Estados Unidos V/S Brasil: Del espionaje a la desestabilización

El escándalo de espionaje que estalló luego de las revelaciones que hizo Edward Snowden, el ex funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA sigla en inglés) que han deteriorado las relaciones entre Brasil y Estados Unidos sigue aumentando su caudal. Más y más detalles nuevos surgen a la luz acerca del espionaje rutinario por parte de los servicios de inteligencia norteamericanos a la Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff y a su entorno, incluyendo a familiares de ella y a altos funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Ministerio de la Defensa y a los servicios de inteligencia. Especial indignación mostró la Presidente Rousseff al enterarse que todos los teléfonos de su despacho presidencial como los de su residencia particular estaban intervenidos por la NSA y la CIA. El hecho que la NSA de manera ilegal penetró las bases de datos de las computadoras de la petrolera brasileña, Petrobras para monitorear la correspondencia de la empresa y de su personal durante 24 horas al día, también salió a la luz.

Con el objeto de tomar una decisión bien sopesada, Dilma Rousseff envió a su Ministro de Relaciones Exteriores, Luiz Alberto Figueiredo a Estados Unidos donde sostuvo una serie de reuniones con funcionarios del gobierno de Obama, incluyendo a su asesora de Seguridad Nacional, Susan Rice. Este problema había sido discutido anteriormente cuando Rousseff se reunió personalmente con Obama en San Petersburgo, Rusia durante el foro del G20. El presidente norteamericano prometió revisar el asunto y darle a Brasil una respuesta minuciosa. No obstante, Figueiredo regresó de Washington con las manos vacías. Una vez más los norteamericanos recurrieron a su esquema favorito, retardar, posponer y prometieron explicar todo en uno o dos días. Obama empleó la misma táctica cuando habló por teléfono con ella para persuadirla de no cancelar su visita de estado y una vez más se redujo a vagas promesas. Las justas exigencias de la presidenta brasileña en el sentido de no dilatar las explicaciones y de entregarlas por escrito, están siendo ignoradas por la Casa Blanca…. Obama no desea dejar evidencias comprometedoras que sus opositores en el Congreso y los periodistas podrían interpretar como “debilidad” en el tratamiento de un conflicto con un país del “tercer mundo.”

Los intentos del gobierno de Obama de convencer a los brasileños de discutir el conflicto a puertas cerradas a través de canales diplomáticos u otros canales se han repetido muchas veces con otros países, pero esta vez no han tenido éxito. La situación se complicó aun más al aproximarse la fecha de la visita de la Rousseff a Washington, el 23 de octubre.

El gobierno brasileño mantuvo su línea hasta el final: Rousseff anunció la cancelación de su visita de estado a Washington y explicó ella misma las razones de la medida. Brasil espera intransigentemente una explicación pública de todas las circunstancias relacionadas con el espionaje realizado por Estados Unidos. Los primeros resultados de este conflicto ya se han hecho visibles. El embajador norteamericano en Brasil, Thomas Shannon, ha sido citado dos veces al Ministerio de Relaciones Exteriores para entregar una explicación. El Departamento de Estado aceleró su partida. Brasil está muy disgustado por el hecho que las explicaciones de sus socios norteamericanos siguen siendo poco concretas, superficiales y básicamente constituyen una burla. Las vacías promesas de Obama, Kerry y otros altos funcionarios del gobierno norteamericano de “preocuparse del asunto” y “normalizar” las actividades de las agencias de inteligencia lograron esta vez un efecto contrario. Dilma Rousseff de manera muy resuelta le demostró a Washington que ella es capaz de estar a la altura de los intereses de su país, especialmente en un área como la seguridad del estado.

Dentro de las medidas que se están considerando por parte de las autoridades brasileñas en relación a las actividades de las agencias norteamericanas de inteligencia en el territorio nacional, está un control más riguroso del personal de inteligencia identificado, con el objeto de documentar los aspectos ilegales de sus actividades y consecuentemente deportarlo de Brasil. Las autoridades brasileñas están muy preocupadas por los crecientes indicios que la CIA, la inteligencia militar norteamericana y agentes de la DEA están involucrados en la creación de “grupos juveniles de protesta” que ya han sido utilizados y que van a ser empleados en el futuro para agravar la crítica situación del país.

El problema del espionaje electrónico norteamericano fue discutido en la primera reunión de líderes y expertos del MERCOSUR sobre el problema del mantenimiento de bases de datos y telecomunicaciones de seguridad. Los representantes de Brasil, Venezuela, Bolivia, Argentina y Uruguay sugirieron medidas urgentes para detener el “espionaje del Imperio y fortalecer la independencia tecnológica y la soberanía de los miembros del bloque.” El Ministro de Relaciones Exteriores de Venezuela, Elías Jaua, apoyó a Brasil en todos los puntos de la agenda. Se aprobó la creación de un grupo de trabajo para el desarrollo de una estrategia unificada para contrarrestar la “interferencia imperialista” y las “actividades de espionaje norteamericano que causan daño a los gobiernos a las empresas y a los ciudadanos.” La reunión de los ministros de la defensa de Brasil y Argentina se llevó a cabo y durante ella los ministros firmaron un acuerdo para la creación de un grupo bilateral con el objeto de “alcanzar un nivel óptimo de desarrollo de la protección cibernética y minimizar la vulnerabilidad frente a un ataque cibernético.”

