En estos momentos son muchos los casos a los que por constituir un estremecedor drama humano, debían estarse haciendo una constante y permanente denuncia y que, sin embargo, es poco o nada lo que en este sentido se hace. Entre estos casos está el de Lula, en Brasil, quien no obstante ser inocente de los cargos de los que se le acusa, un régimen oprobioso, y por lo tanto ilegítimo, mantiene secuestrado y condenado a prolongado años de cárcel. El otro, es el de un ex-funcionario del gobierno del compañero Correa, a quien, un sujeto que hasta asco da mencionarlo, mantiene sepultado y en condiciones infrahumanas en una inmunda e insalubre cárcel de Ecuador.
El otro de estos casos que sacude fuertemente la sensibilidad humana es el de Honduras, de donde la población se está yendo en masa porque la vida en ese país, desde el criminal golpe de estado perpetrado contra el presidente Zelaya, se ha hecho sencillamente imposible, inviable. Ya que la persona que no se muere de hambre y de necesidades de todo género, entonces se muere a manos de un régimen criminal y sanguinario -como son todos los que apoya los Estados Unidos-, impuesto por esa nación del norte; a manos, repito, de un régimen cuyos cuerpos ferozmente represivos, cuerpos que, además de ser mantenidos y equipados, son también rigurosamente entrenados por los gobiernos norteamericanos, a través de sus distintas agencias de espionaje, sobre la mejor manera de reprimir y producir la muerte de seres humanos.
¿Y hacia dónde se va esa pobre gente en busca de ayuda? Hacia los Estados Unidos. ¿Y qué consiguen allá? Que el caritativo capo de ese país, que tan generoso se muestra con Venezuela al querer enviarnos una supuesta ayuda humanitaria cargada de veneno, no sólo los llama ladrones, drogadictos y prostitutas, sino que, para hacer más efectiva y humanitaria su ayuda, los amenaza con caerles a plomo. Y no sólo eso, sino que para demostrar su buen corazón hacia los niños, del que ya había dado una convincente prueba al encerrarlos en julas como animales y juzgarlos por permanecer y que ilegalmente en el territorio del Tío Sam, los deja morir de sed. Como ocurrió recientemente con dos niñas a las que mantenían encerradas en un calabozo. Las encerraron allí y tiraron la llave, o sea, se olvidaron de ellas. A estas bestias no les importó las súplicas y el llanto de las menorcitas, súplicas y llanto ante las cuales se mostraron insensibles, y dejaron que se murieran, como ya dije, deshidratadas.
Pero eso no es todo, porque no contento el capo con haber dado tan conmovedora demostración de humanismo, quiere ahora obligarnos a aceptar una ayuda humanitaria que el maluco del Nicolás Maduro se niega a recibir. Y no le falta razón al presidente venezolano, porque… primero, ¿cuando se ha visto, que "con excepción de los casos mencionados", los Estados Unidos hayan ayudado a nadie… positivamente, al menos? Las noticias que tenemos de estas altruistas inclinaciones son que han ayudado a millones de seres humanos, eso es verdad. Pero la cuestión es que no ha sido para bien vivir sino para todo lo contrario: para bien morir; y esos millones de asesinados, lamentablemente, están bien muertos. Como las víctimas de las bombas termonucleares lanzadas sobre Japón o las ochenta mil toneladas de bombas lanzadas sobre Vietnam, y tantos otros seres humanos que han sido piadosamente aniquilados con ayudas humanitarias en forma de armas convencionales y no convencionales. Y segundo, porque para que alguien `pueda prestar ayuda humanitaria a otros es indispensable que ese alguien posea sentimientos humanitarios. Y en este sentido, más sentimientos humanitarios tienen las hienas sedientas de sangre que el cuarteto de malintencionados escorpiones africanos que tienen sus infectos escondrijos en la Casa Blanca.
Por otra parte, ¿puede tener sentimientos humanitarios quienes ante los horrendos crímenes que el gobierno colombiano, a través de sus paramilitares, comete diariamente contra líderes sociales y defensores de derechos humanos, guarda un cómplice silencio y se hace el desentendido mirando para otra parte, para Venezuela? ¿Quién se abraza con el que aun no tiene un año en el gobierno de Colombia y ya, durante ese breve lapso, han caído más de trescientos cincuenta ciudadanos de ese país víctimas de estas bandas de criminales apoyados por el régimen? A este respecto, vale preguntar: ¿a cuánto llegará esta macabra cifra al final del gobierno de este genocida, que junto con su inescrupuloso compinche, Álvaro Uribe, han convertido a todo el inmenso territorio colombino en una gigantesca fosa común? ¿Un territorio donde se siembran más cadáveres que plantas alimenticias?
Pero eso no es todo, porque como todo el mundo sabe Colombia es el mayor productor de cocaína en el mundo. Hecho que se consolida cada vez más debido a que cada día aumenta el número de hectáreas que se dedican a la siembra de coca en ese país. Y aquí una reflexión, porque si la siembra de coca en Colombia va en aumento no puede ser por otra cosa sino porque este maldito negocio, o sea, su mercado, que es fundamentalmente el de los Estados Unidos, también va en franco ascenso.
