Donald Trump: psicópata peligroso para la humanidad

En la historia de la humanidad se han conocido personajes nefastos que han cambiado la historia del mundo, porque padecieron de trastornos mentales. Entre los que se pudieran mencionar, por sus tácticas inhumanas para lograr el cumplimiento de sus objetivos geopolíticos y militares, tenemos: Calígula, Nerón, Atila, Francisco Franco, Adolf Hitler, militar que estableció un régimen totalitario durante el período conocido como Alemania Nazi, inició la II Guerra Mundial y es una figura clave en la perpetración del Holocausto; entre otros. La mayoría de los presidentes que han gobernado los EE.UU. han sido nefastos, como fueron los Bush por sus ataques e intervencionismos a otros países; Barack Obama, que le dieron un premio por una paz que nunca ejecutó ni en su propio territorio. El gobernante que supera a éstos es el ilegítimo de Donald Trump, a quien en el año 2017 un estudio publicado por la Revista Behavioral Psychology (Psicología Conductual) identificó rasgos clínicos de Trastorno de Personalidad Narcisista (TPN) de Trump, como sentimientos de grandeza, excesiva necesidad de admiración y falta de empatía. Este trastorno se define como un patrón dominante de grandeza y prepotencia, de alguien que exagera sus logros y talentos para ser reconocido como superior, especial, único, y solo se relaciona con otras personas que están en su mismo nivel o status. Trump es incapaz de reconocer o identificarse con los sentimientos y las necesidades de otras personas, es agresivo, miente frecuentemente y es xenófobo. Razón por la cual poco le importa la pandemia que azota a su país. Miles de expertos coinciden en que Donald Trump es un peligro.

Bandy Lee, profesora de Psiquiatría de la Universidad de Yale, ayudó a editar el libro “El peligroso caso de Donald Trump: 27 psiquiatras y expertos en salud mental evalúan a un presidente”, solicitó la intervención urgente de la demócrata Nancy Pelosi, cuando Trump dio la orden de matar al general iraní Qassem Soleimani. Su enfoque se centró en la peligrosidad del mandatario, abordando la violencia como un problema de salud pública. Manifiesta que las informaciones publicadas recientemente y los hechos ocurridos respaldan las inquietudes que se reflejan en el libro. Según la editora la situación ha empeorado, ya que se observa un nuevo aspecto del estado mental del presidente, sobre todo cuando las frecuencias de sus mentiras aumentan y el fervor de sus presentaciones públicas se intensifica; sus bravatas mentales pueden llevarlo a tomar medidas impredecibles, extremas y peligrosas. Otras formas en que se demuestra la peligrosidad son la demostración de fallas cognitivas, como el razonamiento, la memoria, la atención, el lenguaje y el aprendizaje, aspectos fundamentales para un presidente y Trump se ha demostrado débil en esto. Para Lee, la discapacidad de Trump es un patrón familiar. Veamos ¿quiénes son sus padres? Su padre, Fred Trump, estadounidense (hijo de padres inmigrantes alemanes); su madre, escocesa, llegó a EE.UU. como inmigrante. Su padre invertía en bienes raíces para familias de ingresos medios a lo largo de la costa este del país. Muchos de estos proyectos fueron subsidiados por el gobierno. En 1954 compareció ante el senado de EE.UU., debido a las acusaciones de que se había beneficiado de los contratos. En 1970, fue acusado de discriminar a las minorías al negarse a permitir que los negros y los puertorriqueños rentaran sus propiedades. Donald asumió la defensa de su padre ante los medios; éste llegó a un acuerdo pero no admitió haber cometido infracción. De tal palo tal astilla, o hijo de gato caza ratón.

