Competencia desleal

Los voceros de la derecha especuladora afirman que en el año 2010 el Ministerio de Comercio estaría buscando que “la figura de la Corporación de Mercados Socialistas (COMERSO) pueda convertirse en la piedra angular de la participación del Estado como competidor en el comercio de productos de consumo masivo”.

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, competir, (Del lat. Competĕre). Significa: 1. intr. Dicho de dos o más personas: Contender entre sí, aspirando unas y otras con empeño a una misma cosa. U. t. c. Prnl. 2. intr. Dicho de una cosa: Igualar a otra análoga, en la perfección o en las propiedades.

Tomando al pie de la letra el significado formal de la palabra, al Estado no le conviene competir con el comercio capitalista, si se quiere construir el Socialismo, puesto que éste está orientado a la obtención de plusvalía, tanto la proveniente de la explotación de los trabajadores, como el botín proveniente de la inflación especulativa de los precios al público, que es justamente el elemento que se quiere combatir.

El mayor peligro que representa Comerso para los especuladores lo expresó un encuestero por medio de El Universal, la semana pasada:

“Pero más allá de la simple competencia en el mercado, la participación del Estado apunta hacia un objetivo estratégico de control de los medios de producción, de acuerdo con el Plan de la Nación 2007-2013, que indica que "la política de inclusión económica y social forma parte del sistema de planificación, producción y distribución orientado hacia el socialismo, donde lo relevante es el desarrollo progresivo de la propiedad social sobre los medios de producción, la implementación de sistemas de intercambio justos, equitativos y solidarios contrarios al capitalismo (...)".

Ciertamente, el Estado busca que la gente tenga acceso a los bienes y servicios, como corresponde, y se orienta hacia el socialismo, que se fundamenta en la propiedad social de los medios de producción, combatiendo la explotación y la especulación en su origen. Siendo así, no se puede hablar de simple competencia, porque el gobierno bolivariano de ninguna manera aspira sustituir a los especuladores privados, por unos especuladores gubernamentales.

Pero la intervención oficial, ofreciendo productos de calidad a precios reales, no inflados por la avaricia de los comerciantes, más que una competencia “por el mercado”, por el dinero de la gente, implica en nuestro caso una confrontación en la cual el sistema naciente, el socialismo, va tomando terrenos que hasta ahora han sido ocupados y explotados por el sistema cuya decadencia ya ha comenzado: el capitalismo. Es la lucha de clases llevada al terreno comercial.

Comerso deberá impedir que ocurra lo mismo que con Mercal y PDVAL: Que no lograron deshacerse de la ideología dominante, la capitalista, y han sido neutralizados; por medio de los grandes distribuidores de alimentos, y por la corrupción que, demasiadas veces, desvía los mejores productos hacia los supermercados. Por tanto, es fundamental que el personal, desde los que toman decisiones económicas hasta el último distribuidor, debe tener claro el carácter revolucionario de la actividad comercial que se inicia, al tiempo que la corrupción debe ser castigada sin la menor contemplación.

El encuestero citado anteriormente afirma que: “el Estado participa en la economía en áreas donde ha intervenido para poder competir "deslealmente, y así tratar de regular precios. El propio presidente Chávez lo ha explicado, pero la pregunta es si puede y si ese sistema funciona".

La mayor preocupación de los empresarios queda finalmente puesta al descubierto: Temen que se regulen los precios, y se les dificulte vender a los precios que les dé la gana. Sienten, anticipadamente, el golpe en la cartera. La pregunta de “si puede” es al propio tiempo un reto, que indica que la oligarquía viene “con todo” contra Comerso.

Y es explicable que eso ocurra, porque las contradicciones entre el socialismo y el capitalismo son antagónicas, de manera tal que no es posible que entre ambos sistemas se establezca una competencia “leal”, esto es, que uno respete los intereses del otro y puedan, como los cochinos, “juntarse para rascarse”.

La implementación del comercio socialista agudizará las contradicciones de clase que ya están bastante agitadas, aunque no hasta el punto de una confrontación directa. Así que van a intentar lo mismo que con Mercal y PDVAL: sabotearlo y corromperlo. Cuando se encuentren conque los revolucionarios también aprenden y se implementan medidas para impedir la corrupción y desarticular el sabotaje, entonces actuarán a espaldas y a traición, como todo reaccionario, y utilizarán la violencia con mayor virulencia; eso sí, que no parezca que fueron ellos.

El comercio socialista tiene que nacer, entonces, con los pantalones bien amarrados y la conciencia bien clara, para ser exitoso.


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Andrea Coa


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