El petro: ensayo y error (II)

Combatir el ataque a la moneda sigue siendo el objetivo estratégico y principal en el marco de esta guerra no convencional que el imperialismo ha declarado contra el pueblo. Kurt Tidd, jefe del Comando Sur de los EEUU en 2018 planteó, como parte de sus objetivos para derrocar la revolución bolivariana: “Alentar la insatisfacción popular aumentando el proceso de desestabilización…

Incrementar la inestabilidad interna a niveles críticos, intensificando la descapitalización del país, la fuga de capital extranjero y el deterioro de la moneda nacional, mediante la aplicación de nuevas medidas inflacionarias que incrementen ese deterioro…” De manera confesa, una de las estrategias del enemigo ha sido atacar nuestra moneda para inducir la hiperinflación con todo lo que ello implica: pulverización del salario, desplome del poder adquisitivo, disminución del consumo nacional de bienes y servicios, contracción de la producción nacional, desfinanciamiento de la administración pública, precarización de todos los servicios públicos, deterioro de la calidad de vida.

En la doctrina del caos constructivo de las guerras no convencionales, la moneda es esa variable que al ser manipulada o atacada desencadena un caos en todos los ámbitos de la economía. Aplicando la lógica: si el ataque a la moneda es lo que desata toda la desestabilización económica y por lo tanto social y política, nosotros debemos impedir, a toda costa que su precio sea manipulado por un tercero.

Debemos fortalecerla, blindarla, forjarle un escudo. Ahora bien, ¿cuál moneda es la que debemos fortalecer? Aquella que se utiliza para fijar los precios de todos los bienes y servicios de la economía, incluso el salario. ¿Cómo debemos fortalecerla? Respaldando su valor en activos tangibles, verificables y medibles que, por cierto, tenemos de sobra.

El ataque a la moneda como arma no convencional se vale de la condición fiduciaria de las monedas, es decir, del hecho de que su precio se basa en algo tan etéreo como es la “confianza” (fiducia significa confianza). El enemigo lo que hace es incidir sobre la confianza/desconfianza a la moneda y manipula su precio.

Al respaldarla en activos verificables, su precio dependerá de algo medible. Llámese bolívar soberano, petro, petro-bolívar, bolívar-oro o petro-bolívar-oro; sea encriptada, virtual, hecha con papel reciclable, papel de alta seguridad, con plata o con chapitas, lo que estratégicamente nunca debemos perder de vista es que la moneda que se use para fijar y pagar todos los precios y salarios en la economía debe respaldarse en activos verificables para impedir que manipulen su “confianza”.

Pareciera, con el ensayo de diciembre, que el petro, respaldado directamente en petróleo, oro, hierro y diamantes, busca cumplir ese rol de moneda de circulación nacional con la que se fijen precios, salarios y además se use en las transacciones diarias. Nos permitimos hacer algunas sugerencias relacionadas con el aspecto económico.

Lo legal se lo dejamos a los constitucionalistas y lo tecnológico a los expertos Bolívar/Petro. O es el bolívar o es el petro. Las dos monedas no podrán circular a lo interno de la economía. Se encontrarán con el Señor Gresham quien demostró que cuando dos monedas circulan simultáneamente, la más fuerte desplazará a la más débil.

Mientras siga siendo atacada la confianza del bolívar a través de portales criminales y mientras el petro mantenga su precio respaldado en activos (a lo que sugerimos se eleve la ponderación del oro y del diamante por encima del petróleo y del hierro) el petro irá desplazando al bolívar. Constitucionalmente es un aspecto a resolver.

La única manera de que ambas convivan es que el bolívar sea la de circulación nacional, por supuesto respaldada directamente en activos (preferiblemente oro) y no indirectamente como erróneamente fue anclado al petro. Por su parte, el petro, también respaldado directamente en activos, debe ser usado solo como divisa sin que circule internamente. La conversión entre ambas monedas no debería ser un anclaje sino que dependerá del precio que cada una tenga en función de los activos que las respalden. Petro-salario. Si la intención es que el petro sustituya al bolívar, debe hacerlo fijando no solo los precios de los bienes y servicios, sino también el salario que deben ser pagados en petros.

El criterio para fijar el salario en petros no debe ser referenciándose al salario en dólares de otros países para luego con una “regla de tres” calcularlo en petros. El criterio en Revolución es que el salario mínimo debe cubrir, por lo menos, toda la canasta básica. Bajo ningún concepto se puede justificar que en Revolución sea la clase asalariada la que asuma el costo de la guerra económica. Entre las tantas políticas que le permitieron a Chávez disminuir 57% la pobreza en menos de 10 años se encuentran dos: 1) ajustar los salarios en la misma proporción que el aumento de los precios.

De esa manera fue cerrando la brecha entre los precios y los salarios, y 2) controlar los precios de aquellos bienes muy necesarios producidos y distribuidos por monopolios transnacionalizados. Es inconcebible que hoy, en Revolución, a la clase asalariada, que representa el 97% de la población ocupada (alrededor de 12 millones de trabajadores) solo le corresponda el 18% de todo lo que se produce, mientras que la burguesía, que es el 1% de la población (alrededor de 400.000 personas) se apropie del 41% de todo lo que se produce.

Hay mucho margen para aumentar los salarios, es un asunto de redistribución en el que la burguesía debe ceder su exagerada ganancia. Hoy con 18 panes tipo canilla el dueño de la panadería, por poner un ejemplo, paga el salario mínimo de un mes de quien horneó los panes, pero quien horneó los panes necesita trabajar 2 días para comprar 1 de los panes que horneó. Seguramente son horneados decenas de panes al día.

Con ½ petro no se cubre la canasta básica. Petro-efectivo. Un aspecto a resolver, si es que el petro sustituirá al bolívar, es el El petro: ensayo y error (II) Una de las estrategias del enemigo ha sido atacar nuestra moneda…” @pcurcio efectivo. Antes de la guerra económica, alrededor del 10% de la cantidad total de dinero correspondía al papel moneda. Con la escasez de efectivo, consecuencia de la hiperinflación inducida, la bancarización aumentó y la mayoría de las transacciones se hacen de manera electrónica, no obstante, sigue circulando en papel moneda el 1% del total de dinero de la economía.

Petro-reservas. El enemigo no descansará mientras no logre su objetivo, es por ello que en esta guerra no convencional no podemos confiarnos en que solo con una medida, como por ejemplo, respaldando la moneda de circulación nacional, sea suficiente. Hemos insistido en que el fortalecimiento de la moneda de circulación nacional, llámese bolívar-oro, petro, petro-bolívar o petro-bolívar-oro, debe estar necesariamente acompañado con la recuperación de nuestras reservas internacionales. Para ello es urgente recuperar las exportaciones petroleras, o sea la producción petrolera.

Además hemos propuesto monetizar el oro en las bóvedas del BCV y aumentar nuestras reservas en oro. Fue un grave error haber liberado el mercado cambiario. Es una licencia para que se fuguen nuestras divisas en detrimento de nuestras reservas internacionales que desde agosto de 2018 hasta la fecha han disminuido 21%, lo que además es muestra de que no han llegado las tan esperadas inversiones extranjeras por el hecho de haber levantado el control cambiario.

Nadie dijo que sería fácil construir el socialismo bolivariano del siglo XXI, mucho menos bajo permanente asedio. Somos conscientes de ello. O inventamos o erramos, pero corrijamos.

Tomado de Últimas Noticias.



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Pasqualina Curcio

Profesora Titular (Universidad Simón Bolívar). Economista (UCV). Magister en políticas públicas (IESA). Doctora en ciencia política (USB).

 @pasquicurcio

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