La ciencia es proceso y producto y, en ello, existe un amplio debate porque entre otras tantas cosas, se discute también su ámbito geográfico de producción y la naturaleza de ésta. Como, por ejemplo, si depende del acervo cultural de una región o nación. O bien si discurre siempre sobre aspectos teóricos fundamentales como la llamada ciencia pura, básica. Si es aplicada con fines de resolver problemas concretos de personas y comunidades que demandan modelos empíricos con potencia para romper nudos críticos en la cotidianidad (por ejemplo: calidad del agua, aire y suelos, producción agrícola y pecuaria para garantizar la alimentación, nuevos materiales para la construcción de viviendas e infraestructura de puentes, muros, maquinarias , procesos industriales y demás cosas por el estilo); a lo anterior está también la cuestión de si una nación debe copiar y adaptar modelos científicos universales extranjeros o crear ciencia y tecnología en el ámbito nacional venezolano, esto determinaría la existencia de una ciencia y tecnologías propias.
Autores como Berroterán-Núñez y Rodríguez (2012) en la Introducción a la obra "Consideraciones Teórico-Políticas para Ciencia y Tecnología en la Revolución Bolivariana Venezolana, acotan que existe un caos conceptual y desde instancias del Gobierno Bolivariano proponen dos definiciones:
"… que pretenden ser más precisas, a saber: Ciencia como proceso intencional y sistemático de búsqueda, descubrimiento, creación y revisión permanente de saberes que son altamente confiables en el momento socio-histórico actual, así como el resultado organizado que se logra mediante dicho proceso. Técnica es saber útil y el doble proceso de crear objetos y sistemas (tangibles e intangibles), así como de aplicar el conocimiento científico y común para resolver problemas prácticos y complejos del momento, verificados por el ser humano. En estas definiciones, se puede observar que percibimos la ciencia como proceso social y un producto" (p. 20).
Más adelante agrega que la ciencia representa algo que conviene citar también literalmente, hela aquí y con perdón por no parafrasear:
"Un proceso de descubrir, pero también de crear saberes. Precisamos el descubrir o crear saberes, y no conocimientos, porque el primer concepto es más amplio y flexible que el segundo, es cual está vinculado ineludiblemente a la verdad, concepto casi siempre utópico y cada vez menos aceptado como definitorio de la ciencia. Además, distinguimos la ciencia como un proceso racional de lograr saberes y también, como el producto de ese proceso. Por otra parte, hemos incluido en la definición de ciencia el término descriptivo en el momento socio-histórico actual, con lo cual destacamos la cualidad más original de la ciencia como es su carácter de conocimiento revisable; es decir, como proceso que persigue y nunca logra la verdad definitiva o absoluta, simplemente una aproximación a ella" (ídem).
Se puede decir entonces que la primera condición parece aludir a su aspecto histórico por ser la creación más elevada de la racionalidad humana de un tiempo y lugar, digamos Egipto, Grecia, Meso América o los Andes Latinoamericanos en el marco de las altas culturas; la ciencia es producto en tanto elaboración teorética de personas o grupos que tienen una necesidad urgente de saber, se atreven, piensan y actúan: que se paran frente a determinadas dimensiones de la realidad física o sociohistórica, observan, realizan inferencias y postulan explicaciones o formulan conjeturas susceptibles de comprobarse o ser sometidas a contrastación; de tal suerte que de acuerdo con Penrose (2000) la ciencia representa:
"… uno de los viajes de descubrimiento más importantes y apasionantes en los que se ha embarcado la humanidad. Se trata de la búsqueda de los principios subyacentes que rigen el comportamiento de nuestro universo. Es un viaje que ha durado más de dos mil quinientos años, de modo que no debería sorprendernos que al final se hayan hecho progresos sustanciales. Pero este viaje se ha mostrado muy difícil, y en la mayoría de los casos, el conocimiento real se ha llegado lentamente. Esta dificultad intrínseca nos ha llevado en muchas direcciones falsas, y de ello deberíamos aprender a ser cautos. Pero el siglo XX nos ha revelado nuevas y extraordinarias ideas, algunas tan impresionantes que muchos científicos actuales han expresado la opinión de que podríamos estar cerca de una comprensión básica de todos los principios subyacentes en la física" (p. 21).
La ciencia entonces constituye algo fascinante y uno no se cansa de sugerir que debería ampliarse su difusión hoy en Venezuela, sobre todo en la coyuntura actual cuando es notorio la fuga de talentos, la carrera de científico abre nuevos horizontes en el ámbito nacional, por demás obras como las aquí se citan son muy interesantes, pero carecen de una amplia socialización y creemos que tienen acceso a éstas sólo grupos restringidos, baste decir en la 13 Feria Internacional del Libro ofrecida días atrás en Barquisimeto, la excelente compilación del 1er. Congreso Venezolano de Ciencia, Tecnología e Innovación en el marco de la LOCTI y del PEII, evento que se llevó a cabo del 23 al 26 de septiembre de 2012, no estaba a la venta, era parte de una mesa de exhibición y la obra de Penrose la hallamos por casualidad en la ya desaparecida Librería Nachos del CC Metrópolis en 2009 y hoy está ¡carísima! Aunque, claro, eso que Gastón Bachellard (1978) denomina formar el espíritu científico cuesta trabajo y mucho real, tanto para el Estado-Nación como para las personas individuales.
Referencias
Berroterán Núñez, J. L y Rodríguez, M. C. (2012). Consideraciones Teórico-Políticas para la Ciencia y Tecnología en la Revolución Bolivariana Venezolana. Ediciones Oncti. Caracas.
Bachellard, G. (1978). La formación del espíritu científico. Fondo de Cultura Económica. México.
Penrose, R. (2006). El camino de la realidad. Una guía completa de las leyes del universo. Debate. Barcelona.