El petróleo y las libres manos del mercado (¡vaya, vaya, vaya!)

¡A ver, a ver...; déjenme ver si entiendo! Los precios del petróleo suben porque los mismos países consumidores (aquellos de "primer mundo", los industrializados, pues) someten al mercado en zozobras con sus aventuras militares y robo de yacimientos. Léase Medio Oriente y algunos países de África. Luego tenemos que el crudo es caro no porque se agote (que debería ser la causa fundamental), sino porque los mismos interesados en que el suministro se dé sin ningún contratiempo parecen querer sumergir al mundo en una aventura anárquica donde no se respete nada, cosa que no parece un hecho inocente.

Un razonamiento como éste: si el petróleo es la causa de tanto zaperoco en el mundo, entonces tomémoslo allí donde esté y acabemos con el problema. Nuestro es seguro, y no hay necesidad de andar amenazando al mundo con guerras. ¡Vaya, vaya! Ni más ni menos una especie de licencia para invadir, ¿no? El James Bond de los fósiles, o algo parecido.

Luego tenemos que se razona que los grandes responsables no son los reales responsables sino los países que producen petróleo, a quienes precisamente les conviene la estabilidad del mercado apenas con unos precios justos. ¡Válgame el mundo al revés! Son los países vendedores (no tan de "primer mundo" como los industrializados compradores), los sencillos países provistos de una economía monodependiente, frágil en lo más de los casos, a quienes sólo les interesa el flujo constante de sus ingresos para arreglárselas con su subdesarrollo y para rogar que no vengan contra ellos a birlarles su fuente de subsistencia. ¡Ah, no, pero ellos son los culpables, los grandes monstruos de la historia contemporánea, los transidos de lucro, hambreadores de los ricos países pobres! Ellos son.

Como dijo Ban Ki-moon, el Secretario General de la ONU, cuando lo enviaron a hablar con el rey de Arabia Saudita a efectos de "tumbar" los altos precios: con su alza se relacionan el cambio climático y la escasez de alimentos. ¡Vaya, vaya, vaya! Son los países industrializados los principales culpables del calentamiento global con sus emisiones químicas y de la escasez de alimento porque toman ahora los sembradíos para cultivar la materia prima del biocombustible, y resulta ahora que los pobres países productores deben también cargar con la culpa. ¡Carrizos! Uno se puede llegar a preguntar de qué se les puede acusar a los verdaderos culpables de las crisis. Pero ¿qué se hace...? Lo dijo Ban Ki-moon, y él es una autoridad egresada de Harvard...

Luego tenemos que se presiona a Arabia Saudita para que, aumentando la producción, se frenen los precios. A Arabia Saudita, un país clave en el cartel de la Organización de Países Productores de Petróleo (OPEP), productor por sí solo de unos 7 millones de barriles diarios, si no me equivoco. ¡Pero le piden que produzca más para que caigan los precios! El Congreso de los EEUU lo amenaza con no venderle más armas; Ban Ki-moon se va hasta allá para insinuarle al monarca que es un insensible calentador del globo terráqueo y promotor de la escasez de alimentos. Un genocida, o algo parecido. Un agremiado de un club donde militan otros países que especulan con los precios y aplican políticas defensivas, como Venezuela, el principal enemigo.

¡Vaya, vaya, vaya! Todo el mundo es culpable menos quien realmente tiene la culpa. Si de ningún modo se consigue bajar los precios, ni siquiera tomando por la fuerza los yacimientos (como en Irak y como parece harán con Irán), entonces el problema creado por ellos, las potencias consumidoras, deben resolverlo los productores, porque son ellos los dueños del petróleo. De nada vale buscar petróleo debajo del mar (por lo costoso), de nada vale chantajear o asustar a los miembros más débiles de las organizaciones petroleras... Los precios se disparan, rompiendo los récords en todos los aspectos. Los precios apuntan hacia la frontera de los $200...

