Jesús Cumare y su absurda tesis del estado Guaira (sic): habrá que ponerlo en su sitio "encore une fois!

En semanas recientes, el autodenominado cronista de La Guaira, Jesús Cumare, ha reincidido en sus absurdos e inconsistentes argumentos para cambiarle el topónimo al estado Vargas, por el de estado Guaira (sic). A continuación, presentamos algunas razones por las cuales la acariciada intención de Cumare no pasa de ser un delirio tropical:

a) Como hemos reiterado en innumerables ocasiones, el gentilicio “guaireño” se circunscribe a sólo una de las 11 parroquias que conforman el estado Vargas. La complejidad y extensión de la franja costera de nuestra entidad trasciende el vocablo de marras; por el contrario, el término “varguense” SÍ engloba una realidad geográfica, cultural y social más amplia.

b) Uno de los argumentos de “plastilina” de Jesús Cumare, es que como los turistas que vienen a tomar vacaciones a Vargas dicen “Vamos pa’ La Guaira” (*), eso debe ser una razón de peso para modificar la denominación actual del Litoral Central. ¡De locos! Habrá que inquirirle a Cumare qué será lo más relevante: ¿si la manera inexacta cómo a media Venezuela se le antoja llamarnos, o la identidad y profunda admiración por José María Vargas que profesamos los habitantes de este enclave regional? La mala costumbre de generalizar al estado Vargas como “La Guaira”, es sin duda un anacronismo lexical producto del papel preponderante y pionero de esa histórica parroquia en el desarrollo del Estado. Esto último no se discute y, efectivamente, La Guaira es, nada más y nada menos, la capital de Vargas. Pero de allí a proponer La Guaira como un factor semántico aglutinante del variopinto espectro litoralense, hay un trecho bien largo y colmado de “agujeros negros”.

c) Otra “idea” de Cumare traída por los pelos, es que José María Vargas -por una cuestión de hidalguía del insigne galeno- jamás hubiese aceptado que nuestra jurisdicción regional fuera bautizada con su nombre. ¡Habrá que ser bien necio para espetar tamaña sandez! Desde luego, Cumare, dada la probada humildad y entereza del prócer guaireño, él jamás hubiese apoyado esa decisión, así como Simón Bolívar prefería el título de ciudadano antes que el de Libertador. Lógico, ¿no? Ni Vargas, ni Bolívar podían ponderar la perspectiva histórica global de sus luchas en el transcurrir de las décadas y de los centenarios, pero nosotros, sus compatriotas y agradecidos hijos, sí estamos en capacidad de ello y nuestra obligación es honrarlos como se lo merecen. Ellos nos dieron la Patria que hoy tenemos. Es más, apuesto a que Francisco de Miranda –así como muchos- también se hubiese ruborizado al enterarse de que una región de Venezuela ostenta hoy en día su apellido. Quizás tampoco le hubiese agradado, al “Caraqueño Universal”, la idea de estar en el rosario de nombres incrustados en el Arco del Triunfo de la Plaza “La Estrella” parisina; sin embargo, allí está, para orgullo de todos los venezolanos. Nuestros precursores y próceres de la Independencia eran figuras magnánimas que, evidentemente, habrían rechazado ese tipo de homenajes. La diferencia, Jesús Cumare, es que como venezolanos debemos exaltar el legado de nuestros héroes en el presente y para la posteridad. Por lo tanto, ese argumento falaz acerca de Vargas no deja de ser una vulgar perogrullada.

d) Si bien es cierto que durante años se puso en relieve el paradigma de José María Vargas y, por desgracia, se echaron al olvido a hijos ilustres del Litoral Central como Manuel Gual y José María España, ahora no podemos repetir el mismo error pero al revés. ¡No! Cada uno de esos personajes tiene su espacio y su mérito dentro del acontecer histórico de nuestra cálida región. Es una estrategia infeliz y artera rescatar del olvido a Gual y España, al tiempo que se intenta enterrar –con premeditación y alevosía- la contribución científica, académica y política del sabio guaireño José María Vargas.

e) Sólo hasta ahora es cuando Jesús Cumare reconoce que, sin lugar a dudas, debe realizarse un referéndum para consultar a la población acerca del cambio de nombre al estado Vargas. Aunque en sus anteriores ensayos nunca hizo mención de ello, ahora no le queda más remedio que aceptar el reto que lanzamos hace unos meses desde Aporrea.org. ¿Cuál es el miedo a la consulta? Simple, él sabe que esa propuesta de Estado Guaira (sic) sólo podría concretarse en una Cámara “à huis clos”, ya que por el voto popular la tendría “bien cuesta arriba”. La gran mayoría del Litoral Central se identifica con el vocablo “varguense”, así le duela a Cumare y a unos cuantos.

f) Sería recomendable que Jesús Cumare, antes de proseguir con su perorata anti-científica de “Vargas vs. La Guaira”, se detuviera a apreciar las graves deficiencias de su discurso. Primero, si la propuesta es sustituir “Vargas” por “La Guaira”, entonces debería ser “Estado La Guaira” y no “Estado Guaira”, como él sostiene. Sencillo, si el artículo femenino definido “la” forma parte del topónimo, lo más sensato es que se conserve. ¿O no? ¿Será que mandamos de nuevo a Cumare a la primaria para hacer un repaso en el uso de los artículos? ¡Por Dioxxx! Segundo, en su ensayo del 24 de enero de 2010, en Últimas Noticias, página 25, Jesús Cumare queda muy mal parado con dos deslices lingüísticos IMPERDONALES. En la línea 5 del primer párrafo transcribe “INTENSIÓN”, en vez del correcto “INTENCIÓN”; y en el octavo párrafo del mismo escrito, redacta: “(…) Pido disculpas [sic] si el tono de mis expresiones pareciera un poco duro (…)”. Por si no lo sabías, estimado Cumare, las disculpas SE OFRECEN, ¡NO SE PIDEN! ¿Entendido?

Lo cierto es que el debate artificial sobre el cambio de nombre al Estado no deja de ser un mero capricho de Jesús Cumare y de algunos desubicados con harta exposición mediática. Por los momentos, nuestra entidad tiene problemas más críticos por solucionar como la vialidad, la seguridad personal, la vivienda y la ausencia de un sistema masivo de transporte de alta velocidad que acabe con el abyecto monopolio de las líneas suburbanas hacia Caracas. El referéndum es un punto de honor para todos los habitantes y las autoridades regionales revolucionarias, pero no es lo más imperante por ahora.

elinodoro@yahoo.com>

(*) Una estrategia para combatir tal imprecisión geográfica sería el impulso de una agresiva campaña publicitaria, por parte del gobierno estatal regional y sus instituciones, para promocionar al estado Vargas con todas las de la ley y a escala nacional. Señalar el error y corregirlo es un deber de todos los varguenses. “La Guaira” es una voz indígena muy bonita y, además, a dicha parroquia nos unen lazos de querencia indestructible. En lo concerniente a mí, me crié en La Guaira y viví años de mi niñez allí, por lo cual no se me puede tachar de anti-guaireño. Sólo que al pan, pan.


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Adán Gonzalez Liendo (*)

Traductor, corrector de estilo y locutor

 elinodoro@yahoo.com      @rpkampuchea

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