UNASUR versus Estados Unidos de América

El Plan Marshall condicionó las actitudes, futuros y políticas de la entonces llamada Europa Occidental a favor de su donante, los Estados Unidos de América. Producto de aquel “favor financiero”, para decirlo en términos conocidos, “ayuda económica para la reconstrucción de Europa”, se establecieron lazos “nada gordianos” que se plasmaron en la NATO/OTAN, mercados cautivos, consolidación económico-política frente a Stalin y sus ejércitos y, conjuntamente, ideología, libre mercado y solidez de la política “imperial-imperialista” de Washington-Poder (Müller Rojas dixit). Pero se necesitaba un organismo “público-privado” de esos que llaman y califican como “think tank” para conversar por mampuesto: “Atlantic Council”: http://www.acus.org/

En América Latina lo más cercano fue la decisión de un Kennedy y la “Alianza para el Progreso” que dejamos que ustedes la califiquen. En China, según nuestro Encargado de Negocios, José Miguel Ferrer, el Presidente nacionalista, Chiang Kaishek, ofició antes el Poder en Washington para que se aprobara un plan Marshall para la Región de Asia Oriental; solicitud que “durmió el sueño de los justos”. En el marco de la política imperialista de Washington-Poder, una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, lo prioritario era consolidar la “Gran Muralla” europea para contener las supuestas ambiciones expansionistas de Joseph Stalin; es decir, Yalta, Postdam, Moscú, El Cairo fueron “mesas de negociaciones” que, hasta cierto nivel, eran convenientes para las partes pero las realidades post-Berlín y con la arroyante entrada de las tropas soviéticas a Berlín, logró que el Poder en Washington “pusiera sus barbas en remojo”. Inmediatamente, las regiones al oeste y al sur del Imperio-Imperialismo norteamericano, se convirtieron en regiones de “segunda y tercera prioridad” respectivamente. Pero esa tranquilidad y pacificidad “libre pensadora” decidió, al oeste de sus intereses, consolidar aquello que había quedado truncado por la Segunda Guerra Mundial en el Pacífico; según Robert A. Pollard en su análisis sobre la “seguridad económica” en los lapsos de la Guerra Fría, Washington decide sacrificar a Chiang Kaishek y consolidar sus realidades en Japón convirtiendo a aquella nación en lo que nos denominamos como “colonia democrática-neoliberal” y a Taiwan como “backyard” de la presencia militar norteamericana anti-comunista y anti-soviética en Asia Oriental en conocimiento objetivo de no poder ni derrotar ni controlar al triunfante Partido Comunista Chino. La región al sur de las costas de New Orleans seguía la misma dinámica del siglo XIX, es decir, la “Doctrina Monroe”. Pero las políticas imperialistas de Washington-Poder mantenían su dinámica impulsadas con el significado de la misión del “comodoro Perry” conjuntamente y adaptadas a los tiempos históricos conjuntamente con las tesis de “Mr X” que se habían convertido en tesis del Departamento de Estado en el marco de la necesidad de confrontar a la URSS y su ideología en alguno de los escenarios globales con el pensamiento religioso-expansionista-moderno de los Padres de la Nación. En el marco de aquellas realidades histórico-geopolíticas se aprueba una decisión en el seno de las NNUU promovida por los “países occidentales-democráticos-capitalistas” a favor del “candidato ungido” del Imperialismo norteamericano a las forzadas elecciones en la región geográfica al sur del paralelo 38 de la península coreana; tal realidad obliga y lleva a Kim Ilsung a rechazar aquella decisión no consultada popularmente y, obviamente, estalla la Guerra en la península de Corea.



