Esta semana hemos celebrado dos acontecimientos sumamente importantes para nuestro país y para nuestra soberanía. Por un lado, un nuevo aniversario de nuestra independencia nacional, con la trascendencia que este acontecimiento ha tenido en los últimos dos siglos tanto para la historia latinoamericana como para la historia del mundo, y por otro lado, la incorporación definitiva de nuestro país como miembro pleno del MERCOSUR.
Estos dos hechos, que no por casualidad se están celebrando en fechas tan cercanas, son dignos de ser analizados en el contexto geopolítico actual, puesto que están íntimamente ligados.
BOLÍVAR: UN PRECLARO INTEGRACIONISTA
Por un lado, la independencia de nuestro país tuvo importantes consecuencias en el resto del continente. A partir del momento en que se declara nuestra independencia, los colonizadores intentan restaurar el status quo, y por tanto la guerra era inevitable. En los años que siguieron, la lucha intestina se hizo costumbre.
Pero el Libertador tuvo claro, desde el primer momento, que nuestra independencia no podía venir sola. Que nuestro destino estaba intrínsecamente ligado al del resto de las nuevas repúblicas.
Es por eso que Bolívar no se conforma con consolidar militarmente la independencia en Venezuela ni en la Gran Colombia, sino que lleva el ejército libertador también hasta Ecuador, Perú y Bolivia.
La conciencia política del hijo más grande de nuestras tierras le hacía entender, con perfecta claridad, que no se podía, en este continente, hablar de la independencia, si esta no abarcaba la integralidad de la América Española.
Por esa misma razón, no solo llevó a nuestros ejércitos a luchar por una misma causa, todos como un solo hombre y con un solo corazón, sino que además se preocupó por profundizar la conciencia política de todos aquellos que tenían la responsabilidad de dirigir los destinos de las diferentes naciones. Por ello, se encargó de llevar adelante acciones integracionistas como la convocatoria al Congreso Anfictiónico de Panamá, del cual hablamos recientemente en uno de nuestros artículos.
En otras palabras, para Bolívar, independencia e integración debían ir de la mano. No podía existir la una sin la otra, porque nunca sería sustentable la primera sin la segunda.
LA UNIÓN DEL SUR: NUESTRO DESTINO MANIFIESTO
Hay quienes han creído que su “destino manifiesto” es apropiarse de las naciones suramericanas, colonizarlas y hacerlas “progresar” a su modo muy particular de pensar. Sin embargo, simplemente con echar una mirada a un mapa del continente, la lógica geográfica indica, con absoluta claridad, que Sur América es un polo de desarrollo en sí mismo y que tiene su propio destino manifiesto: el de la integración.
Pero en el caso de que el dibujo de los horizontes geográficos y geopolíticos no fuera suficientemente claro, luego, cuando uno traspasa las figuras y se adentra en los detalles y potencialidades de nuestra región, no queda ninguna duda de que la misma presenta unas capacidades que son envidiables para cualquier otra zona del planeta.
El lado sur de nuestro continente cuenta con recursos energéticos, agrícolas, hídricos y de biodiversidad, que lo convierten en uno de los lugares más ricos del mundo. Por otro lado, nuestros pueblos no solo han vivido una historia común que los une inexorablemente y para siempre, sino que, además, y a diferencia de otras importantes regiones del resto del mundo, tenemos la bendición de compartir una misma cultura, un mismo idioma, una misma identidad religiosa, unas mimas costumbres, en fin, estamos unidos a través del lazo más importante: nuestros pueblos.
Lo que para otras regiones es motivo de divisiones, peleas y hasta guerras constantes, para nosotros, por el contrario, es nuestro principal motivo de unión.
NADIE PODRÁ DIVIDIR LO QUE NUESTROS PUEBLOS HAN UNIDO
Exactamente porque hay otros que han entendido, así como desde hace dos siglos lo comprendió muy bien Bolívar, que nuestra independencia está intrínsecamente ligada a nuestra integración, es que se han hecho tantos esfuerzos por dividirnos.
Afortunadamente, lo que se ha intentado hacer por la vía política e internacional, suele resolverse casi siempre, de manera muy fácil, por el lenguaje de nuestros pueblos.
Recuerdo perfectamente que cuando se presentó, por solo citar un ejemplo, la situación muy difícil entre Colombia y Venezuela, a raíz del caso de Rodrigo Granda, en la cual ambos embajadores fueron llamados a consultas a sus capitales, los pueblos de ambas naciones se negaron a limitar el intercambio mutuo. Los medios de comunicación presentaron gran cantidad de encuestas en las que la gente rechazaba la situación y exhortaba a los gobiernos de ambos países a buscar una salida rápida al problema. Hasta se llegaron a componer canciones, con los ritmos típicos de los dos países, que hacían un llamado a la unidad.
Luego de ese incidente, afortunadamente la relación entre los dos países y entre los dos gobiernos ha sido insuperable, probablemente porque a raíz de ese problema los líderes entendieron lo que para los pueblos era natural y claro desde siempre: que, independientemente de que podamos tener algunas diferencias coyunturales, siempre seremos hermanos de sangre, de alma, de historia, de luchas y de amores compartidos.
¿CLARIDAD PARA AFUERA Y OSCURIDAD PARA LA CASA?
Cuando Bolívar llevó a los ejércitos venezolanos a luchar en otros lugares, también fue criticado. La oligarquía que permanecía en las grandes ciudades coloniales aprovecharon el momento para intentar desprestigiar al Libertador, argumentado con frases que hoy nos vuelven a sonar familiares, en el sentido de hacer creer a la gente que Bolívar se había olvidado de los venezolanos y de sus necesidades, y que sólo estaba pendiente de los otros territorios. También hubo quien dijo que a Bolívar se le había subido el poder a la cabeza y que lo que pretendía era declararse emperador de todos estos territorios. Cualquier parecido con la actual realidad no es pura coincidencia.
Tanto ayer como hoy, existen sólo dos posibles razones por las que alguien puede utilizar argumentos tan absurdos y desproporcionados. Quien así se expresa, o es muy ignorante o es muy mal intencionado. Y ninguna de las dos situaciones merece perdón. En el primer caso, porque no se puede ser ignorante de la historia que nos ha configurado, de la que nos ha definido y nos ha hecho ser lo que somos, sin que esto represente un grave peligro colectivo. En el segundo caso, por razones obvias. Porque la mala fe, además de peligrosa, es dolorosa.
MERCOSUR: EL INICIO DEL SUEÑO
La adhesión definitiva de Venezuela al MERCOSUR implica que, en estos momentos, el 75% de los recursos de la región están al servicio de la integración. Este polo que se ha constituido entre nuestros 5 países, traerá, como consecuencia maravillosa, que otros también se incorporen, con lo que lo acontecido esta semana en nuestro país no es otra cosa que el inicio de la concreción del sueño bolivariano.
Donde quiera que se encuentre el Padre de la Patria, seguro estará bendiciendo este importante esfuerzo por la unidad. Tal y como lo dice nuestro Himno Nacional: “Unida con lazos, que el cielo formó”.
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