EL ORIGEN.
Cuenta la leyenda que la Internet tiene como origen la red utilizada para el espionaje global de la C IA, que al ser sustituida por algo más efectivo, pasó a convertirse en una red comercial. Sea así o no, el capitalismo global produjo la Internet, en el más estricto apego al principio de que el sistema produce a aquellos que están predestinados por la historia a darle fin. Y no es que la web sea revolucionaria por sí misma, sino que su carácter abierto e indomable permitió el surgimiento de ese proletariado informático dispuesto a innovarlo y compartirlo todo que son los hackers, cuyo máximo exponente es Richard Stallman, el genio nacido en Estados Unidos, que es tan inteligente y solidario que no parece gringo.
LA CLASE.
Y no es que los hackers sean una clase social en sí. Son unos profesionales (tengan título o no), capaces de comprender los principios de la navegación virtual, averiguar cualquier clave o código, meterse en cualquier página (hasta en la base de Guantánamo), extraer la información que sea necesaria y compartirla con quien la quiera ver. La transgresión de las estúpidas normas privativas que frenan la web produce una verdadera pasión, yo diría que pasión revolucionaria, porque no se puede llamar de otra manera a quien quiere cambiar las reglas del juego para favorecer a la mayoría.
Por supuesto que ante tal afán iconoclasta y solidario, el poder establecido (léase imperialista) no podía quedarse tranquilo, así que cuando se comenzaron a producir los programas y las aplicaciones para que la gente pueda aprovecharse de Internet para adquirir conocimientos libres, comenzaron los juicios y la satanización a los hackers, quienes, por supuesto, son llamados “delincuentes” y en extremos de celo oligarca, “terroristas” de la web.
Uno a uno, y a veces en grupo, fueron llamados a juicio quienes produjeron programas que le permiten a la gente compartir textos, música, imágenes y películas. Porque al tener libre acceso a esos productos culturales (mercancías para los burgueses), su avaricia les dicta que disminuirían sus ventas. Si eso es así o no es otra discusión, pero el hecho es que, aprovechando la preeminencia del sistema burgués y el imperialismo unipolar, todos esos jóvenes genios han sido hostigados, perseguidos y hasta encarcelados, y como en el caso de Pirata Bay, y muchos se vieron obligados a privatizar sus páginas, en cuyos casos los sitios web otrora revolucionarios saltaron la talanquera y se convirtieron en negocios privados, que es precisamente lo que el Gran Hermano imperial quiere.
LAS LEYES.
Y llegamos al momento en que Doña Bárbara redacta la Ley del Llano para su propio beneficio. Los países del “primer” mundo, léase imperio y ex imperios, en un acto de solidaridad automática de los malos, apoyándose en ese nido de áspides que es la OMPI, desarrollan leyes destinadas a quebrar la libertad en Internet. Se habla de bloqueo de páginas, cierre de web, juicio a quienes compartan solidariamente. Se habla de copyright en Internet, y hasta los gigantes como Google, que comenzó rompiendo algunas reglas y creció hasta abarcar el mundo, tuvo que acatarlas. Después de todo, es tan grande que algunas pequeñas concesiones son como picadas de mosquito en su piel virtual. Si se privatiza, los grandes ganan, y si se comparte, los grandes ganan. Pero el objetivo del Gran hermano es: Todo el poder para las Corporaciones. Las del entretenimiento, con su grupo de ataque de élite: la publicidad.
Hoy día, lo no silenciado en la web son las opiniones prefabricadas que hablan de los “derechos de autor” en la web, y algunos autores se dejan usar, como la gallinita publicitaria que alaba a quien la convierte en sopa, a cambio de un puñado de dólares. Pero hasta Cristo, que era Dios, fue traicionado. Todas esas “opiniones” conducen a la necesidad de la restricción de la libertad, la prohibición de prestar, intercambiar y compartir ficheros, en fin, la contrarrevolución en la Internet. Y Microsoft, la cabeza más visible de los mercachifles virtuales, tuvo los riñones de patentar hasta el sudo, que proviene de la libertad creativa puramente hacker, en el más descarado acto de piratería corporativa.
EL ALBA
Como el proceso revolucionario es integral, es de esperarse que los países del ALBA, que cocinan en silencio una postura revolucionaria en relación a la “propiedad intelectual”, salgan este año al aire con una propuesta generadora de libertad y trazadora de rumbo revolucionario, para derrotar las maniobras que, buscando restringir la libertad en la web, adelanta el imperialismo a través de sus miles de sirvientes, sus mil legisladores, sus mil tramposos.
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