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Alerté en el diario Últimas Noticias del 25 de enero de 2004 que “el plan maestro de Estados Unidos es que Venezuela le pelee su guerra en Colombia, y que Colombia le entregue el petróleo venezolano”. El 9 de mayo de ese año Hugo Chávez Frías anunció la detención en Baruta de 130 paramilitares colombianos con uniformes militares venezolanos. Los menores fueron devueltos a su país; el resto fue indultado en 2007. El conflicto colombiano invade Venezuela.
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¿Concluyó así la invasión de grupos armados? Parece que hubieran concluido nuestras medidas para controlarlos. Hace tres años, informa el general López Hidalgo que hay “paras” en siete estados (Últimas Noticias, 11-5-04, p.12). El 25-6-2006 el Diario Vea reseña que paramilitares colombianos asesinaron a nueve campesinos al Sur del Lago. El 4-4-2007 añade que cuatrocientos mercenarios estadounidenses se concentran en la frontera frente a Apure. Jaime A. Moreno denuncia en Rebelión del 26-6-06 que los campesinos colombianos desplazados hacia el Sur del Lago son semiesclavizados por mafias extranacionales: “Los terratenientes, mafiosos paramilitares colombianos y los terratenientes escuálidos venezolanos, desarrollaron una unidad y complementariedad eficaz, se necesitan mutuamente: los primeros han encontrado en el Zulia agrícola el escenario ‘perfecto’ para acumular y legalizar capitales en tranquilidad; no cuentan con el acoso de la insurgencia guerrillera colombiana y la presión de los campesinos por rescatar su tierra, y se favorecen por el apoyo de los escuálidos que a su vez les conviene fortalecer su proyecto contrarrevolucionario, antibolivariano y secesionista”. Diversas denuncias afirman que paramilitares cobran vacuna e instalan alcabalas en todos los estados fronterizos; Eleazar Díaz Rangel considera dichas informaciones dignas de atención. El paramilitarismo invade nuestras fronteras.
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La Agencia EFE informa el 12-6-2007 que las autoridades venezolanas incautaron en la frontera del Táchira 40.000 cartuchos de armas de guerra a dos paramilitares colombianos. ABN reporta el 13-6-2006 que, según la revista Semana aparecieron 14 nuevos grupos paramilitares en la Hermana República, y que “También en el departamento de La Guajira colombiana, se ha reportado la presencia y actividad de un grupo paramilitar conformado al menos por 70 efectivos armados, que formaron parte de la estructura del Frente Contrainsurgencia Wayúu de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)”. Actualidad Étnica divulga el 19-7-2007 que “Desde el año 2002 el pueblo Wayuú ha sufrido una arremetida por parte de los grupos paramilitares, que según voceros Wayuú siguen operando en Maicao y en la Guajira. Violación y ensañamiento contra las mujeres, secuestros, más de 200 homicidios, desplazamientos masivos y pérdida de bienes son los casos que más afectan a los Wayuú”, y añade que “Para su defensa los Wayuú siempre han hecho uso de las armas y algunas veces para dirimir conflictos internos”. El paramilitarismo invade la sociedad fronteriza.
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El 16-12-2007 el diario Panorama, basándose en “fuentes de completa confianza” revela que "En Venezuela, el paramilitarismo tiene su punta de lanza en Maracaibo”, con las bandas Águilas Negras, Águilas Azules y Águilas Rojas y que desde 2004 terratenientes de Machiques contrataron al coronel colombiano Novoa para que les entrenara mercenarios. Añade que opera en Zulia el heredero del imperio criminal del capo colombiano “Jorge 40”, Miguel Villarreal, alias “El Salomón”, jefe de Las Águilas Azules y Rojas, quien controla el contrabando de gasolina hacia Colombia. El paramilitarismo invade nuestro principal estado petrolero y ganadero, codiciado objetivo de diferendos fronterizos y complots de secesión.
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¿Se trata de un pleito de remotas fronteras, de caminos verdes y monte y culebra? El 13 y 14 de diciembre de 2007, Eligio Rojas resume en Últimas Noticias el informe anual de Provea según el cual narcotraficantes y paramilitares actúan unidos en lugares como El Valle, Petare y el Mercado Mayor de Coche, donde “estos grupos son financiados por los comerciantes y camioneros de la zona”. Testigos presenciales les atribuyen prácticas de tiro en San Blas y la Fila de Mariches. El paramilitarismo invade la capital.
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Cuatro industrias explota la delincuencia en los sectores populares: la trata de personas, el narcotráfico, el préstamo usurario y el juego. Mi servicio secreto me confirma que en todas los paracos sustituyen en forma acelerada al hampa criolla. Bandas con entrenamiento militar, organización militar, armamento militar y financiamiento del crimen organizado desalojan a simples rateros, cobradores de peaje o arrebatadores de celulares. Según mis fuentes, en el Zulia los paramilitares desbancaron al hampa criolla que prestaba dinero a los buhoneros con intereses del 20% mensual, bajando las tasas al 10%. La página colombiana El Tiempo.com de 2 de julio de 2005 demuestra que los paracos lavan sus capitales en los países vecinos mediante "Contrabando de gasolina, arroz, electrodomésticos y vehículos, transporte público (colectivos y mototaxis), juegos de azar (chance y casinos), confecciones, construcción y prostitución".
Los casinos, repetidamente denunciados por el presidente Chávez, son la herramienta de legitimación de capitales de este ejército que asalta nuestros suburbios y controla sus accesos. Sólo han podido expulsar a la carroña narcocasinera los militantes de la Coordinadora Simón Bolívar, el grupo Alexis Vive del 23 de Enero, y los grupos cívicos de Pro Patria. Si otros movimientos no los imitan, es posible que en el caso de un nuevo 11 de abril los sectores populares no pudieran movilizarse. El paramilitarismo invade nuestras bases sociales.
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La Hermana República está ocupada por Estados Unidos, y comienza un año en el cual los presidentes gringos asaltan países como propaganda electoral. La invasión está en marcha, y no la detendremos ignorándola ni amnistiándola.
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