Aquí en Venezuela se está decidiendo el destino de la humanidad. Si consideramos que el capitalismo mundial conduce a la humanidad a la extinción, y que únicamente el Socialismo puede salvarla, entenderemos la importancia de la tarea que nos dejó Chávez. No se trata de un escarceo político, de algo que se resuelve con la astucia del sindicalero; los triunfos en el ring de la democracia burguesa no pasan de ser éxitos pírricos, vanos. Hoy más que nunca el dilema es Socialismo o barbarie, Socialismo o extinción. Así, cualquier acción que no resuelva esta ecuación hacia el Socialismo es derrota estratégica. Ya estamos en condiciones de analizar al gobierno invasor. Veamos.
La presentación de cuentas del Presidente en la Corte Suprema estuvo llena de enseñanzas. Primera: el escenario afirmó que el gobierno no acepta la disidencia, se rodeó sólo de sus aláteres, prestos a aplaudir cualquier desatino. Es así, al gobierno le da urticaria la crítica, venga de afuera o venga de adentro. Esa conducta, ese ejemplo, es el camino que educa a la gran masa en el fascismo, a aceptar crueldades y mentiras sin ningún criterio; hasta dudar es crimen que genera represalia.
El discurso fue demostración de que la cúpula gobernante se mueve en una burbuja de cristal que brota de la imaginación de los aduladores. Según el acto todo va de maravilla, las palabras se convierten en realidad, los deseos empreñan. Ahora bien, cómo guiarse, cómo entender, cómo sacar algo en claro en medio de aquel aguacero de galimatías. La respuesta está en la economía.
La relación económica determina la relación humana, o dicho en términos de los clásicos: “la existencia determina la conciencia”. Significa que si la relación hegemónica es capitalista, ésta generará conciencia capitalista que será soporte esencial del sistema capitalista. La anterior argumentación la condensó el Comandante Chávez cuando colocó como meta principalísima de la Revolución luchar contra la “lógica del capital.”
Se deduce de lo anterior que un aumento en las relaciones capitalistas traerá como consecuencia elevación de la conciencia, de la ética, de la espiritualidad capitalista, un fortalecimiento del sistema capitalista.
Ahora bien, la agresión imperialista, las amenazas de invasión, la llamada guerra económica tendrían como finalidad fortalecer al capitalismo, a su relación económica, a su conciencia, a su ética; en otras palabras: desmontar la vocación socialista propuesta por el Comandante, aplastarla.
Entonces, el gobierno dirigido por el Presidente Maduro, cuando impulsa el capitalismo está haciendo el trabajo reservado al ejército invasor, a las derechas. Hasta hace poco tiempo el gobierno apoyaba el desarrollo capitalista con sordina, con vergüenza, recordemos que Jaua respondió a intentos de revertir medidas económicas del Comandante. Pero de un tiempo para acá, la desfachatez producto de la falta de resistencia hace que el impulso al capitalismo se haga a cielo abierto. El consejo de economía, se declara un organismo para este impulso, se blande como un éxito que medio millar de empresarios acuda al llamado del gobierno, se planifican ferias de negocios, abundan las declaraciones de ministros y voceros que ahora cantan como gallos loas al capitalismo, muestran como “triunfos militares” los avances del capitalismo.
Ya el capitalismo es una posibilidad aceptada en el gobierno bajo la excusa de elevar las fuerzas productivas, así se crean los enemigos del Socialismo, del Chavismo, se hace el trabajo que antes estuvo destinado al comando sur de los gringos.
El deslizamiento del gobierno al campo capitalista, al campo invasor, no tolera que se devele la maniobra, quienes lo hagan corren los riesgos propios de una guerra… de esto estamos conscientes.