El domingo 13/08/2006 escribí por este mismo medio un artículo con el título: ¿Qué es la comunidad internacional? Han pasado más de 12 años y parece que el tiempo se hubiera detenido, si se observa el comportamiento de los poderes hegemónicos, que se resisten a percibir los cambios que han transcurrido desde entonces.
En ese escrito decíamos que desde el punto de vista de las leyes y tratados internacionales, esto es, desde la estricta formalidad jurídica, la expresión comunidad internacional engloba todos los países representados en la Organización de la Naciones Unidas (ONU), casi doscientos, la población del mundo y todos los actores del sistema internacional que comparten y respetan esas "reglas de juegos".
En la comunidad internacional se establece un juego de relaciones entre la gobernación, esto es, entre todos los estados y la gobernanza global, esto es, entre los estados y todas las otras instituciones privadas.
Visto de esta manera es un término muy ambiguo e impreciso, incluso algunos hablarían de una visión idealista y retórica. Y ciertamente, así lo han utilizado países como Estados Unidos y otros, entre ellos Israel, para legitimar acciones unilaterales en el ámbito internacional, que sólo responden para afirmar o imponer su autoridad.
Por ejemplo, desde el año 1960, los Estados Unidos impusieron un bloqueo económico, comercial y financiero a la República Socialista de Cuba. La Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado todos los años desde 1992 resoluciones para denunciar los efectos negativos para el pueblo cubano de tal decisión unilateral. ¿Y qué ha pasado con esa decisión de la comunidad internacional? Nada, eso ha sido desconocido por parte de Estados Unidos con sólo el acompañamiento de Israel.
El 29 de noviembre de 1947, la comunidad internacional, a través de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), mediante la Resolución 181/11 (desde entonces han sido más de 20 resoluciones), tomó la decisión de que en el territorio Palestino, deberían existir dos estados. Uno, el de Israel con el 55 por ciento de ese territorio y el otro 45 por ciento sería para el pueblo árabe palestino, pero, como se sabe, eso no se ha concretado en perjuicio de este último pueblo. Además, Israel continúa sin presentar los límites de sus fronteras, tal como lo exige Naciones Unidas para incorporar a un país miembro según la resolución 242.
Uno los episodios más aberrantes, sanguinarios y atroces de la historia, lo constituyó el genocidio ocurrido en Ruanda en 1994. La muerte del presidente Juvénal Habyarimana, gobernante por espacio de 20 años y perteneciente a los hutus, desató una "cacería de brujas" por parte de sus partidarios, generándose una matanza entre hutus y tutsis, donde cientos de miles de personas de estos últimos –cuya población se calculaba en 15% del total de la población-, fueron asesinados brutalmente y descuartizados con machetes por extremistas hutus, con el objetivo claro de exterminarlos.
Se calcula que entre abril y julio de 1994 fueron asesinaros alrededor de un millón de personas, casi el 11% de la población total de ese país, que para entonces tenía un aproximado de ocho millones de habitantes
Ese atroz acontecimiento ocurrió ante la indiferencia e indolencia de la Organización de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad. Incluso hoy en día es desconocido.
¿Por qué esa comunidad internacional a partir de 2015 estuvo casi silenciada ante los incesantes bombardeos aéreos de las fuerzas occidentales (EEUU, Reino Unido, Francia) contra la población civil de Yemen, donde murieron miles y miles de personas?
Asimismo se podría decir de su silencio y complicidad ante las muertes y masacres producidas por las fuerzas de invasión de Estados Unidos en Irak, Afganistán, Libia y, en el caso de Siria, en su arremetida con su aliado, el Estado Islámico, desde el año 2011.
Ahora vuelve a plantearse el rol de la comunidad internacional a propósito del caso Venezuela, la presidencia de Nicolás Maduro, ganada en un proceso electoral y del intinerato del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, impuesto por una decisión política. En este sentido, resurgen con fuerza las voces que sostienen con insistencia que ésta, la comunidad internacional, debe actuar.
Se dice que "la comunidad internacional" (¿Cuál?) debe volcarse a la vigilancia de la integridad y seguridad de los diputados de la Asamblea Nacional activando los mecanismos de tutela e injerencia legítima (intervención) en caso que el gobierno de facto (Nicolás Maduro) intente criminalizarlos" o "seguir una línea de desconocimiento de la presidencia de Maduro para validar cualquier acto de restitución republicana previsto tanto en el orden interno como en el orden público internacional". Es decir, abiertamente se aboga por una intervención de Venezuela. El tipo de la intervención es crematístico.