La ”Guerra de Corea” fue la primera manifestación bélica de la “Guerra Fría” donde ambas “islas-portaviones”: Japón y Taiwan tuvieron un muy importante rol estratégico. Pero los Estados Unidos de América no controlaban las rutas marítimas del petróleo provenientes del Golfo con la particularidad que en Asia Oriental el número de puertos de aguas profundas es muy limitado: Vietnam y Filipinas. Además, las rutas petroleras tenían y tienen dos espacios estratégicos que eran necesarios fueran controlados militarmente: el estrecho de Malacca y el Mar del Sur de China. Con respecto al primero, Singapur, ex-colonia británica, garantizaba la seguridad estratégica; mientras que la ruta que cruza el Mar del Sur de China aun cuando Hongkong era colonia británica no era un espacio acuático que permitiera la permanencia de una flota naval de los “aliados” en la “Bahía”. En el marco de ese escenario, era necesario controlar aquellos espacios estratégicos comerciales-petroleros ocupando ambos puertos de aguas profundas tanto en Vietnam (Cam Rah) como en Filipinas (Subic Bay Naval Station); es decir, era imprescindible sustituir el colonialismo francés en Vietnam por un gobierno pro-occidental en Vietnam del Sur. La historia se desarrolló como es de conocimiento general pero lo que buscamos destacar son los siguientes tópicos, a saber: los Estados Unidos de América por razones estratégico-militares prefiere los espacios geográficos isleños (por ejemplo, en el Caribe); necesita controlar las rutas marítimas comerciales y petroleras (Idem); necesita un(os) enemigo(s) de conciencia para justificar y ejecutar sus planes tanto geoestratégicos como geopolíticos (FARC, narcotráfico, terrorismo hoy en día cuando en la época de la Guerra Fría era el comunismo); necesita desarrollar paradigmas de dependencia, generalmente, relacionadas con el mercado tanto de materias primas como de mercaderías.

Visto lo anterior, la primera lección que podríamos destacar es el “pragmático desinterés temporal-geopolítico” al sur del rio Bravo por parte de Washington; es cierto que, militarmente, se desarrollaron expresiones de invasión a países soberanos tanto de Centroamérica como de El Caribe así como severos golpes de estado en Suramérica que buscaban castrar esperanzas populares y nacionalistas; en circunstancias, esas esperanzas eran apoyadas por la pequeña burguesía y burguesía nacionalista pero, a pesar de aquellos movimientos revolucionarios, Washington y el Pentágono nunca sintieron en “peligro inevitable” su control en “su patio trasero”; quizás estas ideas puedan parecer muy duras para las firmes conciencias revolucionarias pero cualquier análisis histórico-objetivo en su máxima expresión posible nos evita que caigamos en errores consuetudinarios. Por otro lado, esa misma actitud de soberbia imperial, permitió cierto grado de “ups and downs” revolucionarios que fueron incidiendo, fuertemente, en conciencias sociales y militares nacionalistas ¿Percibían el Imperio y sus adeptos oligarcas los procesos internos que se desarrollaban, inevitablemente, en las diferentes sociedades al sur del rio Bravo? ¿Cuándo recomenzaron a desarrollarse nuevos movimientos revolucionarios ya con la sufrida experiencia de acontecimientos anteriores? ¿Eran movimientos tradicionales, es decir, aquellos con la fuerte influencia de las políticas de la 3ra Internacional y/o las tesis que se fueron desarrollando gracias a las experiencias parisinas de aquel movimiento estudiantil del movimiento “Beatnik-Hippie anti-Guerra de Vietnam y del “Mayo Francés del 68”? ¿Cómo influyó el triunfo sandinista y las masacres en El Salvador y Guatemala? ¿Cuánto se aprendió con Chile-Allende y el “Plan Cóndor”? y ¿el 27 de febrero en Caracas? Repetimos la inquietud: ¿estaban conscientes las derechas americanas de las evoluciones de los procesos históricos revolucionarios en el continente americano? Seguro que la “borrachera Reagan-Thatcher”, el “Fin de la Historia” y el “Choque de Civilizaciones” en comunión con el “pecado de la soberbia” los hizo sentir en control del Poder-poder en cada estado-nación afectado para llevar a cabo el desmontar del Estado y afincarse en la “Doctrina del Dólar”. Las contradicciones desarrollas por políticas neo-liberales en las matrices jurídicas (superestructura), los desórdenes en la economía productiva (estructura) y una globalización-capitalista sustentada por las políticas de la Dependencia Global permitió el desarrollo de las conciencias de los sectores sociales menos favorecidos, empobrecidos y/o lumpen-proletariat; mientras que se desarrollaban esas contradicciones, el Imperio se permitió girar las miradas y Washington se enfocó en lo que podríamos denominar como la “Deconstrucción de la economía china” cara las reformas jurídico-ideológicas y políticas del “socialismo con características chinas”, es decir, el “patio trasero” no era importante mientras no pusiera en peligro la “seguridad nacional” de los Estados Unidos de América.

