Lo que le pasó a Evo lo sentimos todos los latinoamericanos como una bofetada. Pensar que cuando nuestro Presidente eterno Hugo Chávez, allá en los noventa, lanzaba sus dardos contra el imperialismo y sus lacayos, eran muchos los que calificaban su discurso de trasnochado y extemporáneo. Para ellos, especialmente para quienes traicionaron las luchas populares en nuestro país (lista de conocidos -y que- exizquierdistas), se trataba de un lenguaje de cliché. Referirse a otras categorías como lucha de clases, revolución y socialismo, ya eso se trata de neosarampionismo de izquierda, inaudito en esta época de entreguismo y traición.
Ya ven ustedes el propósito de esta nueva hegemonía que encuentra nuevos vasallos y esclavos en todas partes del mundo. Poder que instala bases militares en cualquier país que se lo proponga y cuente con la servidumbre de sus gobiernos. Poderío con miles de mercenarios, medios de comunicación y comunicadores bien tarifados, ONGs, partidos políticos serviles que se hacen lo que se les pida mientras se les pague y se les facilite la visa y los dólares.
Con todo ese andamiaje de comprados ejecutan sus planes macabros. Dividen países y enfrentan a sus ciudadanos. Inventan posesión de armas nucleares como en Irak, desconocen elecciones, dan golpes legislativos y desconocen los presidentes, descalifican sus instituciones y dirigentes, propician paros indefinidos por cualquier motivo, etc. Ya ven que tienen las una y mil maneras de socavar las bases de cualquier democracia. Si todos estos planes tienen un cerebro llamado gobierno de los Estados Unidos, ¿cómo se llama ésto? ¿Cómo llama usted ese afán de controlarlo todo, apoderarse de todo el planeta y arrodillar a mandarriazos los gobiernos?
A propósito de este secuestro a Evo que nos hace explotar de indignación y rabia, llama mucho la atención el abuso y descaro de esos países que acertadamente el Presidente Correa califica de colonias de los Estados Unidos. Han sido tan súbditos y obedientes que no merecen otro calificativo. Todo ello resume la ausencia de respeto y entereza a la hora de asumir las responsabilidades. De dar la cara como lo hizo nuestro Presidente el 4-F-1992.
No se atreven a decir lo que son realmente. Lo hacen aquí y lo hacen allá. Sus lacayos en nuestro país jamás reconocieron su nefasta participación en el golpe de estado y paro petrolero de 2002. Ahora en el 2013 desconocen los resultados electorales y propician con su discurso de odio la muerte de 11 compatriotas. Lamentable saldo por el cual pedimos justicia.
En fin, ya ven que los cínicos y mensajeros de la maldad, el odio y la muerte se juntan y se dan la mano. Lo de Evo no es casualidad. Es parte del libreto imperial. ¿Llamamos al gobierno de los Estados Unidos imperialista y lacayos a quienes les hacen el mandado? Diga usted.