Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, Comercio es: “1. m. Negociación que se hace comprando y vendiendo o permutando géneros o mercancías”, y Mercancía es la “Cosa mueble que se hace objeto de trato o venta”. (Aclaro que los académicos de la RAE no son comunistas ni mucho menos).
Queda claro que Comercio es un sencillo negocio de compra y venta y en ningún momento se establece que ese comercio tiene que ser necesariamente capitalista, aunque los “sesudos” interpretadores de la “intelectualidad” escuálida no pueden entender que exista algo distinto al capitalismo, como no sea el comunismo, especie de “coco” que les pretende quitar “lo suyo”, que ha sido expropiado a la mayoría de la humanidad, de acuerdo con la economía política.
Para diferenciar el comercio socialista del capitalista tenemos que definir, en pocas palabras, ambos sistemas: El Socialismo tiene como beneficiaria principal a toda la sociedad, en ese sistema la gente vale por sí misma y las relaciones sociales se basan en la solidaridad, la complementariedad y el equilibrio. El resultado de estas relaciones sociales es el progreso de toda la sociedad en equidad y armonía. Comercio socialista es, entonces, el intercambio y la distribución planificada de los bienes, se produce y se distribuye para satisfacer necesidades, en beneficio de toda la población.
En el capitalismo, por el contrario, opera el principio de “Cuánto tienes, tanto vales”, y su principio fundamental es la acumulación de capital, Cuanto más, mejor. Pero como los bienes materiales no son infinitos, la acumulación de riquezas se basa en el despojo a la mayoría, en la explotación de la gente por los ricos y produce miseria, confrontaciones y diferencias sociales antagónicas, debido a que, como dice hasta la biblia, “No puede estar en paz la hiena con el perro”. Comercio capitalista es lo que padecemos en la actualidad: Una manera de despojar a la gente de su dinero para acumularlo excesivamente en beneficio de unos pocos y en perjuicio de toda la población.
Robarse los víveres de Mercal o de PDVAL, inflar los precios artificialmente, condicionar la compra a la adquisición de los “regionales” (léase los del grupo Polar” No es comercio socialista.
Lo que el Ministro Samán plantea es, sencillamente, despojar el comercio de su carácter usurero y ladrón, para dejarlo sólo como intercambio, que produzca los beneficios suficientes para mantenerse a sí mismo y dar a sus trabajadores una vida decente, eliminando la plusvalía proveniente, tanto de la explotación de los trabajadores, como de la estafa a los compradores por medio de la especulación. Y con los medios de producción en manos de los trabajadores, la producción de bienes no se manipulará para crear escasez artificial.
Con el comercio socialista se eliminan los males principales de ese sistema, que han producido en Venezuela la inflación más descabellada:
* La ley capitalista de la oferta y la demanda, por medio de la cual cuando más necesitas, más caro te venden, en la cual el precio se basa en lo máximo que la gente pueda pagar y no en el valor de uso de los “objetos muebles” que se están vendiendo y comprando.
* La escasez artificial producida por los comerciantes con el fin de lograr que la oferta se reduzca para crear ansiedad en los compradores y así estén dispuestos a pagar lo que les pidan.
* El acaparamiento de productos que se compran a un precio bajo para, después de la escasez artificial que ese acaparamiento produce, venderlos a precios especulativos.
El comercio capitalista ha devenido en la más inmoral delincuencia y ha expandido sus células malignas en todo el cuerpo social, de modo que hasta los detallistas, que son más compradores que vendedores, se identifican más con el especulador que con sus víctimas y así actúan, extendiendo la cadena hasta a los más ínfimos vasos capilares del comercio minorista, es decir, corrompiendo al pueblo.
El comercio socialista soluciona de raíz los problemas de inflación y delincuencia en nuestro país, los cuales no tienen remedio en el marco del sistema capitalista.
Es hipócrita la posición de quienes niegan el comercio socialista y simultáneamente se quejan de que el gobierno no ha resuelto el problema de la inflación que, extrañamente, en Venezuela sigue aumentando, a pesar de que el capitalismo experimenta la crisis más grave de su historia, hecho que ha debido producir una baja de precios en todas las cosas, sobre todo las importadas, lo cual demuestra que la especulación, junto con la delincuencia, llevada a un punto crítico por el paramilitarismo colombiano y la guerra mediática es, en la actualidad, una táctica más de la guerra de cuarta generación, destinada a producir descontento entre la población para sacarle el piso al gobierno bolivariano, a fin de debilitarlo para darle el ataque final.
Pero, tal como dice Mario Silva, en sus intentos SE VAN A ENCONTRAR DE FRENTE CON EL PUEBLO.
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