“Que el fraude electoral jamás se olvide”
Finalmente el gobierno del fraude presentó su propuesta de reforma en materia petrolera y lo hizo en voz de su presidente y en cadena nacional. Confieso que me equivoqué al considerar, en mi artículo anterior, que ya no se arriesgaría a hacerlo; también en ese artículo comenté que sería preferible que lo hiciera, por lo que considero noticia grata que el fantasma tome cuerpo y la lucha tenga condiciones definitivas. En estas condiciones será factible llevar la batalla hasta conjurar el peligro de la privatización, sin dejar de reconocer la asimetría de las condiciones en que se da. Resulta afortunado que el régimen haya decidido formular una propuesta privatizadora al desnudo, adornada por declaraciones de pureza nacionalista, pero sin poder ocultar su afán privatizador. Voces y plumas mucho más autorizadas están ya desmenuzando y demostrando los vicios de la propuesta. Por mi parte, voy a intentar comentar algunos lugares comunes del discurso oficial que considero erróneos.
1.- Competitividad.- En su discurso Calderón argumenta que se trata de otorgar a PEMEX condiciones de competitividad ante las grandes empresas petroleras internacionales. Craso error. El mercado petrolero registra una oferta deficitaria, de ahí sus altos precios, por lo que la competencia no se da entre productores, sino entre consumidores por asegurar sus suministros. En tal caso, de lo que hay que protegerse es de las acciones de quienes necesitan controlar los recursos disponibles; México tendrá, en todo caso, que adquirir capacidad de resistir las presiones sobre la propiedad de sus recursos naturales. Para abundar en el error, la propuesta ignora esta circunstancia y se plantea como objetivos el producir más o tener más utilidades que otras empresas del ámbito internacional; llegar primero en el maratón de la explotación en aguas profundas. Me queda claro que no hay que llegar primero, sino que hay que saber llegar. Lo importante es que la actividad petrolera sirva esencialmente al desarrollo nacional, sin importar los campeonatos.
2.- Objetivo.- En el mismo discurso y en las exposiciones de motivos de las propuestas de reforma legal, Calderón define que el objetivo de la industria nacional petrolera es generar recursos para construir hospitales, escuelas y carreteras de manera directa. Craso error. El objetivo que se fijó la Expropiación Petrolera de Lázaro Cárdenas fue el de servir de palanca para el desarrollo de la economía nacional y, derivado de ello, crear los recursos para generar el bienestar. Con este último criterio, el dominio de la nación sobre la actividad petrolera serviría para que en el país se desarrollen las actividades concurrentes, como sucedió hasta 1980; así se formaron las grandes empresas nacionales de ingeniería, la industria siderúrgica especializada, la de bienes de capital, la de transportes y, en general de los insumos y servicios demandados por la industria petrolera. En 1970, PEMEX era el mayor demandante de bienes y servicios nacionales y así se convirtió en el más importante vector de la industrialización del país, hasta que comenzó su desmantelamiento y su extranjerización a partir de los años 80. Lo que hoy se discute tiene que ver con este objetivo primordial, independientemente de su enfermiza contribución a las finanzas públicas que dilapida su capacidad multiplicadora de la economía.
3.- Eficiencia.- Es un dogmático lugar común, permeado a la largo de toda la propuesta, que la operación del estado es, por sí misma, ineficiente, en tanto que la de los particulares es, por naturaleza, eficiente. Baste para desmentir tales asertos la historia de la privatización bancaria y el FOBAPROA: los particulares no sólo fueron ineficientes sino, además, corruptos. Igual puede decirse de los rescates carretero y de ingenios, entre otros. Tampoco la privatización telefónica es un ejemplo, cuando se generó un monopolio privado cuyo efecto es el pago del servicio telefónico más caro del mundo, suficiente para hacer de su dueño el hombre más rico del planeta. En tanto que la administración estatal del petróleo pudo sortear eficazmente el bloqueo posterior al la expropiación y construir una de las petroleras más importantes del mundo. Se dice igualmente que la magnitud de las acciones a desarrollar es tal que es imposible para PEMEX afrontarlas, obligando a invitar a otros para atenderlas. Falso. La magnitud de las tareas sólo implica un problema de administración que debe y puede resolverse con medidas administrativas.
4.- Corrupción.- Es indudable que en PEMEX se registra un severo problema de corrupción que, por cierto, sólo se trata de soslayo en el discurso calderonista. Acabar con la corrupción no tiene nada que ver con el afán privatizador que, en sí mismo es corrupto por violar la Constitución, sino de decisión política y autoridad moral para hacerlo. No puede reclamar honestidad quien se robó la decisión electoral de los mexicanos, ni quien mantiene una elite privilegiada con altísimos salarios en los niveles de dirección, ni quien hace de los líderes sindicales corruptos sus mejores aliados en la decisión privatizadora.
5.- Omisión histórica.- Hay coincidencia en que la actividad petrolera mexicana está en crisis, pero la omisión del diagnóstico de las causales de la crisis conduce al error en el planteamiento de su solución. Ocultar los compromisos contraídos con el FMI y con el Banco Mundial al momento de las reestructuraciones de la deuda externa, por una parte, y el religioso cumplimiento de tales compromisos por los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN, que siempre exigieron la privatización, solamente sirve al interés de insistir en la medida, independientemente de ser contraria a los intereses de la Nación.
Ojalá que estas líneas contribuyan a afianzar la decisión popular por la defensa del petróleo y mañana nos estemos encontrando en las calles demandando el respeto al interés nacional. La Patria no se vende, se defiende.
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