El 4 de febrero: un hecho histórico

Edward H. Carr, en su propuesta en ¿qué es la Historia? del “hecho histórico” busca precisar cuándo un acontecimiento histórico se transforma en un “hecho histórico”, es decir, un referente histórico y aceptado como un hito en el quehacer social en un preciso momento de la Historia de la Humanidad. Pero ¿Quién decide que un momento histórico se transforme en “hecho histórico”? ¿Quién decide que un “hecho histórico” se le califique y acepte como “hecho histórico”? ¿Cuáles son las variables de los momentos históricos que obligarían a que esos momentos se transformen en “hecho histórico”? En última instancia, ¿Qué es un “hecho histórico”? Disculpen la insistencia en el tema en concreto.

En lo referente al “4 de febrero” cabe y es necesaria la inquietud de sí es un “hecho histórico” y porqué consideramos que lo es. Es decir, debemos, primeramente, demostrar que fue un “hecho histórico” y, posteriormente, que lo consideramos como tal con sus lógicas implicaciones político-históricas. En la Historia Moderna-Contemporánea podríamos precisar tres momentos históricos cuando la sociedad se expresó en toda su violencia justificativa como conjunto humano; quizás seríamos más precisos si propusiéramos que no fue la sociedad como todo un “conjunto” sino sectores de la sociedad en sus “sub-conjuntos de clase” los que se lanzaron a la calle a, evidentemente, tumbar-sustituir al establishment sustentado en cualesquiera razón político-filosófica temporal en la cual justificara su poder temporal de gobierno sobre las masas populares. Precisemos a cuáles momentos nos estamos refiriendo. En primer lugar, la “Revolución Francesa”; en segundo término, la “Comuna de Cantón”; y, por último, el llamado “Caracazo”, que nos, días posteriores, en análisis de sus causas, denominamos como la “Comuna de Caracas”. Estos tres hechos históricos tienen en común que el estamento militar legal no participó y/o no tuvo una participación predominante a favor y “hombro a hombro” al lado del pueblo alzao (precisemos que no estamos negando que sectores concretos del estamento militar estuvieran presentes en las expresiones de indignación popular sino que el mismo como todo un sub-conjunto de la sociedad no participó plenamente en cada uno de los hechos arriba referidos). Estos tres momentos históricos los sectores sociales que participaron, activamente, aún a costa de sus propias vidas, pueden ser, perfectamente, precisados ubicándolos desde unas clases medias (pequeña burguesía), según cada caso, hasta lo calificado en Ciencias Políticas como lumpen-proletariat con bases ideológicas muy diversas según cada momento y país pero con cierta preeminencia en praxis de carácter anarquista y/o en cuasi-anarco expresiones. Ambos tres hechos históricos fueron de corta temporalidad, profundamente intensos que dejaron una marca imborrable en el inconsciente colectivo de cada una de sus sociedades y países y cuyas consecuencias político-ideológicas tuvieron y aún tienen incidencias en los inconscientes colectivos de las clases dominantes: las burguesías y, particularmente, en esos sub-conjuntos protagonistas-promotores en rebelión en esa conjunción de dirigencia, dirigidos y espontaneidad colectiva que se expresaron colectivamente y que aún, en los tiempos actuales, se manifiestan socio-políticamente en su diversidad ideológica en los países donde se sucedieron los tres escenarios referidos. Con lo inmediato anterior expuesto nos permitimos precisar que no excluimos otros escenarios similares y parecidos que se hayan manifestado en otros momentos históricos, en otros países sino que hemos, subjetivamente, escogido estos tres momentos para sustentar algunas de nuestras ideas-propuestas.

