¡Qué bueno lo que vino después! El motor de todo esto tiene nombre y apellido. La voluntad transformadora de los pueblos. La búsqueda sueños milenarios por los excluidos de siempre. Los sometidos. Los que sólo eran llamados a votar y que hoy, en muchos países de nuestra América, son herramienta y motor para hacer de la manoseada democracia representativa un vehículo de protagonismo y participación popular.
Después del “Yo
sí puedo” vinieron cosas interesantes que han sido menospreciadas
e invisibilizadas por los grandes medios y las oligarquías. En salud
y educación ha funcionado toda una unidad latinoamericana, cuyo ejemplo
ha sido la hermana Revolución Cubana. La Misión Milagro le ha devuelto
la vista a millones que jamás tuvieron acceso a las clínicas
privadas ni hubo gobiernos que los tomaran en cuenta.
La cosa se ha puesto interesante porque la iniciativa revolucionaria se cocina con el poder popular como eje protagónico. Realidad y Misiones. Rivas, Sucre, Barrio Adentro, Cultura, deporte, Mercal, Pedeval, AgroVenezuela, Madres de Barrrio, etc.
La realidad nos dice que la educación en sus diversos niveles abrió sus puertas y ventanas para todos. Ya la educación superior, por ejemplo, dejó de ser para las élites. Y los niños de los primeros niveles y grados se convierten en lo más preciado.
Esta felicidad, que es nuestra, nos hace recordar las dificultades y limitaciones de hace años atrás. ¡Qué alegría los libros y cuadernos! ¡Qué alegría una computadora! ¡Qué felicidad volver a clases de esta manera!
La democracia deja de ser entelequia. Deja de ser mentira, engaño y frustración para millones, y se convierte en práctica y vivencia, para pisarle los talones a una nueva relación socioproductiva que indudablemente será el socialismo. Lo importante es que cada día la justicia está más cerca y al lado de un pueblo que la ha luchado. Todo cuanto ocurre en beneficio de nuestro pueblo nos hace sentir orgullosos de la Revolución Bolivariana y del liderazgo de Chávez.