Del mismo modo que no hubo armas de destrucción masiva en Irak y la acusación de todos modos le trajo consecuencias, hay secesionismo en Venezuela y a toda costa se niegan sus repercusiones para el país, cuando no se ridiculizan. Escríbalo. Ambas son argumentaciones del "vacío" −si así las podemos llamar− , la primera invitando a actuar sobre la base de algo ficticio, a título puro de pretexto para actuar militarmente; la segunda llamando a lo contrario, es decir, a no hacer nada sobre un hecho cierto con el propósito de ganar terreno en la preparación de determinadas condiciones políticas y también −¿por qué no?− militares. Elaboraciones discursivas del desastre que apuntan a la distracción de la opinión pública mientras el trabajo de zapa mina el terreno.
En el caso de Irak, el discurso se manejó de tal manera que la atención recayera sobre el hecho mismo de la acusación (las armas de destrucción masiva) y no sobre la realidad, claramente definida como una parcela a tomar desde que en 1980 la doctrina Carter dibujó al Medio Oriente como un gigantesco tanque de petróleo donde había que entrar para asegurar su flujo y no permitir la competencia de potencias rivales. Tal es la razón de fondo: un lenguaje de la guerra y la conquista que a fuerza tiene que ser disimulado por el de la academia y los valores idealizados: la paz y la civilización. Saddam Hussein tenía que ser borrado del mapa por el "peligro" de guerra y exterminio que comportaba para la región, y no porque detentara el poder, adversamente al interés estadounidense, sobre un área preñada de petróleo. Cuando el vicepresidente de la presente gestión estadounidense, Dick Chenney, confiesa que quien sea capaz de controlar el petróleo del Golfo Pérsico será también "capaz de dictar el futuro de la política energética mundial", no hace más que acogerse a la mencionada doctrina, trabajada sistemáticamente, gestión tras gestión, por el Departamento de Estado, amén de tumbarle la careta a cualquier discurso de paladín redentor (1).
Y puestas las cosas así, un Saddam Hussein ansioso por borrar al Medio Oriente del mapa y a unos EEUU convertidos en los policías "buenos" del mundo, nada interesados más que por la paz y la democracia, cualquiera vota por ello. De eso no hay duda. Si no, pregúntese al pueblo mismo norteamericano, que no vacila en responder con discursos hechos y mayormente con incoherencias sobre la política exterior de su propio gobierno cuando se le pregunta. "La lucha contra el terrorismo", oye uno de lo más impresionado, como si fuera un hecho casi obligado que todo el mundo tenga que pensar del mismo modo. Ello se explica, a no dudar, por el férreo y casi absoluto control del flujo de la información que tienen los EEUU en el mundo, un 84%, o, lo que es decir lo mismo, poderosísimas trasnacionales de la "verdad" ante cuya autoridad tu criterio es una ridiculez, cuando no una expresión demencial (2).
Como el cuento del rey que salió desnudo ante sus súbditos porque se le aseguró que lucía un vestido estupendo, hecho sostenido por todos. ¿Cómo hacer, pues, cuando el 99,99% de las voces asegura que una pared de color negro es blanca y sólo tu voz afirma lo contrario, aunque diga la verdad? Lo más probable es que los "cuerdos" recomienden para tí un sanatorio. Porque ese es el poder de los espejos, capturar la luz y multiplicarla, del mismo modo como hacen los medios de comunicación social al capturar las voces de la "mayoría" y multiplicarlas, ante cuyo cariz de realidad no queda gran cosa que hacer. Como el viejo mito de Prometeo robándole el fuego a los dioses para entregarles a los hombres una herramienta de verdad y realidad, los medios de comunicación le secuestran la voz a los hombres para llevarles una herramienta de control y fantasía a los dioses. Una matriz de opinión, como técnica, independientemente de que propale un hecho cierto o falso, se sustenta sobre la posibilidad de resonancia de una caja encefálica configurable.
No de otro modo −para seguir con el Medio Oriente− se puede entender que, efectivamente, se haya logrado enfocar la atención mundial sobre la posibilidad de un hecho incluso por encima de los mismos hechos reales y concretos sobre el terreno, regularmente de necesario ocultamiento o menor promoción. Si no es reflejado por los medios, nadie nunca dirá algo o tendrá idea alguna sobre esos otros "detalles", de mayores posibilidades reales, para no hablar de certezas y no caer en el mismo error criticado. Hechos como el seguro arsenal nuclear que ya debe de poseer Israel, para no hablar tampoco de "doctrinas Carter" ni de policías mundiales que practican un terrorismo "decente". "Dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo", dijo en un pasado Arquímedes de Siracusa; "dadme los medios de comunicación y hundiré al hombre", podría exclamar hoy el mismo pendejo incurso en el hundimiento.
