El jueves, los cancilleres de los 27 países miembros de la UE anunciaron el fin de las sanciones que habían impuesto a Cuba en el 2003, luego de la detención de 75 activistas disidentes en la isla, medida con la cual "el Gobierno de Estados Unidos podrá comprobar que en la Unión Europea tenemos nuestros propios intereses y nuestra autonomía en política exterior", según lo anunció el canciller español Miguel Ángel Moratinos.
En realidad, la decisión que tomaron los europeos, de acuerdo con las propias palabras del español, se debió a que la sanción "nunca había servido para gran cosa y había sido, incluso, contraproducente".
El alarde autonómico europeo frente a la potencia gringa tiene sin embargo, como era de esperarse, su piquete al revés: está sujeto a un período de revisión que durará un año, al cabo del cual volverán a considerar el asunto.
De las 75 personas encarceladas hace cinco años, veinte han sido liberadas. El anticastrismo reaccionó indignado y defraudado de los europeos por cuanto consideraron que debían exigir la liberación de los otros 55 prisioneros.
Lo que no leí por ninguna parte en las notas de las agencias de noticias que reseñaron tanto la decisión europea como la reacción del Gobierno norteamericano y de los cubanos que residen en Miami, fue la posición en torno a otros 270 prisioneros que permanecen privados de todos sus derechos, también en territorio cubano.
Ni la Unión Europea ni los oposicionistas cubanos mencionan en ninguna parte las torturas a que son sometidos esos otros presos políticos.
En una noticia distinta encontré el escalofriante relato de Mohammed Jawad, un afgano que fue detenido y enviado a la prisión de Guantánamo cuando tenía apenas 16 años.
Por fin, luego de que la Corte Suprema gringa decidió que los 270 prisioneros tienen derecho a apelar sus detenciones, nos enteramos por testimonio propio de los espantos a que son sometidos allí. Al hombre le aplicaron el llamado método del "viajero frecuente", el cual consistió en moverlo de celda 112 veces durante catorce días continuos para impedir que durmiera, tortura que según los psiquiatras ocasiona caos mental absoluto. No hay UE que vele por ellos.
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