Mis estimados lectores, las líneas que siguen están inspiradas en una entrevista de la periodista Vanesa Davies a un señor de origen árabe que hablaba sobre el tema de la caída de Kadaffi. Por supuesto, su planteamiento era que la caída del mandatario libio se debía a la conspiración imperialista con un trasfondo económico, y que había llevado a la contratación de unas ratas mercenarias y traidoras, a las cuales el imperio habría armado y apoyado con bombardeos aéreos.
Debo decir que comparto la opinión de este señor, en el sentido que hay unos intereses económicos de las potencias occidentales, que quieren ponerle la mano encima a las reservas petroleras libias y también a los depósitos de agua existentes en dicha nación árabe.
Sin embargo, hay algo que no me cuadra en el discurso de este entrevistado de la periodista Davies, cuando él habla de ratas mercenarias y traidoras que se prestaron a los fines del imperio para poner fin al gobierno de Kadaffi. En primer lugar, de acuerdo a lo que hemos visto, esas ratas traidoras eran un pocotón de ratas. Es decir, aparentemente quienes se oponían al coronel Kadaffi no era un grupúsculo sino un buen porcentaje de la población libia. Por otro lado, no vimos en la población de ese país un apoyo hasta las últimas consecuencias de los partidarios del mandatario. Todos recordamos los llamados de un Kadaffi desesperado llamando a sus partidarios a salir a matar ratas traidoras, llamado que aparentemente fue absolutamente infructuoso.
El entrevistado de la periodista Davies señalaba que Kadaffi había ofrecido negociaciones e incluso elecciones libres, esto lo decía como algo muy positivo por parte del coronel, lo que habría sido rechazado por la oposición traidora. En este sentido, debemos decir que lo anterior lejos de ser positivo, me parece totalmente negativo para la figura de Kadaffi. ¿Qué valor tiene un llamado a negociaciones cuando el gobernante se vio contra la espada y la pared? Además, el hecho de ofrecer elecciones libres deja al descubierto el carácter dictatorial del régimen de Kadaffi, un mandatario democrático jamás ofrecería elecciones libres para salvarse.
El hecho de que admitamos que ha habido una intervención militar del imperio persiguiendo intereses económicos mezquinos, no nos debe llevar a glorificar a un sátrapa oriental. Kadaffi no era ningún niño de pecho, ni un patriarca benevolente, era un dictador con sangre en las manos. Lo mismo se puede decir respecto a Sadam Hussein, al cual algunos sectores de izquierda han querido llevar a la categoría de mártir. Sadam era un dictador asesino y de los peores. Hay un video de este personaje, en el cual él lleva a sus partidarios a un teatro para dar un discurso. En el transcurso de su discurso comienza a hablar de los traidores, y para sorpresa de todos, comienza a mencionar los nombres de éstos. Acto seguido, entraban unos guardias y sacaban escoltados a los traidores. Todos esos hombres fueron asesinados a sangre fría en los calabozos del régimen.
Estoy de acuerdo en poner sobre el tapete la doble moral del imperio, pero no creo que por exhibir una posición anti imperialista hay que tener también una doble moral, convirtiendo en mártires a unos dictadores asesinos. No podemos convertir automáticamente a quienes el imperio señala como enemigos, en angelitos y demócratas.
Cada día estoy más convencido que el verdadero socialismo debe estar en sintonía con la democracia, es más, creo que antes de ser socialista hay que ser demócrata. Debemos promover una democracia para el desarrollo del socialismo. Muy diferente a lo que sucedió en el siglo 20, en que la izquierda latinoamericana beatificó unos regímenes dictatoriales y autocráticos simplemente porque se llamaban socialistas. Los defensores de los derechos humanos que se dicen de izquierda, no pueden condenar las violaciones de dichos derechos por parte del imperio, y hacer la vista gorda frente a las mismas violaciones que cometen regímenes que se dicen socialistas.
Simplemente por estar en contra de la intervención imperialista de las naciones desarrolladas no podemos seguir apoyando regímenes de partido único, sin libertad de prensa, elecciones libres y sin que los ciudadanos puedan salir y entrar libremente del país. Educación y salud gratuita no son suficientes para avalar la falta de libertad política, no son suficientes para avalar el nepotismo que se da en dichos regímenes. Esta doble moral que la izquierda también exhibió en el siglo 20 en el marco de la guerra fría, ya no es posible mantenerla una vez derrumbado el muro de Berlín.
En virtud de lo anterior, postulo un socialismo ético que primeramente ponga el énfasis en la democracia política para alcanzar la democracia económica y social, tal como se ha visto con el colapso del modelo socialista del siglo 20, no es sostenible a largo plazo un sistema que promueva la igualdad social y económica pero que no respete la libertad de los ciudadanos para darse el modelo político que deseen a través de elecciones libres.
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