La Historia juega su propio juego a pesar de “planes y estrategias” de los “think-tanks” capitalistas. El sistema capitalista iba desarrollándose inevitablemente como también las contradicciones internas al propio sistema; las asimetrías entre los países desarrollados y países en desarrollo crecían gracias a aquellas políticas neo-liberales mientras que las economías de los “Tigres Asiáticos” veían como se trasladaban los inversionistas hacia China y los mercados eran ocupados por exportaciones chinas de fábricas norteamericanas y comuneras europeas instaladas en el país del Centro; al mismo tiempo, las cuentas bilaterales comenzaban a evidenciarse como en aquel comercio bilateral “sino-británico-victoriano” pre-Primera Guerra del Opio (1830). Y el “patio trasero” seguía su propio ritmo mayamero de exportación de capitales, privatización de empresas fundamentales estatales y de dependencia con la “deuda externa” mientras que los pueblos amenazaban con expresarse algunos apoyados por sectores militares patriotas (4 de febrero), otros en manifestaciones de pueblos originarios, otros expresando sus angustias militarmente, algunos numerosos reclamaban tierras de cultivo, otros esperaban esperanzados algún líder que los guiara al rescate de la “dignidad perdida”.

Cabría la pregunta: ¿con la crisis profunda financiera en Walt Street con “retruque” en países de la Comunidad Europea y “lastimando” las economías asiáticas, los caminos hacia una participación de las sociedades de aquellos países referidos quizás puedan ser llamadas a ser las primeras en alcanzar el mundo socialista, y/o social-demócrata de izquierda, y/o conservadores renovados en constante perfectibilidad hacia estructuras superiores, aun en el propio marco de las estructuras capitalistas, de mayor participación popular según tesis tradicionales y/o, inclusive, dar un “salto adelante” a modelos más comprometidos con la real “democracia participativa”? Es decir, ¿vienen cambios profundos en los paradigmas del sistema capitalista, en la relación capital-trabajo, en la conciencia de trabajadores sean éstos “white collar”, obreros, campesinos capitalistas, e, inclusive, en niveles de la globalmente expandida “economía informal”? Pereciera que los componentes del sistema capitalista estarían en una suerte de angustia más de futuro que de crecimiento.

En esos escenarios referenciales podemos conocer “hechos históricos” (disculpen la osadía) que consideramos motivantes: la crisis de Grecia; el triunfo “chucuto” conservador británico que, necesariamente, más que obligar a la clase tradicional política británica a la reforma, significa la “crisis de la democracia victoriana-burguesa británica”; la “crisis española” donde, por actitudes de la derecha española guiada por el Partido Popular pareciera que España se retrotrae hacia las realidades de la República Isabelina; la crisis política de Alemania que tendrá que buscar mercados para sustentar las decisiones financieras asumidas frente a la “crisis griega”; y, como lo menciona el matutino VEA, la crisis se ha extendido a la mayoría de los países de la Comunidad Europea. En los Estados Unidos de América regresa el “miedo del 11-S” (¿?).

Ahora, los países al sur del rio Bravo ya no juegan el mismo juego impuesto por la “Doctrina Monroe”.



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Miguel Ángel del Pozo


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