La ciencia y la tecnología, articuladas al sistema de propiedad intelectual, han comenzado a percibirse en los países del Sur, y a partir de la vigencia del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC) de 1994, como poderes globales e instrumentos de dominación bajo el control de los llamados conglomerados transnacionales.
En este esquema, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), juega un rol determinante emergiendo como “autoridad colonial colectiva”, pues es formadora de la doctrina que impera en la mayor parte de las oficinas de propiedad intelectual, impulsando y concretando la “armonización” de estas políticas al interior de los países, sin tener en cuenta los diferentes grados de desarrollo.
La virtual transnacionalización de las oficinas de patentes y su alineamiento conciente a las directrices emanadas de OMPI/OMC, las han convertido en agentes de aplicación de leyes contrarias al interés nacional, satélites de OMPI, y órganos propagandísticos de la “protección por patentes”, eufemismo que oculta la construcción de megamonopolios legales apropiadores de la riqueza de los pueblos. Para el neoliberalismo, la importancia de la propiedad intelectual radica, en la actual revolución tecnológica, en ser “instrumento de dominación” (Samán, 2005)[1] y control de la tecnología requerida por el capitalismo en su proceso expansivo.
El discurso clásico omite enunciar quien es el actor social que controla los conocimientos necesarios para la producción, y sustrae a los productores de la propiedad (los trabajadores asalariados) de sus medios de producción, y de sus conocimientos colectivos. La propiedad intelectual ha estado ligada a la ciencia y la tecnología, al trabajo y la producción, siendo utilizada como “instrumento de saqueo” por las empresas transnacionales en sociedad con los gobiernos de la “tríada”: Estados Unidos, Europa y Japón, quien ejerce su dominio sobre el conjunto de las “periferias” del Mundo. Tal como lo señalara Chomsky:” el Tercer Mundo fue obligado a aceptar las fuerzas del mercado, pero no Inglaterra, EE.UU., Alemania ni Francia. De hecho, los estados poderosos pudieron serlo porque violaron todas las normas del comercio libre y de la Organización Mundial del Comercio, o las normas que hoy se intentan fijar, que en definitiva están diciendo "no se desarrollen" (2004).[2]
Este esquema requiere de instituciones que gestionen el sistema económico mundial, surgiendo como organismos claves el FMI, el BM, y más tarde la OMC/OMPI, entre otros, y creados por el bloque de países liderado por los Estados Unidos que actúa en forma coordinada “Europa y Japón nunca mantienen posiciones diferentes a las de Estados Unidos en ninguna de las instituciones gestoras de la economía global, ya sea el Banco Mundial, el FMI o la OMC” (Amín, 2003).[3]
En algunos países de América Latina y el Caribe, donde actualmente se desarrolla un proceso de transformación impulsado por los pueblos y las instituciones estatales, se comienza a asumir al conocimiento y a la tecnología como herramientas de construcción de poder popular destinadas a enfrentar las asimetrías existentes. La Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) es una nueva propuesta, de unión e integración, basada en principios de cooperación, solidaridad y complementariedad económica, social, cultural y tecnológica intra-regional, que surge como modelo alternativo al decadente modelo neoliberal encarnado en la Alianza del Libre Comercio para las Américas (ALCA) impulsada desde el Norte y enterrada en Mar del Plata, que profundizaba las desigualdades al favorecer la concentración de riquezas en estratos privilegiados, provocando la exclusión de una considerable parte de la humanidad.
En este sentido, el ALBA asume como imperativo “atacar los obstáculos que impiden la verdadera integración, como son la pobreza y la excusión social, el intercambio desigual y las condiciones inequitativas de las relaciones internacionales, el acceso a la información, a la tecnología y al conocimiento”[4]. Es una posibilidad concreta de transformar la realidad bajo una nueva visión orientada a construir consensos y alcanzar el desarrollo endógeno nacional y regional que contribuya a erradicar el flagelo de la pobreza e impulsar el bienestar de los pueblos.
El ideario de esta alternativa en construcción incluye que asegure una sana competencia y difunda además el progreso científico y tecnológico. Avanza en el criterio de considerar a la actual normativa de propiedad intelectual como impedimento para la construcción de alternativas, al afirmar que se deben “remover los obstáculos para tener acceso a la información, el conocimiento y la tecnología que se derivan de los actuales acuerdos de propiedad intelectual”[5].
Esta tarea solo puede ser alcanzada lejos de la nefasta influencia de los organismos internacionales al servicio del imperio, entre los que se encuentran la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual.
[2] Chomsky, N. (2004). Revista Acción, entrevista de Ulises Gorini. Los dilemas de la dominación . Recuperado en enero de 2007 de la World Wide Web: http://www.rebelion.org/chomsky/040121chom.htm
[3]Amin, S. (2003). La Revolución Tecnológica en el corazón de las contradicciones del capitalismo senil. (Garreto, H y Morales, B. Trad.). Recuperado en enero de 2007 de la World Wide Web: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=16144
[4]¿Qué es el ALBA? (s.f.).Ministerio de Estado para la Integración y Comercio Exterior. (pag. 2) Recuperado en enero de 2007 de la World Wide Web: http://www.alternativabolivariana.org/pdf/alba_mice_es.pdf
[5]¿Qué es el ALBA? (s.f.).Ministerio de Estado para la Integración y Comercio Exterior. (pag. 5) Recuperado en enero de 2007 de la World Wide Web: http://www.alternativabolivariana.org/pdf/alba_mice_es.pdf