Sobre esto algunas consideraciones.
Los filósofos de la naturaleza Tales de Mileto, Anaximandro, Anaxímedes y Heráclito, buscaron el arjé o principio constitutivo de las cosas en sustancias físicas: el agua, el aire, el fuego, la tierra. El griego Pitágoras y sus seguidores sostuvieron que las leyes y proporciones numéricas rigen los fenómenos naturales, revelando el orden y la armonía que impera en el cosmos y que sólo con el descubrimiento de tales leyes y proporciones se llega a un conocimiento exacto y verdadero de las cosas.
En nuestros tiempos, los elementos de la naturaleza no son los que se levantan con ahínco; más bien son los vinculados con el Big data, que no tiene precedente. Los macrodatos parecieran estar haciendo superfluo el pensamiento en la medida en que si todo es numerable, todo entonces es igual. Nos encontramos en la época del dataísmo y, por tanto, el hombre ya no es soberano de sí mismo por cuanto constituye el resultado de una operación algorítmica que lo domina sin que lo perciba.
En el caso que nos toca —la República Bolivariana de Venezuela—, caso de atención mundial, se ha puesto en juego el dataísmo. Ahora resulta que las matemáticas se han invertido en una particular ecuación: la mayoría es minoría y la minoría es mayoría. Algo insólito pero místico está ocurriendo, diría el mismo Pitágoras.
¿Y por qué?
Resulta que Estados Unidos, la mayoría de los integrantes del grupo de Lima, países de la Unión Europa, han manifestado que no reconocen al presidente Nicolás Maduro, por cuanto "la elección del 20 de mayo, convocada por la Asamblea Nacional Constituyente, no fue legal y por tanto sus resultados son nulos". Eso basta para que se afirme que esos son los únicos países que conforman la comunidad internacional. Por cierto, esos países, exceptuando el caso de Paraguay, siguen manteniendo relaciones diplomáticas con el gobierno de Maduro
O sea, de nada vale que Rusia, China, Irán, India, Turquía, Bolivia, Nicaragua, México, Cuba, Uruguay y otros países reconozcan la presidencia de Maduro, porque, aunque sean países importantes, no serían comunidad internacional.
Tampoco es comunidad internacional el Movimiento de los Países No Alineados, que tiene 120 países miembros más 15 observadores, representa casi dos tercios de los miembros de la ONU y alberga algo así como 55% de la población mundial, o sea más de 4 mil millones de habitantes de un total de 7 mil quinientos millones de personas para el año 2018.
Por supuesto, para quienes desconocen esto, el hecho de que Venezuela, desde septiembre de 2016, ejerza la presidencia de ese movimiento de países, no tiene mayor significación.
Pero en el fondo de la cuestión todo se reduce a la geopolítica. El gobierno venezolano presidido por Nicolás Maduro no es afecto a los "poderes fácticos" que mandan en Estados Unidos y ellos imponen su línea de acción en el campo internacional.
En las Relaciones Internacionales existen ciertamente paradigmas alternativos como las teorías críticas (marxismo o neo marxismo), la Escuela Inglesa, el Constructivismo, el posestructuralismo, todas las posturas postpositivistas, pero sigue predominando el realismo o neorrealismo. Por tanto, los que piensan que la comunidad internacional lo representa Estados Unidos y sus aliados (porque amigos no tienen), son absolutamente realista, censitarios y capacitarios. Ellos entiende que en el preámbulo de la constitución de ese país donde se dice: "Nosotros, el Pueblo de Estados Unidos,…."; debe traducirse, el pueblo, como "comunidad internacional". Ese es el quid de la cuestión.
Sus fuentes teóricas, con conocimiento o sin ello, se encuentran, entre otros, en Tucídides, Nicolás Maquiavelo, Tomas Hobbes, Hans Morgenthau y Kenneth Waltz. Nada de dejarse seducir por sueños utópicos o esperanzas románticas, ni por consideraciones relativas a la justicia o la injusticia, el bien o el mal.
La comunidad internacional actual es una entelequia, la democracia está ausente y el poder de los fuertes se impone.
Pero tarde o temprano llegará la hora de los pueblos