Rusia es el tema central en estos días por sus diligencias en México y Nicaragua, donde busca incidir en la postura económica de América Latina y contrastar con la diplomacia norteamericana, el Secretario de Estado, Rex Tillerson viene haciendo una gira desde Centroamérica y fijando una postura clara sobre los regímenes de China y Moscú, quienes vienen ofreciendo armas y explosivos a estas pequeñas naciones, Los países involucrados son San Salvador, Guatemala, Panamá, Costa Rica, Belice, Nicaragua, México y algunas naciones del Caribe.

Desde el 11 de septiembre de 2001 Washington dejó de interesarse en América Latina para enfocarse en sus guerras en Medio Oriente y Asia Menor. En fechas recientes, la cruzada contra el libre comercio y la cooperación internacional emprendida por el propio Trump ha creado en el subcontinente espacios que han sido ocupados por China y Rusia, sí, pero también por economías aliadas de la Casa Blanca.

Tillerson funge como vocero de una reacción primaria de posesividad –la de la sempiterna creencia estadunidense de que todo lo que se sitúa al sur del río Bravo es el patio trasero de Washington– ante la inexorable diversificación de relaciones políticas, comerciales, tecnológicas, culturales y militares que experimenta la región. Lo paradójico es que esa suerte de instinto de posesión carece, en el momento actual, de programa, política y estrategia, y se reduce a un simple retorno de los términos brutales de la llamada Doctrina Monroe: América para los americanos, cuya traducción al español ha sido, en los hechos, Latinoamérica para los estadunidenses.

Hay un gran cinismo y, el proceso de globalización lo explica todo y las sociedades latinas desconocen una multiplicidad de factores que se aplican desde el siglo antepasado y tiene que ver con las colonias

Por lo que se refiere a México, la supuesta presencia rusa esgrimida por el visitante es puro humo procedente de las campañas sucias que proliferan en el proceso electoral en curso, y resulta deplorable y exasperante que ciertos sectores de opinión se presten a servir como caja de resonancia a un rumor sin pruebas, porque por fantasmagórico que resulte es claro que Washington ha decidido usarlo como instrumento de injerencia en nuestros asuntos políticos internos, lo que debilita inexorablemente la soberanía nacional. Las que hay, por lo pronto, son pruebas abundantes, sólidas e incontrovertibles de intervencionismo estadunidense en la política mexicana, y venezolana, as propias palabras de Tillerson son una de ellas.

La idea es dificultar las relaciones en el ámbito de la relaxion bilateral. Y, crear algunas conmociones en hechos de acción bilateral, la idea es ir bloqueando en una feroz campaña a Venezuela y, provocar la salida de Maduro Moros.

Su obsesión por destruir el proceso que inició el presidente Barack Obama demostró hasta qué punto Marco Rubio había perdido contacto con la realidad geo política del hemisferio y lo desnudó como un político oportunista que es capaz de poner sus intereses y aspiraciones por encima de las legítimas aspiraciones del pueblo cubano y de una Sociedad estadounidense que apoya en su mayoría (más del 62%) un proceso de reconciliación con la Isla.

Este funcionario norteamericano es un hombre pringao y toda opinion pública internacional esta en lo cierto, cuando se habla de lanzar collejas y, llevar recados. vivimos en una sociedad donde los políticos llevan a la máxima expresión aquello de 'haced lo que yo diga, pero no lo que yo haga'.

¿Se imaginan ustedes al Parlamento canadiense, al alemán o al británico votando para expulsar como presidente a un presidente?

No, ¿verdad? El concepto en sí es demencial. Y aquí convivimos con él sin inmutarnos. Como prueba de que es una locura, además de inmoral, queda la anécdota vivida tras el nuevo aplazamiento de su investidura.

Trump, asume un líderazgo extravagante.

Ya la intervención esta montada, veamos los actos.