El asunto es que en la Era de la Informática casi toda la humanidad es conocida, sólo que el conocimiento es clasificado y difundido en dos versiones, según el interés institucional: la sacralizada y la satanizada. Y en este caso el hombre, sea en su forma individual o de Estado o corporativa, es víctima de su maquinación propia, cayendo en la creencia de sus propias ficciones. Y si así resulta para el segmento humano de los mismos maquinadores, ¿qué habrá de quedar para el que anda en la calle, el hombre corriente, ese hombre vulnerable, esa figura masificada de pueblo, especie de territorio bombardeable, suerte de esponja impregnable con el capricho de los destinos? De su opinión, cuando su propia carne ha sido alcanzada por las explosiones de un ataque a Las Torres Gemelas, pongamos por caso, es difícil esperar un pronunciamiento que no sea que el gobierno que lo rige es un paladín de la lucha civilizatoria en el mundo.
En el caso de Venezuela, cuando se propala una especie de que se le separará uno de sus estados de mayor reservorio petrolero, con específico propósito autonómico, la receta del discurso trabaja haciendo recaer la atención no sobre el hecho mismo de la acusación, ¡que no es negada!, sino sobre sus efectos interpretativos, es decir, sobre la ridiculización y banalización de la especie, mal enfocada por la brutalidad del gobierno y de quien quiera humano que se atreva a retar el criterio del espejo de voces de los medios de comunicación, bajo el control de la derecha política. Cuando para Irak se procuraba la licencia "civilizada" para actuar y entrar, para Venezuela se propone un concurso de risas respecto de los señalamientos autonomistas. Allá se aspiraba a no dilatar el accionar de las tropas, preparadas desde largo tiempo; aquí se procura la descalificación y la burla para ganar tiempo. Ambas situaciones implican un escenario de guerra, uno consumado ya y el otro en ciernes. Acaba de generarse un brote autonómico en una de las repúblicas del continente suramericano −ahora el nuevo ingrediente de la receta− y la derecha manipuladora del país pretende que la preocupación o la prevención se tiren al suelo a morirse de la risa.
¿Las motivaciones de proceder tan "errático" −ahora− de la estrategia estadounidense y el malinchismo interno respecto de cómo preservar su hegemonía en América Latina? ¿No basta hoy, como en el pasado, con una rápida intervención o un bombardeo para poner en fuga la amenaza contra sus intereses, contra el abrevadero de sus necesidades? La explicación está clara a la vista en dos vertientes. Primero: EEUU se hizo ducho en el arte de hacer prevalecer sus intereses en la región, arrogándose ellos mismos, a fuer de obligantes, la condición del "actor exterior más importante en América Latina” (3). Segundo: el argumento de la guerra directa luce hoy a la mar de descarado y desprestigiado, después de los fiascos de Irak y Venezuela (y hasta Bolivia), una invasión uno y un intento de golpe de Estado otro, con mayores objeciones si consideramos que la razón primera ya no tiene visos de gran poder en la realidad. Ello sin mencionar que el Chile de Allende floreció el grano del resentimiento imperial en América Latina, inexplicablemente pobre y subdesarrollada a pesar de tantas riquezas en su subsuelo. Algo ha estado ocurriendo.
Es decir, arrodilla un golpe de Estado, un embargo o un regaño a un país dependiente cien por ciento de la economía norteamericana. Ni te compro ni te vendo nada, y estás arruinado; por consiguiente, quito y pongo presidentes. Simple lógica y hasta facilismo. Ha sido la tradición del monroeista "patio trasero". Pero el asunto evolucionó al punto que la confiada arrogancia del país del norte dejó hacer y pasar las insignificantes "vicisitudes" de los países del subhemisferio, dedicándose a temas más importantes, como legendarias guerras en el Medio Oriente, cómo acabar con China y Rusia, y cómo balcanizar un pedazo de la vieja Europa. Al despertar, aporreado de otros lados y con la misma necesidad de petróleo, multiplicada por las proyecciones a mediano plazo, encuentra que la América Latina ha racionalizado su situación, tanto nacional como en el contexto mundial, al grado que han tenido sus voceros que reconocer que se ha suscitado "nada menos que [...] una revolución social en la mayoría de nuestro hemisferio" (4). ¡Un continente completo, preñado de ingentes recursos naturales, sentándose a discurrir sobre su pasado y futuro!
