En Venezuela no queremos nada con racismo, pese a que por allì algunos catires lo miren a uno de reojo y si uno no es totalmente negro, siempre esos mismos catires nos ubicarán dentro de esa escala de marrones que nos caracteriza (gracias a Dios a nuestra mezcla), que viene siendo casi lo mismo. Pero el asunto es que nuestra manera de tratarnos, siempre entre lo gentil y cariñoso, nos conduce a tratarnos de negra o negro.
Ese ¡Épa negro! o ¡Negra, ricura! Son expresiones comunes entre nosotros y, como es de suponer, no genera ningún tipo de ruido entre la mayoría de los habitantes de esta espectacular nación liberada por nuestro máximo héroe Simón Bolívar.
Es mas, en eso de negreo no hay quien nos gane, hasta el punto en que cuando vino el dominicano Wilfrido Vargas su canción El Africano, desde ese mismo momento instalamos en nuestro día a día, eso de ¡Qué será lo que quiere el negro!
Lo que sucede en estos días con el vecino presidente de Guyana Esequiba, el mismo que llaman Granger y ante quien no hay que preguntarse ¿Qué será lo que quiere el negro?, porque eso estaría bastante claro, pues dicen que eso fue lo que le preguntó la Exxon Mobil y al parecer la respuesta vino en forma de financiamiento de su campaña electoral (en la que ganó) y le habrían dado unos simpáticos churupos en dólares, según comentan en la calle.
Nada de extraño tiene que los acontecimientos se den de esa forma, porque como decía Ernesto “Che” Guevara al criticar el burocratismo, los regímenes burgueses cargaban su “cortejo de prebendas y de lacayismo” y eso, presuntamente, pareciera ser herramienta importante que algunos dirigen y hacen que terceros las utilicen.
Los venezolanos entendemos qué se entiende por lacayo. Se trata de una persona servil, capaz de hacer asuntos mas allá de lo que puede realizar un simple criado. Lo cierto es que, salir a hacer cosas por otro y por esas diligencias obtener beneficios adicionales se ve como algo mas turbio que una cortina de petróleo, con la diferencia de que si la cortina se le viene encima, puede resultar un aplastamiento.
Sin duda alguna, debe haber una angustia en quienes están apresurando al negro, pues acaba de esgrimir otro argumento que está en las pretensiones de quienes lo financian.
Ahora, al hombre lo pusieron a buscar bronca y lo que falta es que empuje a los soldados a que cometan errores. Es inexplicable la conducta del negro Granger, porque solo alguien que no esté equilibrado, en sus cabales, hace lo que él está haciendo en estos momentos. Deben estarle ofreciendo -si es que no le han depositado a él o a sus afiliados- una bola millonaria de dólares, al punto que pone en riesgo el apoyo que ha recibido siempre de Venezuela.
El hombre, como dijo el Presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, es un peligro para su propio pueblo. El negro está que no se aguanta, se mete con Caricom, Celac y Unasur y quiere que Venezuela caiga en la trampa de responderle militarmente.
Si los habitantes de Guyana pasaran revista a ese pasado no tan lejano de la Segunda Guerra mundial hasta llegar al presente, podrían darse cuenta que las consecuencias de actos parecidos a los que el negro intenta, son devastadores.
Lo peor del caso, es que cuando menos lo espere, el negro puede quedar en la calle, sin ningún tipo de apoyo porque, como diría el fallecido Joselo, eso puede ser “pan pa' hoy y hambre pa' mañana”.