Dos episodios recientes han ayudado a derribar la careta del imperialismo estadounidense, dejando ver no sólo su terrible rostro sino sus más bestiales muecas. Y creo no exagerar al utilizar tan fuerte adjetivo, pues un par de acciones recientes tanto en materia diplomática como en política exterior dan cuenta de cuan lejos están de poder aplicársele un adjetivo distinto.
El primer caso aunque muy analizado merece atención por dejar ver la soberbia y falsedad de quienes se creen con patente de corso para hacer y deshacer más allá de las leyes, los derechos humanos y demás “formalidades”. Y es que la actitud de jolgorio de la Secretaria de Estado de los Estados Unidos Hillary Clinton cuando en entrevista televisada de alcance global luego del linchamiento de Gaddafi dijo en medio de risas “we saw, we came, he is died” (lo vimos, vinimos, murió) demuestra lo que caracteriza a los imperios: hacer lo que le venga en gana cuando le venga en gana y frente a quien le venga en gana. ¿Derechos humanos? ¿Tratados internacionales? Ya la imagino respondiendo: “no me pregunten nada de eso que hoy ya he reído mucho”. Risa de invasión, de asesinato, de prepotencia, de imperio.
Al segundo y más reciente caso aplica la misma lógica imperial del primero. Ante la consideración de la UNESCO de someter a votación de sus miembros en Asamblea General la solicitud de Palestina de ser incluida como miembro de pleno derecho de la Organización y de ser aprobada la moción con mayoría calificada, Estados Unidos e Israel decidieron unilateralmente suspender el pago de sus aportes mensuales a la principal Organización internacional promotora de la educación, la ciencia y la cultura en el mundo, en un gesto mucho más parecido a una pataleta por malacrianza que a una decisión de Estado. Aquel que haya tomado esta decisión lo imagino diciendo: “igual lo que se hace y dice en ciencia, educación y cultura lo seguiremos definiendo de mil y una otras formas. ¿Recuerdan el «pensamiento único»?”
Dos nuevas rayas para el tigre imperial, dos nuevas razones para la indignación mundial.
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