Asidero

EEUU, el deslinde es diplomático, no guerrerista

En una conferencia dada en 2003, precisamente en el Pentágono, Thomas. P. M. Barnett, dio a conocer un proyecto estadounidense, donde todos los Estados pintorreados en el mapa de rosado deben ser destruidos. Este macabro plan no tiene nada que ver con la lucha de clases en el plano nacional, ni con la explotación de los recursos naturales. Después de destruir el Medio Oriente ampliado, los estrategas norteamericanos se prepararon para acabar con los Estados del Noroeste latinoamericano.

No se ha terminado ninguna de las guerras desatadas desde entonces. Desde hace 16 años, las condiciones de vida de los afganos son cada día más terribles y peligrosas. La reconstrucción del Estado que alguna vez tuvieron, reconstrucción que supuestamente seguiría el modelo aplicado en Alemania o Japón al término de la Segunda Guerra Mundial, nunca llegó concretarse. La presencia de las tropas de la OTAN no mejoró la vida de los afganos que, por el contrario, se deterioró aún más. Todo indica que esa presencia militar de la OTAN es actualmente la causa del problema. A pesar de todos los discursos que alaban la ayuda internacional, las tropas de la OTAN sólo están en Afganistán para mantener y agravar el caos. Están en Irak, Libia, Siria y con sus aliados, vienen operando muy lentamente en Latinoamérica y, me pregunto ¿Padrino López, no se enteró de esta gran verdad? Ahora, no hable, ya es tarde y el único perjudicado es nuestro pueblo, todos en general, porque, como pueblo somos uno y nuestra juventud se está yendo a fortalecer esas fuerzas contrarias al sentir socialista y democrático. Acabaron con la economía del Estado Bolivariano de Venezuela y, no tenemos ningún resplandor.

Los medios de difusión occidentales, hablan con desdén de los desórdenes en Venezuela, pero la guerra que así comienza no habrá de limitarse a ese país. Se extenderá a toda esa región, a pesar de que son muy diferentes las condiciones económicas y políticas de sus países

A los estrategas estadounidenses les gusta comparar el poder de Estados Unidos al del Imperio romano. Pero los romanos aportaban seguridad y opulencia a los pueblos que conquistaban y los incorporaban a su imperio. El Imperio romano construía monumentos y racionalizaba las sociedades de esos pueblos. El neoimperialismo estadounidense no tiene intenciones de aportar nada, ni a los pueblos de los Estados estables, ni a los de los países incluidos en el "tanque" de recursos naturales. Lo que tiene previsto es extorsionar a los primeros y destruir los vínculos sociales en los que se sustenta la unión nacional de los segundos. Ni siquiera le interesa exterminar a estos últimos sino hacerlos sufrir para que el caos en el que viven convenza a los Estados estables de que para ir a buscar los recursos que necesitan tienen que contar con la protección de los ejércitos estadounidenses.

El proyecto imperialista consideraba hasta ahora que «no se puede hacer la tortilla sin romper huevos», o sea admitía que tiene que cometer masacres colaterales para extender su dominación. En lo adelante, lo que planifica son masacres generalizadas para imponer definitivamente su autoridad.

El neoimperialismo estadounidense implica que los demás Estados del G8 y sus aliados acepten que la «protección» de sus intereses en el extranjero quede en manos de los ejércitos de Estados Unidos. Ese condicionamiento no constituye un problema para la Unión Europea, ya sometida desde hace mucho a la voluntad del amo estadounidense, pero plantea una dura discusión con el Reino Unido y será imposible que Rusia y China la acepten.

