liderado por el pueblo y un militar de ese mismo pueblo?
Claro que no hay peor cuña que la del mismo palo. Pero eso se da cuando nosotros, leñateros, acuñamos con la raja del mismo palo para que no se nos trabe el hacha y en cuanto a la raja del bacalao de Cumaná, ya está ardiendo en el fuego lento con todo y cuña. Se volverá cenizas en el fogón de los adecos y la fragua de Ismael García, el logrero.
Visto el bacalao de Cumaná en la Redoma de Guaraguao, hoy Plaza Alberto Lovera, conjuntamente con el camarada Nelson Moreno para salvar a PDVSA de las garras de Carmona y el otro bacalao, el anzoateguiense de nombre David como el ovejero, nunca después llegamos a imaginarnos que el Ramón Martínez, fajador en defensa de la empresa más importante del país y que revolucionariamente aplaudimos, era el culpable de la debacle de las salinas de Araya, como públicamente lo han denunciado los salineros.
Por otro lado, y más grave aún, fue que la culpa del abandono de Cariaco después de la tragedia ocasionada por un incontrolable movimiento sísmico donde murieron centenares de colegiales con su maestra, fue del mismo gobernador Ramón Martínez.
Ahí está el Cariaco de Juan Quijano, con sus damnificados sin dolientes, sobre la misma onda de la falla terráquea. Unos, inocentes los menos, apegados al pequeño terruño; otros, los más porque tampoco tienen otra solución habitacional. Pero eso sí ¡cómo les gusta el capital como el aceite que afloja todo tornillo! Lo explica en este caso el hecho de que allí mismo, frente al deteriorado Cariaco, se llevó a cabo un gigantesco y costoso movimiento de tierra hecho por el capital usurero que, a primara vista, parece la pista de aterrizaje para los llamados Boeing supersónicos de esos que “rompen” el sonido. Miles de hectáreas removidas a todo lo ancho y largo, vigiladas por una descomunal estatua del bíblico y ovejero David. Además, como subterfugio turístico, un “lago” superficial alimentado por algo que imita una cascada, que no pasa de dos chorritos reciclados como para el encanto de quienes no tienen otra manera de disfrutar el tiempo del ocio necesario. Pero eso sí, a un costo de avaricia para poder entrar.
En buena hora, ya que todavía estamos a tiempo para que el estado Sucre se libere del bacalao descompuesto. Allí queda la infraestructura de las salineras de Araya y esas grandes extensiones de tierra pre urbanizadas y linderantes con Cariaco, listas como para construir las viviendas de miles de cariaqueños y demás pueblos de la región. Y seguros como estamos que con esta sí va la vencida, que los bacalaos no “nadarán” más en tierra seca, le echamos nuestro candidato socialista y cumanés de pura cepa Ramón Maestre, a los problemas dejados en peores condiciones por el bacalao de Sucre. Y este que se entierre con sus aliados pero que antes no se le ocurra pasar por Campoma, pues a esta gente también le duele Cariaco y no tolera a los adecos mandando de nuevo desde Cumaná.
Patria, Socialismo o barbarie.
*pedromendez_bna@yahoo.es