Regresemos al 4 de febrero permitiéndonos algunas infidencias personales. En primer lugar, es verdad que el 4 de febrero si logró “parar” un golpe de estado al Presidente Carlos Andrés Pérez que se fue gestando en, quizás, los círculos más íntimos de CAP cual fue desarrollándose a posteriori a los “sucesos del Caracazo”. En segundo término, en el mes de enero de aquel año del 4 de febrero, el Presidente Rafael Caldera llegaba a Beijing procedente de la isla de Taiwan entrando a territorio continental chino por Hongkong y Zhuhai. En la confidencialidad de la conversación sostenida con el Presidente Caldera sobre realidades políticas en Venezuela se desarrolló una franca conversa donde tuvimos la oportunidad de intercambiar ideas referentes a la objetiva y profunda crisis estructural por la que atravesaba la Patria y las lógicas, reales y objetivas consecuencias, que los tiempos futuros avecinaban. Regresó a Caracas vía Nueva York. Algunos datos sobre la llegada de CAP a rampa 4 y su traslado urgente a Miraflores fueron cerrando el proceso del “hecho histórico” del 4 de febrero.

El 4 de febrero NO fue un “golpe de estado” sino la expresión del inconsciente colectivo de sectores de la sociedad en un muy preciso sub-conjunto de patriótas del sub-conjunto militar del establishment burgués que se manifestó en rebelión expresiva de oposición a la indignidad del estamento político representativo de los sectores de la burguesía nacional e internacional la cual nunca jamás se propuso ni siquiera “una reforma” como en algún momento un diputado de COPEI la propuso en Cámara de Diputados del antiguo Congreso casi al principio de los 40 años de democracia representativa como debiera constar en las actas de Diputados de aquellos “primeros pinitos” de democracia representativa (represiva) betancourista (nos permitimos calificar a la democracia que se instaló en el poder post-23 de enero como democracia representativa betancourista por considerar, objetivamente, que don Rómulo Betancourt institucionalizó una praxis del poder novedosa por ser una conjunción de socialdemocracia eurocéntrica con visos washingtonianos que, a partir del 1er Gobierno de CAP, comenzó su giro hacia la total adhesión a las tesis de los Chicago boys y hacia su transformación total como semi-colonia del Imperio en el 2do Gobierno de CAP).

Decimos que la patriótica expresión político-militar del 4 de febrero no se la puede calificar de golpe de estado porque cualquier manual sobre esa tesis política así lo demuestra. (Malaparte, Curzio, Técnica del Golpe de Estado. Ediciones Comuna Socialista. Bogotá, 1975, pp. 187 y Grabriel Naudé. Consideraciones Políticas sobre los Golpes de Estado. Instituto de Estudios Políticos. Caracas, 1964, pp. 264) Por tanto, dicha expresión voluntaria y patriótica fue, en nuestra consideración, el “hecho histórico” que catalizó, consecuencialmente, la “nueva Independencia” en modelo novedoso de alcanzar el Poder bajo los paradigmas del Estado burgués y capitalista que ha permitido el desarrollo de la conciencia de la democracia popular participativa, nacionalista, anti-imperialista y obediente para sus principales y fundamentales actores en dirigencia del Poder.

La Historia nos enseña lecciones la más de las veces dramáticas lecciones; es decir, cabría la inquietud de ¿se pudiera regresar al pasado de la democracia representativa “puntofijista-neoliberal”? Hubo una manifestación política de la burguesía nacional sustentándose en expresiones de solidaridad de las burguesías internacionales y el Poder (Müller Rojas) desde enero 2001 hasta el 13 de abril del 2002 para alcanzar su máxima realidad en el denominado como “Paro Petrolero” que nos permite acotar un espacio histórico que nos lleve a desarrollar la comprensión de lo que SI FUE un “golpe de estado” como si lo fue el “Golpe del 11 de Abril” (2002). Debemos y es necesario separar para el análisis, el “Golpe del 11 de Abril” del “Golpe del Paro Petrolero”. En última instancia, el inconsciente colectivo del Poder Popular no se adhirió a ambas expresiones de las burguesía y el Poder referidos mas arriba lo que permitió que dicho Poder Popular se manifestara en toda su violencia-pacífica en conciencia que, en consecuencia, además de defender sus derechos humanos en participación rescató al liderazgo fundamental del 4 de febrero para así derrotar el golpe de estado del “11 de Abril” y su consecuencia finale del “Paro Petrolero”. Tema a estudiar.

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Miguel Ángel del Pozo


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