Pero el despertar es doble. En efecto, los países latinoamericanos de pronto se encuentran que han hecho crecer el comercio estadounidense en un 139%, nada más desde 1996 hasta el 2006; que se han convertido en el 30% de las importaciones gringas de petróleo, superando a los países del Medio Oriente; que sus emigrantes representan el 15% de la población estadounidense y, de paso, el 50% de crecimiento de la población. De tal manera que la relación de dependencia como que ahora no se expresa únicamente en un sentido (sur-norte), comportando ello la necesidad de otro nivel de tratamiento, y no el grosero mote de economía subdesarrollada, "india", precolombina, neocolonialista o lo que sea que haga fácil su control a través de recetas tanto militares (invasiones) como económicas (Fondo Monetario Internacional). El reconocimiento suramericano de su valía propia, en términos de correlación económica y en el contexto de una lenta pero segura apertura hacia otros mercados (China y Rusia), ha concluido ahora en que "la política estadounidense es sólo uno de varios factores que compiten para influir en la región, y varios países grandes del área ya han diversificado sus relaciones al grado de que Estados Unidos ya no es determinante" (5). Y ello sin la necesidad de asomar intenciones de chantajes ni nada por el estilo.
Ello determina que cuando el buen policía del mundo vuelve la vista hacia sus "posesiones", después de trabajar arduamente en otros departamentos del planeta Tierra, ponga manos a la obra para recuperar el terreno perdido, dada la decidida disposición de varios gobiernos del continente de europeizar las formas geopolíticas: una moneda única, una unión latinoamericana, una OTAN latinoamericana. Y su regreso no puede ser más que del modo conocido por todos, más cuanto el jinete del alarmismo espolea sus ijares: la guerra. Pero no la guerra convencional, también ahora convencionalmente ineficiente, más cuanto los EEUU flotan sobre un mar de desprestigio, y en los actuales momentos, de pérdida de poder económico, resultaría prácticamente traumático recuperar a un país después de una guerra para ponerlo a generar sus recursos. Ahora es la guerra balcánica y balcanizante, la nueva lección aprendida en una de sus correrías, ya implementada en América Latina con el capítulo de Bolivia. El objetivo, a grosso modo, es impedir la unidad latinoamericana y, en específico, la toma de los recursos posibles de la región. Porque una mayor unidad latinoamericana se traduce en una mayor debilidad y menor capacidad de injerencia norteamericana. De la actitud que adopten a futuro respecto del desarrollo de América Latina depende que salgan o no afectados los EEUU, y ello es un condicionamiento que en el presente se proponen aniquilar.
De manera que se anda en ello respecto de Venezuela. Un secesionismo real, preliminar trabajo balcanizante, con baluartes en financiados grupos políticos opositores internos. La mecha kosovar se incendió en Bolivia y pretende recorrer el continente en sentido inverso a la guerra de independencia bolivariana: sur-norte. Los locales conspiran deportivamente en Venezuela, jugando con las palabras, como es gusto de quienes les dictan la pauta desde el norte. La consigna es la risa, hacer mofa de las denuncia secesionista mientras se gana tiempo y se "siembra" el ambiente. Decir que el gobierno no entiende y concentra poderes, que Hugo Chávez es un autócrata, buscando ellos, los demócratas opositores, "descentralizar" el poder con la medida de aprobar un estatuto autonomista en el estado Zulia, es la consigna. Y para los efectos, sin gran pérdida de tiempo después de lo de Bolivia, se le da en la Cámara Legislativa del estado Zulia un derecho de palabra a la organización separatista en la jugada, llamada Rumbo Propio. El propósito es institucionalizar la medida para consumo propio, como agenda de trabajo política, pero banalizarla de la puerta para afuera, para el consumo común, como una ridiculez increíble del gobierno cuando se atreve a denunciarla.
