"El arado y el mar"

¿Este juego insensato de malandros y oligarcas nos llevará a la guerra?

Cualquier oficial superior sabe que movilizar tropas es preludio de un enfrentamiento; cualquier historiador puede dar fe de las muchas guerras comenzadas por motivos baladíes; y cualquier político con un poquito de cacumen sabe que la improvisación camina por las orillas del barranco.

Si recordamos que todo comenzó hace muy poco tiempo con el cierre por 72 horas de la frontera con Colombia, sólo en el estado Táchira, algo que lucía una medida muy transitoria, se pensó que sería algo de dos días para que todo volviera a la normalidad; y si nos fijamos que hoy el propio ministro de la Defensa da un parte desmintiendo el vuelo de aviones de guerra venezolanos violando el espacio aéreo colombiano, hasta los más incondicionales tendrían que pegar un grito de alerta al gobierno: ¡el conflicto escala! Comenzaron jugando con algo sumamente delicado, la guerra, y se les va de las manos. Aún hay tiempo para recomponer, para detener la locura.

No es una situación que se resuelve con una encerrona en Quito, y simultáneamente cerrando otra frontera, no es una realidad para hablarla con un peñón en cada mano. Es necesario detener la locura que ya arropa al país. Los chovinismos afloraron, la xenofobia se elevó, los voceros ensayan agresiones, los locutores se sueltan a inventar y a adornar el rechazo, ya se habla de "traición a la Patria" al que no acompañe la aventura. Los oligarcas de allá lanzan leña al fuego del disparate, todo esto no se detiene con banderitas y declaraciones hipócritas. Es necesario tomar medidas urgentes, meter los frenos, poner reversa. Detener a gobernadores que ya cuestionan los derechos humanos, excluyen a humanos de su aplicación.

Las oligarquías de allá, las oligarquías de aquí, la irracionalidad de muchos nos está llevando a una confrontación. Nos encontramos a una ráfaga, a un vuelo falso o no, de desatar una guerra que beneficiará a las oligarquías y perjudicará a los pueblos de las dos naciones hermanas. Y no faltarán los que pesquen en río revuelto y con acciones aticen el fuego. El peligro no se disuelve con declaraciones formales de que "nos queremos", de que "somos hermanitos", es necesario tomar medidas. ¿Quién las tomará primero, quién parará la escalada del conflicto? No se sabe. Lo que sí es cierto es que el conflicto es una oportunidad para demostrar de qué pasta de estadistas están hechos los gobernantes. El asunto no se resuelve con comportamientos malandros de un lado, ataques verbales, malas caras, y comportamiento de godarria de otro, melindres, compostura falsa, miriñaques. Es necesario el espíritu revolucionario, audacia, valentía para tener cordura, mesura.

No es propicio adelantar medidas, eso compete a los gobernantes, nosotros sólo alertamos: lo que parece un juego muy lejano para la mayoría, es una amenaza real para el país. Reafirmamos: la guerra es como el fuego, tiene su propia dinámica, si lo avivan crece y devora. Una guerra con Colombia sería una guerra de las oligarquías antibolivarianas y antichavistas, nunca una guerra de los pueblos, de los desposeídos.



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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