Ahora, ¿a qué podría deberse esta alarmante situación? Indudablemente que no puede deberse sino a que la persecución de este delito por parte de las autoridades norteamericanas se ha debilitado notablemente; a que existe una cierta tolerancia por parte de esas autoridades en relación con el tráfico de sustancias prohibidas. Y si uno ve que los gobernantes de ese país, que viven metiendo las narices en todo, jamás se refieren ni condenan, ni por asomo, la producción de una sustancia que está diezmando a la juventud estadounidense, y si se observa, además, que Álvaro Uribe, que está reseñado en ese país por narcotraficante, se encuentra entre los aliados más privilegiados del presidente de los Estados Unidos, uno tiene el derecho a pensar lo peor de esos gobernantes..
Lo peor, sí, porque ya vimos a altos funcionarios de un gobernante anterior, de nombre RR, y entre ellos al asesino del Salvador, recién designado por el capo mayor para desestabilizar a Venezuela, vender drogas para que con el producto de esa venta, comprar armas y entregárselas a los "contra" nicaragüense. Así que nada de extraño tendría que personajes de este tipo de la actual administración, que si por algo se han caracterizado es por carecer por completo de escrúpulos, estuvieran también en estos momentos involucrados en el sucio negocio de la droga, pero esta vez en beneficio personal.
Nota: Nuevamente el ministro Arreaza se ve obligado a comparecer ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para responder a las falsas acusaciones que los actuales gobernantes de la "gran nación del norte", inmorales y cínicos como los que más, lanzan contra Venezuela. Y una vez más, como en la ocasión anterior, se pierde una hermosa oportunidad para desenmascarar al inmoral y rufianesco gobierno norteamericano; para exponer ante el mundo los torcidos y perversos recursos de los que se vale el gansterismo gobernante norteamericano, para agredir y desestabilizar gobiernos tan legítimos y democráticos como el de Venezuela y robarles sus recursos naturales. Porque esos son los inconfesables móviles, y no otros los que inspiran las acciones agresivas que Washington está promoviendo en estos momentos contra nuestro país: el saqueo de nuestro petróleo y demás riquezas naturales.
Por lo tanto, a nuestro juicio, Arreaza ha debido haber empezado, en esta última ocasión, la demolición de los argumentos de la parte acusadora protestando, por ejemplo, contra la presencia en ese honorable recinto de un individuo con antecedentes policiales y penales, de un individuo tan moralmente descalificado y perverso como el que representa a los Estados Unidos en ese foro, cuya presencia allí era un inaceptable ofensa a un organismo creado para promover valores tan nobles como la paz, y no para darle cabida a quien representa todo lo contrario. A quien tiene manchadas las manos y la conciencia con la sangre de miles de seres inocentes, incluso, con la de niños. Ha debido, además, haberle leído la cartilla, exponiendo el negro prontuario criminal de quien fue juzgado y condenado a prisión en su propio país, por acciones propias del hampa común, incluso, por tráfico de drogas.
Y no es que la intervención de Arreaza en el organismo multilateral haya sido mala. Desde el punto de vista diplomático y formal fue inobjetable. La falla estuvo en que le faltó contundencia, punch. Argumentos que impactaran a los miembros del Consejo y les llamara la atención acerca de lo que sucedería si se aprobaba una resolución que condenara a Venezuela. Ya que si eso hubiera sucedido, significaba anular el papel que las Naciones Unidas está llamada a jugar en defensa del derecho internacional y se consagraría, además, la prerrogativa de los más fuertes a someter a los más débiles; es decir, el derecho de los poderosos a robarle los recursos naturales a los países débiles cada vez que quisieran. Eso era, nada menos, lo que se estaba jugando en esa sesión del organismo de la Naciones Unidas.
NOTA: Bravo por Samuel Moncada, le dijo a la bestia albina lo que en justicia se merecía y que nunca hubo nadie que se hubiera atrevido a hacerlo, y menos que se lo dijera en su propia guarida. Es indudable que este compatriota, por su apasionada defensa de la patria, merece un reconocimiento nacional que extrañamente no se ha producido y no se sabe si se producirá. ¿Por qué con él no se hace lo mismo que se hizo con el ministro Arreaza, que por un discurso en ese mismo organismo (OEA) hasta le dieron una réplica de la espada del Libertador? ¿O con la valiente tripulación de un buque de nuestra armada que expulsó un barco extranjero que hacía estudios sismográficos en aguas territoriales, por lo que fue justa y debidamente condecorada? Con el profesor Moncada debe hacerse lo mismo. Y ello, porque aparte de que se lo merece, para despejar dudas sobre la existencia de prácticas discriminatorias o favoritismos indebidos dentro de la esfera oficial. Situación que de estar sucediendo no sería, desde luego, nada saludable para la necesaria unidad del país. Sobre todo, en vista de las peligrosas amenazas que en estos momentos penden sobre el mismo. Primero lo de Jaua y ahora esto. Ojo pelao, pues.
El título de este artículo así como algunos pasajes del mismo, tuvieron que ser modificados para poder hacerlo llegar a su destino, o sea, a Aporrea. Lo mismo tuvo que hacerse con algunos nombres que tuvieron que ser omitidos por la misma razón.