El epígrafe anterior pareciera el título de un corrío mexicano o de un porro colombiano, pero desafortunadamente esto no se corresponde con los hechos. El merecido epíteto se los endilgó Diosdado y mi presidente MM a ciertos seres que no debieron nacer que, por una extraña anfibología de la pacha mama, estos infaustos neonatos logran sobrevivir. Tales individuos, en vez de haber salido del sublime vientre de una mujer, dan la impresión de haberse escapado de un resquicio del infierno de la novela de Dante para producir estragos en la humanidad. No soy religioso, carezco de alma y mi espíritu se evaporó de mi cuerpo hace tiempo, pero si profesara alguna Fe aseguraría que estos aciagos personajes pertenecen a la corte de Mefistófeles, cuyos príncipes bajan o suben a la superficie de la Tierra para infligirle a los humanos abominables sufrimientos.
Los malnacidos no son nada nuevo. En los anales de la historia antigua resonaron, de tal manera, que los pobladores tiritaban de pavor con solo escuchar sus nombres. Sus cruentas obras están descritas en biografías como las de Darío, Gengis Kan, Alejandro Magno, Julio César, Nerón, Calígula, Iván “el terrible”, entre tantos, cuyo accionar estaba dirigido a usurpar lo ajeno y dejar sobre la tierra una huella encarnada, como señal de sus crueldades. Ciertamente, estos infames transfirieron su herencia a otros sujetos que, agregado a las mutaciones propias de los genes, lograron que sus perversiones se magnificaran, consiguiendo que sus descendientes fueran niños de pecho comparados con sus antecesores.
Surgen de esta manera mujeres y hombres siniestros, abriéndose paso por diversos territorios utilizando, sin la menor conmiseración hacia sus congéneres, las peores armas mortales inventadas en su época. Entre estos inicuos destacan los reyes católicos Fernando e Isabel, Francisco Fajardo, Cortes, Pizarro, Valdivia, Morales, Monteverde, Boves, los frailes inquisidores, los pastores protestantes, los miembros del Ku-klux-klan, los cruzados, quienes escondidos detrás de falsas intenciones religiosas y otros tonsurados, arropados con hopalandas sagradas exhibiendo un sacro crucifijo, desataron la peor carnicería humana. El resultado de las sanguinarias agresiones fue la desaparición de millones de seres humanos y culturas devastadas por completo. Llega el colmo de la estupidez de los cándidos o ignorantes, que en ciertos sitios de América los reyes católicos son glorificados con estatuas en algunas plazas, otros de estos genocidas son gratificados con el nombre de alguna autopista y en el peor de los casos, los restos de ciertos malnacidos reposan como “santos” piadosos en diversas catedrales suramericanas.
Pasado los siglos los malnacidos se depuraron y descartaron de su psiquis lo que pudiera aparentar rasgos de sensibilidad y compasión hacia el prójimo. Renace así una nueva generación de gamberros mucho más tecnificados que sus precursores, experimentando un verdadero desprecio por la humanidad y sobre todo, hacia los pobres. Es por eso que emergen en el podio de las iniquidades, laureados con medalla de oro, Mussolini, Hitler, Truman, Nixon, Johnson, Sarkokzi, Asnar, Pinochet, Tony Blair, Netanyahu, Obama, Rajoy, Cameron, Carter, Reagan, los Bush (padre e hijo), Hollande, los científicos inventores de las armas atómicas, químicas y biológica…cuyos nombres resonarán en las crónicas de la historia, no como los constructores de un mundo de paz, sino como los todopoderosos del mal. Unos fatídicos exterminadores capaces de sacrificar la vida de millones de semejantes en beneficio de las aciagas corporaciones económicas transnacionales.
Venezuela no escapó de los malnacidos. Lamentablemente de su vientre salieron numerosos áulicos, los lameculos, cuyo objetivo era lamerle las botas a los de mayor jerarquía, ante quienes debían arrastrarse con presuntuosa desfachatez. Así tenemos en el pedestal de los jalabolas y malnacidos criollos a Páez, Crespo, Gómez, Pérez Jiménez, todos los presidentes de cuarta república…entre tantos cortesanos mentecatos que le entregaron a las potencias extranjeras parte de nuestras riquezas que imposibilitó nuestro desarrollo. Estos malnacidos permitieron, sin sonrojo alguno, que la miseria se sembrara, creciera y rodeara las grandes capitales y se esparciera por todo el territorio.
Tristemente en nuestro país se ha desarrollado una nueva cáfila de malnacidos, que a diferencia de los demás, los de ahora no dan la cara, sino que se esconden detrás de los medios de comunicación privados y aprovechan las redes sociales para proferir agravios de forma encubierta. El arquetipo de estos individuos es J.J. Rendón, un ser que su cara de imbécil se corresponde con su comportamiento, un sujeto que se conoce porque unos periodistas, tan imbéciles como él, lo consultan. Estos “genios” de la prensa lo entrevistan para que responda estólidas majaderías que solo pueden provenir del dueño de un cerebro de crasa inopia académica. No cabe duda, imposible ignorar la existencia de genios del mal, capaces de urdir una trama que, de seguro, su desenlace da señales de inteligencia de quien la maquinó. J.J. Rendón, no se corresponde con este prototipo. El funesto personaje dio muestra de su mediocridad, deshonor, destemplanza, insensibilidad y brutalidad al concebir el audio difundido a través de las redes sociales.
Cuando mi comandante Chávez estaba vivo padeciendo los embates de una enfermedad, los medios de comunicación privados se solazaban anunciando el virtual fallecimiento del grande hombre. Hoy, ante la triste desaparición física de Hugo, al malnacido J.J. se le ocurre la fatídica y malhadada idea de revivirlo a través de un infame audio que nos da muestra de la calaña de este individuo. Yo suponía que las cloacas putrefactas de Caracas estaban embauladas, seguramente a una de estas se le abrió un boquete y de esta pútrida sentina emanó este sujeto especialista en inmundicias. Tan solo a una mente vesánica se le ocurre tal ignominia. El malnacido, en su actuación, obvia el dolor que le causará a una familia que todavía siente y llora la desaparición física de su querido deudo. Además, se burla de un pueblo que persiste en el amor por un líder quien preparó el camino de una revolución para que futuras generaciones disfruten de una patria digna. La misma negada por los artífices de la desestabilización, quienes desde hace catorce años trabajan por el derrumbe de un proyecto, concebido por un grupo de hombres que acompañaron y acompañan a Hugo en la permanencia, por el resto de lo que nos queda como república, del ideario bolivariano
El pueblo venezolano debe reconocer a los malnacidos, están mimetizados en la oligarquía chula, en el partido nazi-amarillo, en la MUD intrigante, en los medios de comunicación privados, en la fedecámara golpista, en la jerarquía eclesiástica y en los viejos partidos de la cuarta república. Son los mismos que celebran las acciones de J.J Rendón, un mercenario del Departamento de Estado de EE.UU., del sionismo internacional y de los consorcios transnacionales. Organismos que consideran que los venezolanos son unos borregos capaces de caer en las burdas manipulaciones de un sujeto tan anodino. Se debe tener claro, si la oposición es capaz de concebir el bodrio del deplorable audio, la guerra económica con fines desestabilizadores no debe causarle sorpresa a nadie. Son una especie de bomba mata gente. No dudo que madame Kelly, junto con los otros dos espías norteamericanos, tiene la mano metida en todo lo que están planeando los cófrades de la muerte. A ellos el pueblo de Venezuela les importa un comino y por suerte para estos malnacidos Mayami no está lejos y, en caso de emergencia, tienen sus dólares resguardados en esa madriguera de infames.