Durante una entrevista con el periódico argentino Página 12 el Ministro de la Defensa de Brasil, Celso Amorim, habló acerca de incrementar la capacidad operativa del Centro para la Protección Cibernética. El ministro se refirió solo de paso al tema del espionaje electrónico a la Presidenta Rousseff y a su entorno, pero hizo hincapié de manera particular que todos los hechos en su conocimiento indican la necesidad de desarrollar las capacidades defensivas de Brasil. Celso Amorim habló con franqueza extraordinaria, tratándose de un jefe de institución militar, de sus planes a mediano plazo para el fortalecimiento de las fuerzas armadas de Brasil. Esto incluye la construcción de un submarino nuclear para el patrullaje de aguas territoriales y proteger los yacimientos petrolíferos de la plataforma continental, el desarrollo de una industria aeroespacial e iniciar la construcción del avión carguero pesado KC-390 que en el futuro reemplazará al Hércules de fabricación norteamericana en la fuerza aérea brasileña.

Según informaciones provenientes de fuentes independientes, el escándalo en torno al espionaje total de las agencias de inteligencia de Estados Unidos en Brasil, podría resultar en que Brasil cancele la adquisición de 36 aviones de combate F-18 Hornet. “Nosotros no podemos”, dicen analistas brasileños, “firmar semejantes contratos de gran escala con un país en el cual no confiamos.”

Brasil intenta seguir el ejemplo de Rusia y China en cuanto a la creación de su propio sistema de Internet que en un grado significativo garantizaría la seguridad de los usuarios y entrabaría las conexiones ilegales de los “especialistas” de la NSA. Dentro de los planes de Brasil está el tendido de sus propios cables submarinos de comunicación con Europa y África. Los actuales canales de comunicaciones que pasan por territorio de Estados Unidos están totalmente monitoreados por la NSA.

Una delegación de miembros del parlamento brasileño está preparando un viaje a Rusia para reunirse con Snowden y obtener informaciones adicionales en torno a la verdadera envergadura del espionaje electrónico norteamericano en Brasil, incluyendo el uso de satélites espías. Una base modernizada de audio intercepción que no fue clausurada el año 2002 como se aseguró en los medios, está funcionando a plena capacidad dentro de la embajada norteamericana.

Ahora resulta obvio para la dirección política brasileña que el argumento utilizado por el gobierno de Estados Unidos en torno a la guerra contra el terrorismo es solo una cobertura para llevar a cabo operaciones totalmente diferentes.

En el Hemisferio Occidental se trata de la infiltración de las bases de datos y redes computarizadas de los países latinoamericanos, primero que nada, de aquellos países que están tratando de llevar adelante políticas independientes, y que están abocados a la integración en UNASUR, ALBA, Petrocaribe, etc.

Se cree que la adquisición de información adelantada sobre viajes, rutas y lugares de residencia de los líderes latinoamericanos “inamistosos” con Washington, como Néstor Kirchner, Inacio Lula da Silva, Hugo Chávez y otros, contribuyó a la realización de operaciones especiales contra ellos, algunas de las cuales, como es bien sabido, fueron fatales.

Este año, durante la celebración del Día de la Independencia el 7 de septiembre en la capital brasileña, como también en Rio de Janeiro, Sao Paulo y Porto Alegre fue acompañada por disturbios masivos bien organizados. Los instigadores vociferaban consignas contra el gobierno y lanzaron acusaciones contra Dilma Rousseff, llamándola “traidora a los intereses nacionales.” Varias docenas de personas resultaron heridas y unos 300 manifestantes fueron detenidos. La policía se encuentra investigando las ocultas relaciones entre los detenidos y las “organizaciones sin fines de lucro” financiadas desde Estados Unidos. Algunos blogueros brasileños han interpretado estos desórdenes como un “disparo de advertencia” a Dilma Rousseff.

El personal de inteligencia norteamericano en Brasil, tendrá que operar dentro de un marco mucho más complejo en el futuro previsible. La Agencia Brasileña de Inteligencia, ABIN, está ahora tratando de rehabilitarse a los ojos de la presidenta y del público. Los jefes de la ABIN que no fueron capaces de detectar a tiempo la fuga hacia Estados Unidos de información estratégicamente importante, cosa que ha causado enormes pérdidas políticas y materiales al país, han recibido nuevas instrucciones con relación a los parámetros sobre los que continuaría la colaboración con los socios de Estados Unidos. Como dice el dicho: una mala pasada, merece otra.

*Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

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Nil Nikandrov

Periodista y analista político escribiendo frecuentemente en la revista rusa internet Strategic Culture Foundation.

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