Y a rasgos mayores se apoya el trabajo interno con el externo: reuniones en las islas del Caribe entre ex militares, políticos y extranjeros para afinar los detalles, a sabiendas que la inteligencia de Estado les pisa los talones (6); reuniones "fortuitas", como la del gobernador del estado con Álvaro Uribe en Valledupar, Colombia, en ocasión de un festival vallenato, donde Manuel Rosales al parecer ensayó la política exterior de acercamiento entre los países, es decir, entre el estado Zulia y Colombia, manifestando la necesidad de "estrechar relaciones" (7). Reuniones, finalmente, como la acaecida entre el embajador William Brownfield, el presidente Uribe y su viceministro, donde se alude al gobernador del estado como una ficha de apoyo para la acción secesionista, bautizada en su punto de arranque como "el mayo venezolano", hora de concepciones conspirativas (8).
Así, es hasta natural concluir, pesimistamente, que América Latina está de guerra, por ahora contenida en su germinalidad. Y Venezuela, como punta de lanza, en el ojo del huracán, como si se hurgara en todo el continente para llegar hasta ella, presea final. Padece la "maldición de los recursos" y no es claro el momento cuándo ensayará, plenamente, su condición soberana y su libertad de desarrollo, si se considera que durante los años de la llamada Cuarta República estuvo entregada al interés extranjero. Como para correr, y no para chistar, como es el empeño de la derecha política en su nuevo plan mediático, llega de Guayaquil la denuncia de la fundación (septiembre de 2006) de un cónclave separatista para el continente, con participación inicial de sectores políticos de Perú, Ecuador, Venezuela, Guatemala y Bolivia: es la Confederación Internacional por la Libertad y la Autonomía Regional (Confilar). Ya ustedes pueden ver el nombre, típicamente de facturación gringa, faltando nomás las palabras "democracia" o "paz".
Resta esperar, aparte la habilidad del liderazgo regional para sortear la apetencia neoimperialista de los EEUU, que los grupos autonomista en la América Latina sean plenamente identificados y castigados hasta donde sea eficazmente posible con el rechazo electoral de los pueblos, hasta el grado que sean desmontados, por más que reciban financiamiento desde el extranjero. En Venezuela, de cara a las próximas elecciones regionales, este asunto de la desmembración del país podría pasarle facturas al segmento opositor, porque no obstante el trabajo mediático de pintar las cosas de modo desorientador a la opinión pública, los venezolanos rechazan mayoritariamente cualquier acción autonomista, como lo dijera el mismo Álvaro Uribe en su aquelarre con el embajador de EEUU en Colombia, mencionado arriba. Pero ya usted lo ve, señor lector: a ojos interesados no necesariamente es democrático y viable lo que la mayoría de un pueblo piense y desee. La "libre determinación" también se impone. Recuérdese siempre el poder mencionado de los espejos, creador de irrealidades, con más presencia a veces que este mundo virtual en que habitamos nosotros los simples mortales.
Notas:
(1) Michael T. Klare: "La
nueva geopolítica de la energía" tomado de Colombia.Indimedya.org
[en línea]. 11 mayo 2008. Págs.: 12 pantallas. - http://colombia.indymedia.org
(2) Tomado de Oscar J. Camero:
"Perlas de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)" en
Tips Políticos de Venezuela [en línea]. 1 mayo 2008. Págs.: 1 pantalla.
- http://politips.blogspot.com
(3) "Se acabó hegemonía
de EU en América Latina: expertos" en La Jornada [en línea].
15 mayo 2008. Págs.: 8 pantallas. - http://www.jornada.unam.mx
(4) Lo dijo Condoleezza Rice en
el foro anual del Consejo de las Américas realizado el 7 de mayo de
2008 en el Departamento de Estado, en Washington: "Al final de
su gobierno, Bush analiza y justifica su política hacia América Latina"
en La Jornada [en línea]. 8 mayo 2008. Págs.: 8 pantallas. - http://www.jornada.unam.mx
(5)La Jornada, Ídem.
(6) José Luis Carpio: "La Puerta de Alcalá" en Las Verdades de Miguel. - (2008) may 9-15; p. 3.
(7) Eva Golinger: "Maniobras
imperiales" en Aporrea.org [en línea]. 11 mayo 2008. Págs.:
6 pantallas. - http://www.aporrea.org/tiburon
(8) Tomado de Camero: "El
mayo venezolano" de William Brownfield" en Animal político
[en línea]. 27 abr 2008. 11 pantallas. - http://zoopolitico.blogspot
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