En medio de tanta picadura de alacrán y tanta baba corruptora del sistema capitalista, la profundización del proceso revolucionario, en su rumbo al socialismo da un paso más en su avance, con la creación del sistema COMERSO, de mercados socialistas, que será comandado, por mandato presidencial, por el ministro Eduardo Samán.
Al escuchar la frase “Comerso y comersitos” no tuvimos más que temblar de angustia ante la posibilidad de que esta iniciativa revolucionaria se convirtiera en un Mercal más, que fue otra actividad creada con el fin de combatir la especulación, pero que fue fieramente vapuleada por el capitalismo ambiental, que por medio de sobornos, sabotaje y fuerza ideológica, terminó convirtiendo el sistema Mercal en un parapeto casi inocuo, si no fuera por los operativos que se hacían en las ciudades, muy buenos como un inicio y un ensayo, pero que no pudieron resolver el problema masivo de la especulación.
Muchos mercales terminaron privatizados, en manos de comerciantes sin escrúpulos y escuálidos, quienes condicionaron la venta de los alimentos a la adquisición de los “regionales”, casi siempre harina Pan y otros productos del grupo Polar, enemigo implacable del pueblo y la revolución. La negociación, por camiones completos, de los pollos y otros alimentos de la mayoría, a mayoristas corruptores, el monopolio por parte del grupo Polar y otras roscas escuálidas, de la comercialización de alimentos, y las roscas de intermediarios de los productos agrícolas, todo eso junto, llevó a Mercal a un punto en el cual ya no podía avanzar más, y ya la gente sencilla en la calle sabía que sólo en los operativos se conseguían alimentos a precios razonablemente bajos como para poder comprarlos sin que les diera un patatús ante los precios.
Los Mercalitos terminaron convirtiéndose en bodegas como cualesquiera otras, que poco a poco dejaron de ser desabastecidas y al final vendieron lo mismo que en todas partes, recibiendo algún que otro bulto de harina de maíz y leche, cuya venta muchas veces condicionaban, como en los mercales privatizados. Y la mentalidad de bodeguero siguió campeando, entendida ésta como la conducta de un pobre en un barrio que mira a sus vecinos, que le compran, como si fuera un burgués explotador que especula en pequeño, con la esperanza de que su negocio crezca para especular a gran escala.
Y es que la formación ideológica de quienes participan en el proceso de distribución de alimentos, más que en cualquier otra actividad, es indispensable, porque allí está la solución a una necesidad básica del ser humano, y la posibilidad de acabar de raíz con la especulación a todos los niveles.
Pero este nuevo sistema socialista de mercados, como una red nacional, tiene más posibilidades para sobrevivir, a pesar del ámbito capitalista y corruptor que corrompe todo lo que toca. La comunidad organizada, que es la mejor contraloría, los dolientes, que es a quienes más conviene que haya un comercio realmente socialista, deberán ser el mayor apoyo para un sistema que va a funcionar sin especulación, fuera del ámbito de las roscas intermediarias, que son el cuerpo físico del robo descarado en que se ha convertido el mayoreo de alimentos, y que termina pagando el comprador directo: el pueblo.
Nace el comercio socialista, los peligros son muchos y el ambiente está contaminado por el capitalismo aún dominante. Corresponde al pueblo llano ayudar a que este proyecto no se convierta, como decía el abuelo, en un papelón que no puede endulzar tanta agua, que no sucumba ante el sabotaje, los obstáculos, la contaminación que producen nuestros enemigos estratégicos. La seguridad alimentaria, más que una frase, consiste en lograr que la alimentación llegue a todos a un precio accesible. Cuba da un ejemplo de cómo se hace porque ha logrado, en medio de un bloqueo de medio siglo, mantener una alimentación accesible a todos. En Venezuela, bajo las condiciones actuales, la experiencia cubana puede ser útil, aunque estamos seguras de que este proyecto socialista se desarrollará con la eficiencia y el espíritu revolucionario socialista que caracterizan al Ministro Eduardo Samán.
Éxito, pues.
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