Entonces lo logran. Arabia Saudita accede a convocar a una reunión para discutir el alza histórico. Pero todo el mundo sabe que es para pedir implementar medidas de aumento de producción y bajar los precios... Inundar el mercado de petróleo, de tal forma que parezca que la tierra suda negro. Petróleo por doquier... Petróleo barato... Regalado, si se quiere. Yo tomo petróleo, tu tomas petróleo, ellos toman… ¿Se puede pagar tanto por algo que abunda como la arena? Venezuela, el país baluarte de los precios razonables, declara no poder asistir a la cumbre concebida para complacer a las economías de los países fuertes. Medio mundo se arrecha y arrecian las campañas satanizadoras de los dueños de los medios de comunicación del mundo...

¡Vaya, vaya, vaya! Trato de entender y no comprendo. Las potencias económicas del mundo, principales países consumidores de petróleo, meten la mano en el mercado, no dejándolo libre, como cuando les recetan a otros países menores el llamado "libre mercado"... Que los gobiernos de esos pobres países no intercedan en el flujo desarrollístico de los acontecimientos, para así ellos meter su mano impunemente y acomodar sus pequeñas economías a sus gustos grandes, ¡shiiiii!, sin que nadie diga nada. Como lo hacen ahora con el mercado petrolero, nada libre, por cierto, donde ahora parece quieren explicar que cuando ellos decían "libre" no se referían a las fuerzas naturales de la compra-venta, sino a la libertad que a ellos se les debe deparar en sus "manoseos". ¿Qué bueno, no? ¡Qué viva el neoliberalismo y sus doctrinas salvajes!

Si hubieran vistos los rostros cuando el presidente de la OPEP contrarió a medio mundo desarrollado al declarar que era "ilógico e irracional" aumentar la producción para frenar los precios... ¿No y que el petróleo se acaba, pues, y lo que procede es racionarlo, aprovechándolo del mejor modo, teniendo tiempo para buscar fuentes sustitutas de energía? ¿O hay que dejar el mercado tranquilo? Vea usted: no se entiende. La cosa roza lo absurdo cuando el mismo presidente de la OPEP (un habitante de esos del mundo subdesarrollado) repite como loro lo que sus avanzados maestros le enseñaron: dejen el mercado tranquilo, es absurdo meter la mano... Y ellos, los pobres países consumidores ricos del primer mundo (los maestros) con las ganas de meterle la mano… pero sobre el cuello...

"¡Pónganse de acuerdo, cuerda de patanes, teóricos de pacotillas, cínicos, explotadores de pueblos, inventores del agua en forma de hielo!" −es lo que provoca exclamar−. ¿Dejamos o no dejamos fluir el mundo? ¿Dejamos o no a un lado la intervención humana −estatal, para más señas− para que el mercado haga de las suyas y siembre de prosperidad y progreso a los pueblos? ¿De qué se trata: del libre mercado o de complacerlos? ¿O de aceptar sus teorías hasta que se les reviertan?

No otra cosa fue lo que decidió la OPEP en la obligada reunión a la que la sometieron: ayer su enredado presidente, Abdalla El−Badri, declaró que la organización intentará estabilizar el mercado petrolero con una inversión en aumento de la producción de unos $160 millardos en cinco años, esto es, unos 5 millones de barriles diarios adicionales. ¿Qué tal? ¿Se complace o no se complace la fantasía de no mirar en la llaga del modelo neoliberal, así, con el gesto a la calladita, para que no sufra tanto el amor propio de constatar que la doctrina es una pazguatada nada científica y sí una artera trampa para destruir a las economías de las naciones?

En la OPEP se complacen fantasías, como queda visto; pero lo lamentable es que su concesión probablemente sirva para que los países "desarrollados" tomen su segundo aire y continúen jodiendo a los países más pobres, hablándoles del modelo de los modelos, del libre neoliberalismo, con redundancia y todo, ese perfecto mundo donde sus habitantes han de ser mancos... pero prósperos y felices...

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Oscar Camero Lezama

Escritor e investigador. Estudió Literatura en la UCV. Activista de izquierda. Apasionado por la filosofía, fotografía, viajes, ciudad, salud, música llanera y la investigación documental. Animal Político https://zoopolitico.blogspot.com/

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