"Aquí no hay negociaciones, ni pactos, lo único que estamos buscando es un modelo de coexistencia pacífica, de tolerancia mutua"(Nicolás Maduro, 11 de abril del 2014)…. "Solo a través del camino de la justicia podemos conseguir la paz positiva, la paz verdadera... Pero debemos dejar claro que paz no es, y nunca será, equivalente a sumisión. " H. Chávez.
La excusa más mañosa para justificar el entreguismo ha sido la paz. Desde aquel día en que Maduro llamó al diálogo a los "empresarios patriotas", muchos supimos que la conciliación comenzaría en el terreno económico, en el campo pragmático: "nosotros les damos dólares y negocios y ustedes nos dejan gobernar el país". Este pragmatismo parte de la consciencia que se tiene de que son estos "empresarios" los que dirigen (como grupo) las conspiraciones en contra del gobierno, en ese entonces, gobierno "chavista".
Había que aumentar la producción, pero, no habiendo la disposición ni la voluntad para asumir esa responsabilidad desde el gobierno junto al pueblo de Chávez –esfuerzo titánico –, se les entregó nuestras divisas en dólares, justamente las que necesitábamos para adelantar los planes de desarrollo y mejoramiento de todas nuestras empresas estatales, incluida PDVSA. El razonamiento fue algo como ésto "nosotros no podemos ser más eficientes que la empresa privada en cuanto a la producción; a ella la estimula la ganancia, y a nosotros la consciencia del deber social, pero esa no la tenemos ni existe. La ganancia será suficiente para aumentar la eficiencia y la producción, dejemos que ellos se ocupen".
Con aumentar la producción en manos de los privados y usar un resto de la renta en promover pequeños núcleos productivos de alimentos, artesanos (emprendedores), conucos, agricultura urbana, etc. era suficiente para llevar adelante un gobierno de reformas. Por otro lado había que echarle mano a PDVSA. No era posible que Rafael Ramírez concentrara tanto poder frente al presidente de la república, había que quitarlo del medio, y así se hizo. La excusa fue la corrupción.
Pero hacia afuera la verdadera excusa para justificar ese "golpe de timón" a la derecha, fue la paz. Esa fue la primera "acción pacificadora" de Maduro, entregar el control de todos los procesos económicos a la empresa privada y nuestras reservas en divisas. La segunda más importante, como se sabe, fue la convocatoria a otra ANC para dejar "suspendidos" todos los poderes públicos hasta que operaran a favor del ejecutivo. Pero en el ínterin se continuó la política de financiar a los privados para aumentar la producción y la importación de insumos mediante "pantallas" socialistoides, donde, por un lado, la empresa privada se llevaba la tajada mayor de la torta y por el otro el gobierno y la burocracia del gobierno la otra tajada (Caminpeg, por ejemplo, el juego con el control de cambio y el dólar barato, es decir la discrecionalidad de los funcionaros de otorgarlos y otorgárselos ellos mismos) En el ínterin aparecieron los famosos "motores para el desarrollo", los "congresos de la patria" y sus "capítulos", y cuanta "revolución de maletín" se pudo inventar desde entonces; todo esto: una excusa para aplacar el malestar de la derecha que seguía conspirando (el dólar paralelo, los bancos y la manipulación del efectivo, los dólares baratos y su desvío hacia afuera, la especulación con los precios, el contrabando de extracción de alimentos, etc…) y marear y atar de manos al chavismo con promesas, lavadoras, televisores baratos y migajas.
Para la paz el gobierno nunca ha pensado en otra cosa que no sea entregar espacios y negocios a los capitalistas y a la derecha política, y a la par apagar la llama de la revolución. También la paz ha sido desde siempre la excusa para desmovilizar la revolución, al pueblo chavista, "marearlo" con amenazas, con una "guerra económica" fantasmal, de la cual nunca se ha sabido dónde está el enemigo –aparte de los bachaqueros y unos cuantos panaderos –. Detrás de la "guerra económica" de Maduro estaban, claro está, todos sus "amigos empresarios patriotas", incluyendo a su amigo "el pelucón" Mendoza, más Gustavo y Oswaldo Cisneros, socios del gobierno en las concesiones del Arco Minero y en la industria petrolera. Para la paz se estableció que el país se divide de nuevo en ricos y pobres; unos pueden comprar y recibir dólares y otros cajas de comida de mala calidad y limosnas.
En este tras bastidores de la política pacificadora de Maduro está hoy oculto el escenario de la amenaza militar de EEUU y la alharaca del llamado "grupo de Lima" y Colombia, las payasadas de la OEA, el gobierno paralelo de Guaidó, más todo un escándalo internacional sobre la legitimidad de Maduro frente a la legitimidad del guiñol Guaidó. En eso se distrae la atención de los carroñeros de origen, muchos de los cuales ahora enfrentan la amenaza de verdaderos tiburones, capaces de general una verdadera intervención y quedarse con todo, en una especie de pacto de Varsovia cruzado con el tratado de Versalles, repartiéndose el territorio por yacimientos, selvas, fuentes de agua, etc.
La excusa de la paz ha servido para paralizar de miedo al pueblo chavista y que nunca pueda reclamar justicia de los que ahora son gobierno, de Maduro, de Diosdado, de los Rodríguez, y todos los demás miedosos que los secundan, los verdaderos responsables de nuestra desgracia. En nombre de la Paz, Maduro entregó la revolución a los capitalistas, para nosotros fue el primer "cristal rajado" en esta historia, luego se fueron rajando los demás.