En este sentido, apelando a la formulación hecha por Marx y Engels, los trabajadores están llamados a constituir una de las vanguardias fundamentales de la transformación revolucionaria de la sociedad actual, partiendo de las necesidades y realidades específicas de cada nación, sin que ello signifique un calco automático de las experiencias vividas en el mundo a partir de 1917 con la constitución de la extinta Unión Soviética. Es preciso que se comprenda que, sin la participación directa de los trabajadores en la gestión económica, será imposible la construcción del sistema económico socialista, como quedó plenamente demostrado con aquellas experiencias históricas que, a pesar de sus deficiencias, tienen un valor a la hora de trazarse la implementación de dicho sistema, puesto que se evitarían los mismos errores cometidos. Sin embargo, hay que tomar en cuenta las nuevas realidades impuestas por el capitalismo moderno y el hecho cierto de que un gran porcentaje de trabajadores no se sienten partícipes de una clase social determinada y prefieren aliarse con los sectores dominantes de la economía con la meta ilusoria de trascender en el futuro el reducido marco de condiciones socio-económicas bajo las cuales vive. Además, es obvio que el capitalismo neoliberal globalizado ejerce su fatal influencia sobre las conciencias de las clases económicamente desposeídas, cuestión que afecta, de algún modo, la construcción del socialismo en nuestras naciones.
Para algunos, el socialismo es un tema tabú, atendiendo principalmente a las experiencias que, en el pasado, tuvieron lugar en algunas latitudes. De ahí que exploten las deficiencias y errores cometidos en su nombre para atacar la posibilidad de que se concrete, ya sea en Venezuela, Ecuador o Bolivia, provocando un efecto avalancha que ponga en serio riesgo la estabilidad del sistema capitalista mundial dominado por las transnacionales estadounidenses. Otros lo limitan a una moda retórica inocua, sin mayor trascendencia, dejando incólumes las estructuras capitalistas. Lo cierto de todo es que el socialismo impone crear un nuevo tipo de economía y éste tiene en los trabajadores, necesariamente, uno de sus pilares principales, aún cuando exista un empresariado identificado con esta alternativa revolucionaria, porque debe entenderse que el capitalismo es inherente a la democracia burguesa, mientras el socialismo exalta el protagonismo y la participación populares, algo que debe reflejarse también en el ámbito económico y no limitarse meramente a lo político y lo social.