El caso venezolano, como paradigma histórico, aparentemente muestra escasas probabilidades de encontrar solución en una mesa de diálogo. Por lo que hemos venido observando (y a diario viviendo) ambas partes mantienen firme convicción y propósito de irrenunciablemente tener que someter a su contraparte.
Unos por la vía de las urnas electorales y otros, lamentablemente, por la vía en que las urnas pueden conducirnos hasta el propio cementerio. La insistente y descarada manera como desde la O.E.A. criminalmente buscan justificar y activar una intervención militar multinacional hacia Venezuela, concuerda con el carnicero papel que lleva la O.T.A.N. en el Medio Oriente.
Las escuetas declaraciones que del lado de la oposición sostienen aún la posibilidad de un diálogo con el gobierno resultan tan aisladas como poco fiables. Y no precisamente porque por primera vez veamos a la oposición unida (se sabe que muchos a lo interno vienen siendo escépticos en los supuestos aciertos que su infernal "política" les viene tributando) pero lo que cada vez resulta más notorio y vergonzoso, es la manera como desde la O.E.A. le vienen imponiendo la agenda, lo que hace presumir que a pesar de las acostumbradas desavenencias se mantendrán tan silentes como disciplinados.
La política exterior del Departamento de Estado norteamericano parece decidida a salir, de una vez por todas, de la Revolución Bolivariana. Propósito que con meticuloso esmero y cuidado ha venido preparando con suficiente antelación. Los diferentes e importantes documentos que se han hecho público así lo certifican.
La decidida manera como Rusia y China viene ejerciendo presión sobre su "columna vertebral" (el petróleo del Medio Oriente), les resulta imperativamente urgente buscar apoderarse de las cuantiosas riquezas de Venezuela. Los intercambios comerciales (e incluso militares) de ambos países, en la región, son cada vez más frecuentes e importantes.
Venezuela se ha convertido para el coloso del norte en una verdadera amenaza, tan extraordinaria como inusual. El grado de ascendencia que mantiene su hidalguía en los pueblos de la región, les resulta intolerable y perturbadora, y puede terminar siendo "la mecha que encienda (definitivamente) la pradera".
Este "tigre de papel" resultaría herido de "muerte" si nuevamente se concretara el renacer de la Izquierda en el Continente. Un eventual triunfo del presidente Maduro acarrearía un torbellino tal que sería lo necesario para que Brasil y Argentina, y otros pueblos que comienzan a dar interesantes señales, recobren la senda de la dignidad.
Poco más de 30 días nos separan de la elección de los diputados a la A.N.C., y seguro serán los 30 días más difíciles y peligrosos que en nuestra era republicana nos ha tocado vivir. Lo que hasta ahora no ha sucedido en Venezuela ha sido por la aguerrida manera como la política exterior del gobierno ha frenado la Agenda de Terror que se le fragua desde el Extranjero.
La impetuosidad con que pretenderán buscar incendiar a Venezuela verdaderamente pondrá a prueba el reconocido valor y estirpe del venezolano. En este actual ajedrez donde las fuerzas imperiales dominan a placer los gobiernos de un importante número de países, estos podrían resultar siendo simples Peones, si el descontento casi milenario que estos pueblos han tenido que soportar a la manera como los E.E.U.U. ha jugado con sus "democracias" y porvenir, emergiera en el preciso momento cuando sus gobiernos se preparan atacar a la Patria de Bolívar.
Pero será el venezolano quien en todo caso le tocará, desde su histórica condición de amante de la libertad, decidir si por las urnas expresa su voluntad republicana o le hacen acarrear sus muertos hasta el cementerio.