Recordando su «relación especial» con Washington, Londres ya exigió participar como socio en el proyecto estadounidense para gobernar el mundo. Fue ese el sentido del viaje de Theresa May a Estados Unidos, en enero de 2017, pero quedó sin respuesta

Es además inconcebible que los ejércitos de Estados Unidos garanticen la seguridad de las «rutas de la seda», como hoy lo hacen –junto a las fuerzas británicas– con las vías marítimas y aéreas que utiliza Occidente. Es también inimaginable que Rusia acepte ahora ponerse de rodillas, después de su exclusión del G8, debido a su implicación en Siria y en Crimea. l informe desclasificado de Henry Kissinger, NSSM 200(originalmente de 1974), al igual que el informe de la Comisión Rockefeller de 1972 sugieren impulsar la despenalización del aborto para un mejor aprovechamiento de los recursos estratégicos del mundo por parte de los poderes centrales y las élites económicas. Estos informes a su vez continúan las disposiciones del Population Council (Consejo de la Población) fundado en 1952 por John D. Rockefeller III, las ideas de La bomba demográfica (1968) de Paul Ehrlich y de Los Límites del Crecimiento del poderoso y elitista Club de Roma de 1972.

Todo indica que el conflicto que está comenzando en Venezuela no se limitará a las fronteras de nuestro país. Es probable que abarque todo el noroeste de Sudamérica y el Caribe. Porque el plan es integral, abarca Cuba y Nicaragua.

Cuando Nixon ganó las elecciones de 1968, era creencia común en Occidente que el bloque comunista era uno y que la URSS y China actuaban de consuno. Kissinger sabía que no, que ambos colosos rojos se tomaban el chocolate de espaldas y se temían el uno al otro más de lo que temían a los Estados Unidos. Kissinger convenció a Nixon de entablar relaciones diplomáticas con la China Popular. La iniciativa fue un éxito gracias a eso de que los enemigos de mi enemigo son mis amigos. Aunque Reagan acabara llevándose con justicia el mérito, fue Nixon quien empezó a ganar la Guerra Fría cuando estrechó la mano de Mao.

Cuando Kissinger habla de China parece un adolescente cantando las virtudes de su enamorada. Seguro que desaprueba que Donald Trump haya dejado que Tsai Ing-wen, la presidenta de Taiwán, le felicitara por teléfono. El gesto tira por la borda cuarenta años de política norteamericana respecto a China, una política que el propio Kissinger ayudó a pergeñar.

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No obstante, quedó el problema de Taiwán, la única China que hasta entonces habían reconocido los Estados Unidos. Finalmente, en la época de Carter, el problema se resolvió admitiendo que sólo había una China y que ésta estaba representada por el Gobierno de la China Popular. Taipéi y Washington rompieron relaciones, aunque los Estados Unidos mantuvieron el compromiso de proteger la isla de cualquier intento de invasión desde la China continental. Taiwán consintió la nueva situación casi de buen grado por estar de acuerdo con el punto de partida, que China no hay más que una.

Dejarse felicitar como ha hecho Trump por la presidenta Tsai es tanto como negar la ficción en la que se han fundado las relaciones sino-estadounidenses hasta ahora. Porque si Tsai es la presidenta de un país soberano, una de dos, o Taiwán y China son cosas distintas, que es algo que ninguna de las dos admite, o si son una sola y su presidenta es Tsai, a ella corresponde representarla.

Como ocurrirá con frecuencia con Trump, la prensa de izquierdas ha atribuido el gesto a la torpeza e ignorancia del presidente electo. Mientras, en Beijing simulan creer que todo se ha debido a un error. Sin embargo, parece que la llamada estuvo perfectamente preparada. Si así fuera, sería evidente que Trump quiere revisar las relaciones de su país con China. Es probable que se esté limitando a buscar una excusa para obstaculizar las importaciones de aquel país y obligar a los fabricantes norteamericanos a abrir plantas en los Estados Unidos. Pero también cabe que sus objetivos tengan además alcance estratégico y quiera hacer frente más enérgicamente de como lo ha hecho Obama a las crecientes ambiciones geopolíticas del gigante comunista.

Así que, tendremos a Maduro como presidente y nuestros pemones, pobladores y un pasado olvidado, de esto, hay que hablarle directamente a COPEI, es decir a Primero Justicia y Voluntad Popular, los causantes de todo y que comenzó este jaleo con el secuestro de William Niheous.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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