Actualmente el magnate Trump, en su locura incontrolable, creyéndose el dueño del mundo, a tal punto de considerar que puede controlar los espacios de nuestra vía láctea, la luna, los planetas, en su obsesiva e irracional política antihumana y guerrerista, tiene una fijación paranoica contra Venezuela, Siria, Cuba, Irán; Nicaragua y la gigante China. En Wuhan colocó un virus mortal que ha afectado la economía global, éste hace estragos en su propio país y ha tomado una conducta indolente. Pero, la fijación que tiene contra Venezuela es digna de analizar en un contexto especial, porque de esta manía puede derivar cosas inimaginables que pueden afectar a la región, a la América toda, tal vez la III Guerra Mundial. Trump nos ha bloqueado, sancionado, amenazado, ha violado nuestra soberanía, ha utilizado a los países de la región para generar conflictos bélicos, ha colocado presidentes ficticios, da ultimátum a Maduro para que renuncie, le ha puesto precio a la figura del presidente venezolano y a su equipo, obstaculiza cualquier tipo de ayuda humanitaria para el país a pesar de la pandemia, se roba nuestros activos. Es irrespetuoso en el manejo de las relaciones comerciales, ha demostrado ante el coronavirus su torpeza al no dar capacidad resolutiva a su país en materia de seguridad sanitaria. Mientras China hizo hospitales para tratar a su población, Trump dio órdenes para hacer fosas comunes para enterrar a quienes no pudieron pagar una vacuna, o porque no tenían un seguro. Mientras China hizo mascarillas, Trump aplicó la piratería comercial a países de la Unión Europea para obtener de manera deshonesta insumos y equipos médicos. Sus relaciones se basan en la dominación, y esto en realidad es lo que Trump desea: el dominio de nuestros recursos, porque el de ellos se les agota. La obsesión compulsiva contra Venezuela es un trastorno psiquiátrico grave. Tan peligroso es su trastorno como el fanatismo que tienen algunas personas hacia Trump, a sus mentiras, a los medios que emplea para conquistar sus propósitos. Según Angie Vásquez, en su columna Psicopatografía del fanatismo trumpeano, señala que el perfil psicológico de estas personas revela trastornos mentales consistentes: no respeta discrepancias, ni tolera diferencias; si es confrontado, explota en excesos irracionales; dificulta interacciones sociales con beligerancia y megalomanía; no dialoga ni escucha, no negocia ni razona; impone su punto de vista; es dogmático, intransigente, autoritario, absolutista y dado a la amenaza. Esto les ayuda a creer que comparten poder y rasgos con su líder. Si se fomenta la sumisión el fanatismo aumenta. Por eso vemos a un Duque, o a un Bolsón-aro, o a un Juan Guaidó, que se niegan al diálogo, a la paz, porque son irracionales, se creen los dueños de la verdad, su constante es amenazar y rendirle honor a su amo; porque el fanatismo no libera, esclaviza. Estos personajes son tan peligrosos como Trump.

La campaña que debemos hacer los venezolanos conscientes no es pedirle a Trump que cesen las sanciones, o que entre la ayuda humanitaria por la pandemia. No, la campaña en todo el planeta debe ser pedir la destitución del presidente Donald Trump, por ser un ser un psicópata de alta peligrosidad para el mundo. No es juego. Los personajes nefastos que gobernaron al mundo como él fueron seres despiadados, oscuros, inhumanos, se creían una raza superior. En realidad son incompetentes para gobernar un país. Desde Venezuela exigimos el pronunciamiento de las ONGS pro Derechos Humanos, ya que el silencio asumido hasta ahora perturba. Pedimos al pueblo estadounidense que defiende la paz, el derecho de la autodeterminación de los pueblos, la libertad; que se revele contra su presidente, porque su omisión lo llevará a una gran tragedia global. Sean propulsores de la paz, de la conciliación; no pueden seguir viviendo a expensas de lo que sus gobiernos le han quitado a otros pueblos porque esto es contranatura, perverso; libérense de la esclavitud a la que la sometieron todos sus presidentes. No sean indolentes ante el dolor de los demás pueblos del mundo. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Tal vez, el fanático termine esclavizado; pero los seres racionales, conscientes, deben empezar por buscar el equilibrio, el respeto, la libertad del ser. La América es una, solo que los gobernantes gringos la dividieron. La América Toda Existe en Nación.

 Fecha: 11/04/2020

 



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Esmeralda García Ramírez

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