Las mentirillas de un tal descubrimiento

Era yo, apenas un niño, desnudo de conciencia, cuando mi padre solía llevarme a presenciar los desfiles militares frente a la estatua inmóvil de un fulano Cristóbal Colón, cerca de Plaza Venezuela, allá por la década de los años sesenta, a la par que se festejaba el Cuatricentenario de la fundación de la ciudad Mariana de Caracas. Los cadetes y soldados rendían honores, girando la vista enérgicamente; y con paso redoblado, casi a ciento ochenta grados, esgrimían cantos alegóricos a Don Cristóbal quien portaba en sus manos, hechas de piedra, una espada en el cinto y una cruz en el pecho; la fuerza por un lado y la imposición de la Fe por la otra; mirando hacia el horizonte; y con uno de sus brazos levantados, señalaba quizá la llegada a su nuevo destino que le habían ordenado los Reyes de España, dentro de ese amplio contexto de las expediciones, repartimientos, encomiendas, descubrimientos y bulas Papales, entre otros.

En mi ingenuidad, aplaudía, imitando a los adultos de la época, quienes me decían que había que respetarlo y rendirle culto casi sagrado, dizque por él nos descubrieron unas personas diferentes a nosotros, de blanca tez, con sentimientos de buena fe, que querían lo mejor para nuestras tierras, que eran unos héroes; y por esa razón debíamos asistir a sus actos cada 12 de Octubre. También me decían que teníamos que agradecerle muchas cosas, porque gracias a sus hazañas es lo que éramos hoy en día. En mi inocencia infantil, asumía todo aquello y fui creciendo dentro del recuerdo de esos eventos donde mi difunto progenitor me llevaba, haciéndome levantar tempranito para ir a aplaudir a Míster Colón a la sazón de que me empalagaba de golosinas que vendían los buhoneros alrededor de la esfinge del Almirante Genovés.

En este orden de ideas, recuerdo que en mi escuela primaria, mis maestros de la época nos dibujaban en el pizarrón las tres Carabelas que trajeron a los foráneos navegantes a estas tierras de gracia, apetecida por sus riquezas naturales ¿Causalidades o Casualidades? La señorita de la clase, por cierto, una negra bien apuesta, nos mandaba como tareas, el dibujo en láminas del trío de Naves; y ¡Ay de aquél que no las dibujara bien¡ se ganaba un cero bien redondito y tan grande como los embustes de que esos invasores venían en sana paz y a bendecirnos como hijos de Dios, so pretexto de un descubrimiento que con el transcurrir de los años, me he preguntado ¿Quién descubrió a quién? ¿Acaso éramos unos animales salvajes? ¿Éramos unos objetos que nos encontrábamos metidos en un baúl, algo así como una valija escondida?

Es importante resaltar, que no soy un apasionado compulsivo que pretende negar el avance de ciertos elementos de la cultura que dejó el proceso de colonización, pero si bien es cierto que fue un intercambio cultural, -según algunos estudiosos, historiadores y letrados-, no es menos cierto, que nunca me dijeron en el colegio de mis prístinas enseñanzas que el derecho de conquista fue una especie de crimen encubierto de legalidad. Nunca se nos echó el cuento que los conquistadores no eran labradores, sino guerreros que buscaban mejor forma de vida, porque en sus tierras Europeas las cosas no andaban muy bien que digamos, desde el punto de vista económico, social y político, por lo que echaban de la mano del indio para ponerlo a trabajar inmisericordemente y esclavizarlo sin contemplación, y lo que es más ignominioso, en su propio hábitat.

A todas estas, sobrará quien diga que estos argumentos son producto de un lavado de cerebro que con el pasar de los años van inculcándosele a uno, mas resulta que no es así, a mi manera de ver las cosas. Nuestros indígenas, nuestros ancestros se caracterizaban por una gran generalidad, por su candidez y benevolencia, por su naturaleza eran mansos y tranquilos, probidad en sus hábitos diarios, no los perturbaba ninguna avaricia, ninguna ambición. Sabían cómo gobernar su vida doméstica, social y comunitaria. Disfrutaban de una sana naturaleza dentro del cual complacían sus necesidades para consigo mismo y su grupo familiar.

