Realmente fastidioso y escasamente creativo se ha tornado últimamente este señor Alan García, tanto que ya ni siquiera provoca seguirle el anunciado camino ha convertirse en el nuevo chulillo del imperio en Latinoamérica. Es evidente que las recientes declaraciones vertiginosamente aparecidas y difundidas por los medios internacionales y nacionales, traen mayores connotaciones de las que aparentemente denotan. No cabe duda que el cuestionado triunfo de este sólo difamante y encolerizado señor a la presidencia del Perú, se ha debido más por la urgente necesidad de restringir el paso al emergente nuevo mapa geopolítico que toma cuerpo gracias al despertar de los pueblos en el notorio liderazgo de Chávez en la región, que por alguna otra sana o loable ascendencia de su personalidad.
Como toda bestia acorralada el imperio no ha tenido mucho de donde escoger cuando precisamente ha requerido la presencia de este desprestigiado y corrupto señor. Aunque, a decir verdad, observando desapasionada y críticamente algunos de los prontuarios sicológicos de nuestros reclutados connacionales tampoco los señores del gran norte tendrán mucho de que enorgullecerse, (agarrando aunque sea fallo diría la aconseja popular). Señal pertinaz y verdaderamente importante para promediar sin muchas dudas cuáles serán sus inconfesables y ocultas estrategias que en los próximos meses pretenderán emplazar. Escalofriantes realmente resultan sí para ello forzosamente requieren de estos muy específicos y característicos perfiles. Aun con lo cierto y lo peligroso de ello, no menos significativo también es que tanto para aquellos que han sido reclutados en aquellas acantiladas esferas del austral antiplano, como los que dicen remojarse la existencia en este arauca vibrador, llevan sobre sí el mismo karma o padecimiento chino, ambos indefectiblemente requieren la presencia permanente de la figura e imagen de Chávez para mantener un relativo y apreciable centímetraje en la televisiva y diaria cantaleta de la gallina de los huevos de oro. Tan es así su desvergonzada dependencia que incluso es frecuentemente utilizado para cargar las culpas de su mediocre actuar (como en el caso de las primarias de súmate). Tanto será la conveniencia callada y necesaria de su presencia que no me extraña que más de uno se haya terriblemente enfermado sicológicamente de la identidad, y secreta y tímidamente frotándose al frente de un espejo no encuentren explicación y sosiego al trágico sufrimiento, maldiciendo a Chávez y entre lágrimas aceptando de que se ha convertido gracias a la verruga de éste, en una rabiosa chavista desgraciadamente atormentada en el cuerpo esponjado de un escuálido.
Para todos ha sido un secreto a voces que las muletas financieras del imperio mantuvieron y permitieron que el decadente y famélico mandato de Toledo, ese cholito domesticado rebushnariamente en Harvarth, logrará no sólo culminar su mandato sino contener los impulsos progresistas que con gran vigor y conciencia viene tomando auge tras el elocuente triunfo de su inmediatamente próximo vecino Evo Morales. Para todos los que en Latinoamérica y el mundo, de manera responsable no tan sólo hacen uso sino goce de los cuatro dedos de frente que Dios nos dio, sabemos que Alan García hoy en día representa para el aguerrido y bolivariano pueblo del Perú, algo menos triste que una inexplicable incógnita, un qué pasó al que aun no han podido sobreponerse la gran mayoría de los que vieron en Ollanta Humala la esperanza de poder incursionar en la era de los cambios necesarios. Tan descomunal fue la campaña multimillonaria de terror y descrédito a la que fueron sometidos que, bombardeados todos los días en sus 24 horas, el denominado cuarto poder logró, momentáneamente, aletargar cual corrosivo huésped alienante (como lo dijera Marta Colomina en sus tiempos cuerdos) la voluntad emancipadora de este digno pueblo. Los niveles de tolerancia forzada del pueblo llano hoy en día se encuentran en un vulnerable estado de reposo efervescente, la conciencia de lo sucedido le ha sido criminalmente abarrotada por una cantidad de manipuladas y contradictorias informaciones, tendientes a prácticamente revivir disociadamente oscuros y ajenos fantasmas dictatoriales del otrora. Cual presuntos y bíblicos tiempos de la Torre de Babel, una vez más la historia ha tomado registro como la desinformación forzada y la falta de poder comunicacional han hecho mella y dispersión de un pueblo que aun reclamando pasos propios no ha logrado madurar organizativamente lo suficiente para insurgir de sus ataduras. Pero no cabe duda, y la historia continuamente nos lo reseña, más que una dulce victoria, una amarga derrota templa más el valor y la enseñanza de los guerreros.
Inmemoriales y continuos han sido los registros que nos sentencian como precisamente los imperios en sus pretensiones de dominación han combatido, a ultranza desenfrenada, toda forma de organización disciplinada en las culturas de los pueblos “sometidos”. La estratificación es un buen ejemplo para sesgar y difuminar la identidad contestataria y revolucionaria de un pueblo. En Latinoamérica tenemos incontables y cercanos ejemplos como se ha pretendido con cierto éxito el aberrante propósito de distanciar orgánicamente los militares del pueblo, como si estos realmente no fueran el mismo pueblo en armas. Tenemos constancia que en otros países hermanos ha sido marcadamente eficaz este desmembramiento y estratificación del sector militar de las fuerzas emancipadoras del pueblo, específicamente Chile y Argentina. Sobrada razón ha tenido el imperio norteamericano para su estratégica e ideológica dominación, aleccionando y doctrinando mediante la preparación sistemática en las más sanguinarias formas de torturas, la moral y verdadera misión de nuestros ejércitos. Con todas sus posibles y excepcionales degeneraciones producto de la Escuela de las Américas, precisamente las fuerzas armadas de los pueblos latinoamericanos son la única forma de organización, relevantemente orgánica, que tienen éstos para seria y disciplinadamente atender sus reclamos de libertad. El gran atractivo de lo electoral –en las democracias formales y representativas- para sujetos como los chulillos del imperio, es que ella requiere determinantemente un nivel de preparación y organización que le permita no sólo buscar los votos, sino defenderlos en una complicada y compleja dinámica de triquiñuelas. La única forma de contrarrestar los mil y un espejismos de lo económicamente poderosas maquinarias de propaganda políticas y laboratorios sicóticos, en las democracias burguesas, es precisamente por medio del pueblo organizado y su contraloría social. Por ahora el Pueblo Peruano tan sólo habrá de consustanciarse en su imaginario cósmico y creador, y bajo el símbolo de la cruz del sur aguardar y enfilar su esperanza en acecho, promediando niveles superiores de organización y articulación. Este chulillo del imperio, por ello, no pasará más de dos años.
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