Dentro de ese gran contraste, se inició una invasión despiadada con la presencia del hombre Europeo con su malévola actuación. Se le desarrollaron los peores sentimientos motivados por su torcida codicia; en lugar de comportarse como hábiles y modestos sujetos civilizados por los confines de donde provenían, se convirtieron en crueles tiranos e inhumanos devastadores. Los movía el hálito de enriquecerse a cómo diera lugar, sojuzgando a nuestros nativos con los maltratos más viles. Conocer nuestra historia, pienso yo, no es simplemente retrotraernos a contemplar el pasado, es observar con auténtica visión hacia dónde vamos, tomando como referencia los desarreglos y desafueros que se cometieron tiempos otrora; y evitar que se repitan. Para Bolivia, Nicaragua, Chile, Venezuela, Argentina, México y Perú, para poner un ejemplo, de pronto pueda que el 12 de Octubre tenga diferentes significantes, pero el significado es el mismo: Una rebeldía. Cada habitante de estos países sud y centro americanos, debe tener presente la conciencia histórica de su Nación; olvidarlo sería una falta de identidad Nacional. No confundirlo con la Xenofobia.

Ahora bien, tampoco se nos contó que con el castellano llegaron a nuestras tierras, enfermedades tales como: La fiebre amarilla, la Lepra, el Tifus, las enfermedades venéreas, la Viruela; y pare usted de contar. Todas estas patologías producían la muerte como moscas de nuestros ancestros. En este sentido, se hace alarde de que el Europeo trajo los conocimientos e invenciones de la medicina, claro está, si ellos mismos trajeron esas enfermedades, tenían que buscar las medicinas preventivas y curativas para contrarrestarlas; nuestros indígenas no la necesitaban porque vivían en un ambiente natural, sano, libre de bacterias y virus. Para sus dolencias corporales, utilizaban los principios activos de las plantas y árboles de su entorno. Para qué necesitaba el Indio Penicilina, si no estaba contaminado; la infección la trajo el europeo, la diseminaron ellos mismos. Tenían que pagarse y darse el vuelto. ¿Qué hay que agradecerles? La Niña y la Santa María, ya venían contagiadas con Gonococos y Treponema Pallídum, y la tercera nave ya venía pintada de varicela. Mi apreciado aporreahabiente ¿Usted qué piensa?

Si bien, eran dos mundos diferentes que se encontraron ese 12 de Octubre – como refleja el difunto Arturo Uslar Pietri, en un sentido pedagógico y con su característico estilo literario – no era justificación, ni motivos para la práctica del genocidio y etnocidio que realmente ocurrió, posteriormente al evento de conquista y colonización – sin restar importancia cultural a este último -. No hay que dejar detrás, que esto fue el inicio de un proceso de repartición de tierras entre los conquistadores, despojando a nuestros antecesores de sus dominios originales, de sus comunidades, de sus hábitos sociales genuinos y todo aquello cuanto disfrutaba el indio. Fue el indígena quedando relegado dentro de su propia casa. Aunque para ese momento histórico-literario no estaba definido el término: "Soberanía" en nuestros confines; desde mi óptica, fue precisamente una pérdida de soberanía lo que aconteció a la población indígena.

En efecto, llega el momento que el agua rebosó la copa, y como represalia ante las atrocidades del hombre blanco, nuestros aborígenes se rebelaron por casi toda América, como el caso concreto de los nativos de la costa oriental de Venezuela, donde tomaron los conventos de Cumaná, con un alzamiento indígena de grandes proporciones y en consecuencia, los castellanos infligieron las penas y las barbaries de mayor alcance, apoyados con las armas de fuego (La pólvora) y las armaduras que colocaba al indio en vulnerabilidad táctica y estratégica. En resumidas cuentas, nuestros ancestros opusieron su heroísmo defensivo al heroísmo agresivo y despiadado del conquistador. El indio no se rinde, nunca se rindió. Fue más que todo un proceso de resistencia; es así como debió haberse denominado siempre, por sus características per se. Combatió al invasor cuando éste, sin escrúpulo, hizo que el indígena le perdiera la confianza, cuando por la sed de riquezas del europeo se cometieron los más atroces asesinatos. Conocer nuestra historia, saber de dónde venimos, no es un enjuague de Neuronas. De aquí, que en mi niñez nos decían mentirillas de un tal descubrimiento.

 

Guaicaipuro15@hotmail.com



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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